lunes, 8 de febrero de 2010

El cálculo mató a Newton


[Isaac Newton; retratado por Enoch Seeman (1726).
Imagen procedente de: http://www.phys.ncku.edu.tw/]


No cabe duda de que la vida, sin distinción entre pobres y ricos, lo mismo para sabios que para analfabetos, nos juega a veces bromas pesadas. Amarga y dolorosa fue la burla que el destino le tenía reservada al físico más importante de todos los tiempos, Isaac Newton (1643 - 1727). El inventor del cálculo infinitesimal (junto con el alemán G. W. Leibniz) murió precisamente como consecuencia de un cálculo. Pero no a causa de su método de las fluxiones para el cálculo integral y diferencial, sino debido a un cálculo renal atrapado en su vejiga urinaria. Y ello algunos años después de la agria disputa con Leibniz (con acusaciones mutuas de plagio) por la paternidad del cálculo infinitesimal.

Newton, hipocondríaco, había gozado siempre de buena salud. Sin embargo a principios de 1722 comenzó su calvario debido a problemas renales y en sus últimos años padeció dolorosos cólicos nefríticos, muriendo atormentado por uno de ellos, tras horas de delirio y después de perder la sensibilidad, en la madrugada del lunes 20 de marzo de 1727 (31 de ese mismo mes en el calendario gregoriano). Antes, fiel a sus ideas antitrinitarias, se había negado a recibir el último sacramento. Así, tras una terrible agonía, se fue de este mundo aquel inigualable sabio que dijo haberse subido a hombros de gigantes para ver más lejos. Hay quien hiperbolizó de esta manera para referirse al sufrimiento final del genio: "El dolor se volvió tan intenso que la cama en la que yacía y la propia habitación se estremecían con su agonía, lo que asombraba a los presentes. Tal fue la lucha que debió enfrentar su alma para abandonar su refugio terrestre" (citado en el delicioso libro-cómic de William Rankin, Newton para principiantes, Era Naciente, Buenos Aires, 1995).

Como es sabido Newton fue enterrado con grandes honores. Su cuerpo fue conducido a la abadía de Westminster, siendo acompañado el féretro por un selecto séquito formado por el gran canciller, los duques de Roxburg, el duque de Montrose, el conde de Pembroke, el conde de Sussex y el conde de Macclesfield.  Unos años después, en 1731, fue levantado en Westminster un marmóreo monumento dedicado al más eximio de todos los físicos.

Sin embargo, François Arago, el "físico y astrónomo romántico", matiza:

"El recuerdo de estos honores es evocado a menudo como una vergüenza contra las naciones que no han tratado a sus grandes hombres con la misma justicia. Pero este sentimiento de orgullo, ¿es siempre legítimo? Los señores que se unieron al cortejo fúnebre lo hacían en calidad de miembros de la Real Sociedad y no como representantes de la Cámara de los Lores. El monumento que se le erigió en el año de 1731 fue construido por cuenta de los herederos de Newton, no del Tesoro nacional. Ni siquiera lo fue la estatua de mármol que existe en la capilla del colegio de la Trinidad, de Cambridge, obra de Roubilliac, homenaje personal; se debe, en efecto, a la admiración profunda y sincera del doctor Roberto Smith, autor de un tratado de óptica, hacia quien le había dirigido en su carrera. Sobre el pedestal de esta estatua se lee la siguiente inscripción:

Qui genus humanum ingenio superavit
["Cuyo genio superó al de todos los hombres"]

Digámoslo en voz alta, puesto que es la verdad absoluta: los honores tributados, sin reserva ni límite alguno, al navegante que se apoderaba de los galeones españoles o incendiaba una capital extranjera, no le fueron acordados sino con la mayor parsimonia al sabio cuyo nombre habría de sobrevivir a las más grandes famas políticas y militares que se han dado en el largo curso de la historia del mundo".

[de Grandes astrónomos (de Newton a Laplace); FRANCISCO ARAGO; Colección Austral nº 543; Espasa Calpe, Madrid, 1968, 3ª edición]  

¿Rencor hacia los ingleses en el físico francés? Podría ser, pero no lo creemos. Nos parece que Arago pone los puntos sobre las íes con gran acierto.

Nota: Anotemos como curiosidad la etimología de la palabra cálculo. Ésta proviene del latín calculus, que designaba al guijarro o la piedra pequeña, como aquellas que se utilizaban para contar o para realizar operaciones con ábacos. De ahí que también se llamen cálculos a las piedras que se forman en el riñón y en otros órganos. Para la etimología de algunos términos matemáticos véase: http://www.epsilones.com/paginas/t-etimologias.html.

3 comentarios:

Anónimo dijo...
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Anónimo dijo...

"La naturaleza y las leyes naturales yacían ocultas en la noche. Dijo Dios: "Hágase Newton". Y se hizo la luz" (Alexander Pope).

Un persona impresionante, cualquiera debería comprarse un sombrero, si no lo tiene, para sacárselo al verlo pasar. Buen post.

Bernardo Rivero dijo...

César, bienvenido a "El devenir de la ciencia". Prácticamente hay unanimidad en considerar a Isaac Newton el científico de mayor significación en la historia de la ciencia. No obstante (todo hay que decirlo) parece que a veces dejaba bastante que desear humanamente (puedes leer mi post "Newton, Hooke y los hombros de los gigantes", del 28 de noviembre de 2009).
Saludos a ti y a todos los amigos de ultramar.