viernes, 20 de noviembre de 2009

Charlando sobre ... BERNABÉ COBO


BERNABÉ COBO

(Un jesuita andaluz explorando
el Nuevo Mundo en el siglo XVII)



¿De quién hablamos hoy?
De Bernabé Cobo, natural de Lopera, un pueblo de la provincia de Jaén, quien siendo un adolescente (tan sólo tenía dieciséis años) dio un vuelco a su vida al marcharse a las Indias (América) en busca de nuevas experiencias y de fortuna. En Lima (Perú) se matriculó en el Colegio de …


Espera, espera, no sigas. Empecemos por el principio. ¿Cuándo nació?
Pues en el año de 1580, en Lopera, como dijimos antes.


¿Se hizo jesuita entonces en el Perú?
Efectivamente, así es. Ingresó en la Compañía de Jesús e hizo los votos en 1622. Residió en diferentes casas de los jesuitas y tuvo la oportunidad de viajar y de conocer la cultura indígena y la naturaleza americana, tan diferentes de lo que él había visto de niño en Jaén. Debió impresionarle profundamente.


¿No hay ningún retrato suyo?
No conocemos ninguno. No fue un personaje célebre en su tiempo, a pesar de haber dedicado toda su larga vida (murió en Lima en 1657) al estudio del Nuevo Mundo, repleto de cosas sorprendentes. Lo más triste es que no pudo ver recompensado su enorme esfuerzo pues su gran obra, “Historia del Nuevo Mundo” quedó inédita, es decir, no se publicó entonces, y una buena parte se perdió para siempre. Lamentable suceso.


Ya veo. Mala suerte la de Cobo. Dices que viajó por América, ¿no?
Sí, viajó bastante y fue un observador muy minucioso, le gustaba hacer bien las cosas, particularmente sus indagaciones. No sólo recorrió muchas zonas de Perú, sino que, con el permiso de sus superiores, viajó por Nueva España (Méjico) y Centroamérica. Esto le llevó no pocos años. Un periplo provechoso del que sacó mucha información histórica y científica valiosa. Tras cuatro décadas de duro trabajo pudo terminar su monumental “Historia del Nuevo Mundo”. Cuando la empezó no se podía imaginar que nunca la vería publicada.


¡Qué injusta es la vida a veces! Pero ¿de qué trataba el libro que escribió?
Los amantes de la ciencia estamos de suerte porque precisamente la primera parte, que trataba de la naturaleza americana, no se perdió. Esta parte consta de 14 libros, donde trata de asuntos como cosmografía, geografía física, minería, fauna y sobre todo botánica. El estudio de las plantas de aquellas tierras es muy importante, diríamos que sobresaliente. Fue uno de los primeros (tal vez el primero) en describir las extraordinarias cualidades medicinales del árbol de la quina, conocido como el “árbol de las calenturas”, por su poder febrífugo (contra las fiebres intermitentes, cuyos brotes se manifiestan cada 48 o cada 72 horas, llamadas por eso “fiebres tercianas” y “fiebres cuartanas”, respectivamente). Y sin embargo, qué poco sabemos de él.


Lo de la quina me parece interesante. Una vez escuché que fue un remedio utilizado desde antiguo para tratar el paludismo. ¿Es así?
Sí, sí, no te equivocas. Durante siglos ha sido el único remedio eficaz contra la malaria o paludismo, la terrible enfermedad de los pantanos y de los climas tropicales. Deberías leer la curiosa leyenda de la condesa de Chinchón, quien, según cuentan, sanó con la quina, esa milagrosa corteza (de ahí viene precisamente el nombre de Cinchona, que es el género de plantas al que pertenece el árbol de la quina). Nuestro protagonista, Bernabé Cobo, escribió que “en los términos de la ciudad de Loja, diócesis de Quito, nace cierta casta de árboles grandes, que tienen la corteza como canela, un poco más gruesa, y muy amarga; la cual molida en polvos, se da a los que tienen calenturas, y con sólo este remedio se quitan”. Primero fueron llamados los “polvos de la condesa” (por lo de la leyenda mencionada) y luego “polvos de los jesuitas”, pues fueron éstos quienes difundieron la quina por Europa (con el desagrado de los países de religión protestante).


Fascinante. ¿Cuándo se publicó entonces la obra de Cobo que no se perdió?
La “Historia del Nuevo Mundo” de Bernabé Cobo se publicó por primera vez a finales del siglo XIX, en 4 volúmenes. Digamos que tuvo además Cobo el mérito y el acierto de emplear en su libro un lenguaje claro y sencillo a diferencia de otros y que, basándose en sus propias observaciones, como buen investigador, estudió la adaptación de las especies vegetales y animales al ambiente en el que viven, explicando la presencia o no de ciertas plantas en función del clima y la altitud.


A Monardes se le dedicó un género de plantas (Monarda) y a Mutis también (Mutisia). ¿Al pobre de Cobo no se le ha dedicado ningún nombre de plantas?
Bueno, el gran botánico español del siglo XVIII (contemporáneo de Celestino Mutis), Cavanilles, se acordó de Bernabé Cobo y le puso el nombre de Cobaea a un género de plantas de América Central y del Sur de la familia polemoniaceae (perdón por el nombrecito). Tal vez la más conocida y más bella sea la Cobaea scandens, de preciosa corola violácea.




[Flor de Cobaea scandens, la especie más conocida del género dedicado
al estudioso e investigador de Lopera; imagen procedente de www.sbs.utexas.edu]

Me ha quedado claro que hay personajes interesantes muy poco conocidos que merece la pena descubrir, como Bernabé Cobo.

[Recomendamos la lectura de la biografía de Bernabé Cobo, por Manuel Alfonso Pérez Galán (párroco de Lopera, Jaén), en http://parroquiadelopera.iespana.es/images/textos/Bernabe%20Cobo%20Peralta.pdf; y "La historia natural del padre Bernabé Cobo. Algunas claves para su lectura", de Luis Millones-Figueroa, en http://parroquiadelopera.iespana.es/images/textos/hbjdw2atw6cgajmx.pdf]

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