[Jesús Mosterín, filósofo español. Foto de Bernardo Pérez (El País).
Imagen procedente de http://www.elpais.com/fotografia/cultura/Jesus/Mosterin/elpdiacul/20060129elpepicul_3/Ies/]
"En las últimas décadas, mientras los filósofos han arriado sus velas especulativas, los físicos teóricos y cosmólogos han tomado el relevo de la especulación con renovado entusiasmo y notable sofisticación matemática. La frontera entre física y metafísica ya no marca los confines de la ciencia, sino que discurre por medio del territorio científico mismo".
(JESÚS MOSTERÍN, Ciencia viva. Reflexiones sobre la aventura intelectual de nuestro tiempo. Capítulo 24: "Física y metafísica". Espasa, 2006)
No le falta razón al filósofo de la ciencia Jesús Mosterín cuando dice estas palabras. Y un buen ejemplo de ello es la reciente teoría, especulativa y de gran sofisticación matemática, de la Cosmología Cíclica Conforme (CCC) del veteranísimo matemático y físico británico Roger Penrose. Ciencia viva es un magnífico libro de divulgación de la ciencia, poco convencional. El subtítulo nos da pistas, es una reflexión, de uno de nuestros mejores filósofos vivos, sobre la aventura intelectual de nuestro tiempo. Y esta aventura no es otra que la del conocimiento, la búsqueda continua de la ciencia para adquirir una visión aproximada de la realidad, siempre aproximada pero cada vez más nítida (al menos localmente). Mosterín hace un recorrido ameno (a veces el esfuerzo del lector es preciso pero gratificante) por las relaciones entre la ciencia, la filosofía y la sociedad (las trampas del antropocentrismo, la racionalidad, la aportación de los aficionados en algunos campos de la ciencia como la astronomía, los límites del conocimiento, la grandeza y miseria de la filosofía analítica, la refutabilidad de las teorías científicas y la fecundidad del error para el avance de la ciencia, los paradigmas, las revoluciones científicas...); por el apasionante mundo de la biología actual (¿qué es la vida?, los organismos modélicos para la investigación biológica, el genoma, la "gloria y promesa de las células madre", las "chapuzas de la evolución", la muerte, los "miedos infundados" a la clonación y a los transgénicos, la "compasión fundada" hacia los animales de laboratorio, la aportación de Monod a la biología molecular, la sociobiología...); por la astronomía (vida en otros planetas, el mundo perceptible, el Universo observable, el Universo inteligible, la realidad total, el Sol, los modelos cosmológicos...); por la física teórica (tiempo y espacio, física y metafísica...); y por las matemáticas (el teorema de Fermat, la gödelización, los sistemas posicionales arbitrarios de numeración...). Una cuidada selección de lecturas complementarias clasificadas por temas culmina la obra de Mosterín. Cuando uno concluye este delicioso e imprescindible libro, Ciencia viva, no puede más que exclamar interiormente un ¡viva la ciencia!, o un ¡viva! para esta aventura intelectual de nuestro tiempo.
Jesús Mosterín es el más prestigioso filósofo de la ciencia de nuestro país, reconocido internacionalmente, capaz de analizar aspectos muy diferentes de la cultura (desde la metafísica a los neutrinos, o desde la genómica a los sistemas de numeración, por ejemplo). Cuando se mete en un terreno pantanoso del conocimiento no duda en pringarse lo que haga falta para sacar lo esencial, y luego nos lo explica magistralmente, desde la racionalidad. Nacido en 1941 en Bilbao, es Profesor de Investigación en el Instituto de Filosofía del CSIC, catedrático de Lógica y Filosofía de la Ciencia en la Universidad de Barcelona, intelectual cosmopolita. Algunos de sus libros son: Los derechos de los animales (1995); Los Lógicos (2000); Conceptos y teorías en la ciencia (2000); Epistemología y racionalidad (2ª edición, 2002); La naturaleza humana (2006); La cultura humana (2009).
Pero si queremos conocer un poco mejor a este gran filósofo hispano ("el filósofo trata de darnos una visión de conjunto de lo que es la realidad"), que se mueve como nadie entre la ciencia (o, mejor, las ciencias) y la filosofía, no deberíamos dejar de ver sosegadamente (no puede ser de otra manera para disfrutarlo) el capítulo del interesante programa de RTVE, Pienso, luego existo, dedicado a Jesús Mosterín (pínchese aquí).
Espíritu inquieto, a Mosterín le hubiera gustado ser astrónomo o quizás químico (eso pensaba de adolescente) pero al tener conocimiento en 1955 de la muerte de Ortega y Gasset, maestro de filósofos, sintió curiosidad por saber algo de aquel personaje tan célebre, leyó, devoró como si de una sabrosísima sopa se tratara, La rebelión de las masas. Y, sin duda, esto debió marcarle. Siempre se ha interesado por multitud de temas diversos y es que piensa que, puesto que la vida es breve, qué mejor que vivir con los ojos bien abiertos y mostrar curiosidad y ganas de aprender sobre el Universo, sintonizando con él, pues nosotros, humildes humanos, somos parte del mismo (actitud muy diferente a la de aquellos que viven pensando en el más allá, o, peor, pensando demasiado en el "más acá", preocupándose casi exclusivamente en engordar sus cuentas corrientes a costa de lo que sea). "Nuestros genes contienen, en mayor o menor medida, el germen de la curiosidad", nos dice.
El autor de La naturaleza humana y La cultura humana nos considera, a nuestra especie, formados por un componente rígido, salvo excepciones (las mutaciones), nuestro genoma, y una vertiente cambiante, la cultura, lo que vamos aprendiendo con el tiempo, cosas nuevas que modifican nuestro cerebro, codificadas en cirucuitos neurales. La diferencia entre lo natural y rígido, el genoma, y lo cambiante, la cultura, reside precisamente en cómo se adquiere la información. En el caso del genoma la información proviene de nuestros ancestros a través de los genes y siempre es el mismo (excepto cuando se producen mutaciones). En el aspecto cultural la información la obtenemos de los demás, de los libros, Internet, etc. Es, afortunadamente, cambiante.
Defensor apasionado, pero racional, de los animales Mosterín denuncia que si bien la música y el lenguaje son productos propios de nuestra especie, actividades genuinamente humanas, pues son elaboradas por la corteza cerebral, más evolucionada en los humanos que en el resto de mamíferos, las estructuras cerebrales más internas que son responsables del sufrimiento y del placer son similares y por ello un perro o un toro sufre y goza de forma semejante a nosotros. Para él esto es una verdad incuestionable.
Hola,
ResponderEliminarQuería mandarle un abrazo por estas dos entradas sobre Jesús Mosterín. Yo he hecho varias entradas en mi blog sobre este pensador, en el enlace siguiente:
http://josearnedo.blogspot.com/search/label/Moster%C3%ADn
Creo que es un intelectual brillante del que tenemos mucho que aprender.
Muchas gracias de nuevo, y enhorabuena por su blog,
Jose, un nuevo seguidor suyo :)
Admirable Mosterín, por abordar temas sobre ciencia y filosofía, en forma sencilla y didáctica.
ResponderEliminar