[Heisenberg; imagen procedente de
El genial físico alemán Werner Karl Heisenberg (1901-1976), uno de los padres de la mecánica cuántica, era además hombre culto y un buen pianista; uno de esos científicos que no se dedican exclusivamente a su restringido campo de investigación.
Como muestra de eso que decimos y de la sensibilidad musical de Heisenberg, traemos hoy a "El devenir de la Ciencia" un fragmento de "Partículas elementales y filosofía de Platón", capítulo final del libro Diálogos sobre la física atómica (Biblioteca de Autores Cristianos, de La Editorial Católica, Madrid, 1972), del inolvidable físico alemán:
"Von Holst [etólogo y virtuoso de la viola] tomó su viola, se sentó entre los dos jóvenes y empezó a tocar con ellos aquella serenata en re mayor, obra de juventud de Beethoven, que rebosa fuerza vital y alegría, y en la que la confianza en el orden central supera constantemente todo desánimo y cansancio. Al oír a Beethoven, se me confirmó la certeza de que -si pensamos con la escala humana del tiempo- siempre seguirá adelante la vida, la música, la ciencia; aunque sólo podamos cooperar en ese avance por poco tiempo, siendo siempre -según palabras de Niels [Bohr]- a la vez espectadores y actores del gran drama de la vida".
Nos llegan al alma estas palabras de Heisenberg.
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