"Aprende lo que desconoces, no vengas a ser inútil doctor; sé primero alumno, después doctor; consigue el nombre de maestro cultivando las disciplinas; el bien que oyeres, apréndelo; el bien que aprendieres, enséñalo; no abandones el esfuerzo de aprender y de enseñar. La ciencia que por el oído percibes derrámala por la boca. Agranda en ti aún más la sabiduría compartiéndola con otros; sea tanto más abundante la doctrina, cuanto más participada. La sabiduría se engrandece esparciéndola, disminuye reservándose; la ciencia se hace más patente al darse y cuanto más se extiende más abunda".
Magníficos consejos de San Isidoro de Sevilla (c. 560 - 636). De Sinonimorum, lib. II.
[Imagen: modelo de escultura de San Isidoro, elaborada en yeso en 1891; Biblioteca Nacional de España; autor: José de Alcoverro (1835 - 1908). Imagen procedente de www.bne.es]
Magníficos consejos, ciertamente. De los que no envejecen.
ResponderEliminarEfectivamente, Carlos. Quizás muchos pedagogos actuales se sorprendan de lo que escribió San Isidoro hace tantos siglos.
ResponderEliminarSaludos y gracias por pasarte por "El devenir de la Ciencia".
Bernardo.
Acabo de regresar de Madrid; allí visité detenidamente la muy interesante exposición sobre la malaria. Tuve la suerte además de ver el modelo de yeso de San Isidoro en el museo de la Biblioteca Nacional. La estatua de Alcoverro está en la escalinata de tan magnífico edificio (cuya primera piedra se puso cien años antes de mi nacimiento, es decir, en 1866).
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