lunes, 20 de julio de 2009

¿Para qué el LHC? (I)

[Partículas elementales; imagen procedente de http://web.educastur.princast.es]
El LHC ("Large Hadron Collider" o "Gran Colisonador de Hadrones") es una gigantesca máquina destinada a una comprensión más profunda de la naturaleza, de las leyes que rigen el funcionamiento de nuestro Universo, dando un paso decisivo más allá de la frontera actual del conocimiento básico que nos permitirá poner a prueba las teorías actuales y, tal vez, nos abra caminos ciertamente inesperados (¿una nueva revolución en la Física nos espera un siglo después de la Relatividad y la Mecánica Cuántica?).
Hace más de diez años el profesor Cayetano López ya nos abrió los ojos a los ciudadanos profanos en tan complejos asuntos de la ciencia al entusiasmarnos con su magnífico libro de divulgación (uno de los mejores que jamás he leído), "El ogro rehabilitado" (Ediciones El País/Aguilar; Madrid, 1995). En aquella "Ciencia para la gente" aprendimos gozosamente apasionantes aspectos de la Física que los no especialistas desconocíamos en buena medida (contradicciones cosmológicas respecto a la edad del Universo, la materia oscura, las intimidades de las estrellas, el apasionante mundo de las partículas elementales o la búsqueda de la Gran Unificación, el sueño de los físicos). Allí leímos los profanos (muchos como yo por primera vez) sobre "el ordenado laberinto de los quarks", la "divina partícula" de Higgs y el gran acelerador de hadrones LHC, hoy célebre antes de mostrarnos de lo que es capaz . Cayetano López nos contaba en 1995 que la "partícula de Dios" o "partícula maldita" (acaso demasiado efectistas estos sobrenombres) de Higgs había estado de actualidad entre los científicos durante más de veinte años pero el interés por ella se revitalizó extraordinariamente cuando a finales de 1994 se aprobó la construcción del LHC, cuyo objetivo principal era la "persecución y captura" del bosón de Higgs, si es que realmente existía. Y es que para los físicos, que buscan las leyes fundamentales de la naturaleza y las causas últimas, necesitaban entender qué es lo que genera la masa de las partículas elementales y por qué tienen precisamente las masas que los experimentos nos muestran y no otras. El hipotético bosón de Higgs, cuyo descubrimiento sería la pieza clave que falta del complejo rompecabezas (del Modelo Estándar o frontera actual del conocimiento físico), sería el responsable de que las partículas tengan las masas que tienen, pues al interaccionar con cada una de ellas hace que éstas adquieran su masa característica.
[Uno de los enormes detectores del LHC; imagen procedente de http://www.physics.uq.edu.au]
El LHC, ese gigantesco acelerador y colisionador de protones en el que en cada choque se producirán numerosas partículas subatómicas, deberá arrojar la luz necesaria para la mejor comprensión del Universo, incluida la posible detección de la "partícula maldita" de Higgs. El profesor Cayetano López en "El ogro rehabilitado" (pág. 193; 1ª ed.) afirmaba con rotundidad:
"O bien la partícula de Higgs existe y aparece a las energías a las que el acelerador es capaz de operar, o bien un mecanismo alternativo de fijación de masas se pone de manifiesto a esas mismas energías. O bien todo el esquema teórico puesto a punto en las últimas décadas está profundamente equivocado y su enorme poder predictivo se debe a la concurrencia de una serie de casualidades".
Cuestión ésta de gran trascendencia para la Física, y para el conocimiento en general.
[Nota: En una próxima entrada de "El devenir de la Ciencia" reseñaré un libro de reciente aparición imprescindible sobre el asunto, muy bien escrito y con cristalinas explicaciones, ideal para comprender qué es el LHC, para qué sirve y cuál es el marco teórico en el que se mueven los físicos de hoy: "El LHC y la frontera de la física", de Alberto Casas]

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