jueves, 14 de abril de 2011

Gabriel Celaya, ingeniero de versos

Nos recuerda Carlos Javier Galán en su blog, "La nota discordante", que se cumple este año el centenario del nacimiento del gran poeta Gabriel Celaya (1911 - 1991), el ingeniero de los versos. Celaya, ingeniero circunstancial y poeta profundo, nos dejó poemas con temática científica, donde la ciencia es conocimiento y es metáfora. He aquí unos ejemplos que he obtenido de www.madrimasd.org/cienciaysociedad/poemas:


ASI SE ESCRIBE LA CIENCIA
(HOMENAJE A KEPLER)
Así soñé yo la verdad
KEPLER
Kepler miró llorando los cinco poliedros
encajados uno en otro, sistemáticos, perfectos,
en orden musical hasta la gran esfera.
Amó al dodecaedro, lloró al icosaedro
por sus inconsecuencias y sus complicaciones
adorables y raras, pero, ¡ay!, tan necesarias,

pues no cabe idear más sólidos perfectos
que los cinco sabidos, cuando hay tres dimensiones.
Pensó, mirando el cielo matemático, lejos,
que quizá le faltara una lágrima al miedo.
La lloró cristalina: depositó el silencio,
y aquel metapoliedro, geometría del sueño,
no pensable y a un tiempo normalmente correcto,
restableció sin ruido la paz del gran sistema.
No cabía, es sabido, según lo que decían,
más orden que el dictado. Mas él soñó: pensaba.
Eran más que razones: las razones ardían.
Estaba equivocado, mas los astros giraban.
Su sistema era sólo, según lo presentido,
el orden no pensado de un mundo enloquecido,
y él buscaba el defecto del bello teorema.
Lo claro coincidía de hecho con el espanto
y en la nada, la nada le besaba a lo exacto.





CANTO CONTRA EL SEGUNDO PRINCIPIO DE LA TERMODINAMICA
VAMOS hacia el fin, la neutra igualdad
Y el ¡qué más da!
Todo se apagará.
Mas ¡qué escándalo es la vida cada día!
¡Y qué error el del sexo
multiplicado multiplicante contra la entropía!
Vivimos en la hermosura de una enorme tontería
provisional, ya sabemos:
Belleza para nosotros, disparate para el cero
que fusila en absoluto
y nos retrata, tan niños, felices como idiotas,
parados en un momento
que vivimos y ya nunca viviremos
salvo en cuento,
aunque entonces -¡aquel día!- parecía
que podría seguir, que seguiría
por los siglos de los siglos transfinitos.
A fin de cuentas, ¿quién vive?
Nadie nos espera. Nadie nos persigue.
disfrutemos sin prisa de la idiotez mortal.
Si todo da igual,
llamemos divino, contra la entropía, lo provisional.

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