viernes, 7 de marzo de 2014

Ciencia filantrópica (Balmis y la expedición de la vacuna)

Jenner es quien encuentra bajo el techo
de los pastores tan precioso hallazgo.
Él publicó gozoso al universo
la feliz nueva, y Carlos distribuye
a la tierra la dádiva del cielo.

Carlos manda; y al punto una gloriosa
expedición difunde en sus inmensos
dominios el salubre beneficio
de aquel grande y feliz descubrimiento
.


(Fragmento de la Oda a la vacuna, de Andrés Bello)


El inglés Edward Jenner es el padre de la vacunación, que tantas vidas ha salvado desde 1796. Jenner había observado que las ordeñadoras de vacas que resultaban infectadas con la viruela bovina se recuperaban fácilmente de la enfermedad, que en este caso presentaba un carácter benigno. Pero lo más interesante del asunto era que las personas que habían padecido la variante vacuna de la viruela no contraían la terrible viruela humana, que provocaba muchas muertes y dejaba secuelas en los supervivientes. El sagaz médico inglés se atrevió a inocular el fluido de las pústulas vacunas en personas (experimentó en primer lugar con un niño de ocho años) para inmunizarlas frente a la viruela. El éxito de Jenner fue uno de los mayores logros para la humanidad.

Muy poco tiempo después el rey Carlos IV de España ("Carlos distribuye a la tierra la dádiva del cielo", dice el poeta venezolano) ordena la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna, persuadido por su médico personal, el alicantino Francisco Javier Balmis. El filantrópico periplo se inició en 1803 en el puerto gallego de La Coruña y, dando la vuelta al mundo, duró más de dos años. El objetivo era aplicar la vacunación de Jenner en los territorios españoles de ultramar (en América y Filipinas) para inmunizar a la población contra la devastadora y temida viruela. La expedición médica tuvo que resolver un problema crucial: la conservación de los fluidos de la vacuna durante el largo viaje. Para ello se decidió que veintidós niños de un orfanato de La Coruña se incorporaran a la expedición para ser sucesivamente inoculados con la vacuna y así poder disponer de ella en perfecto estado para su aplicación a la arribada a tierras americanas. Esta cadena de inoculados portadores de la vacuna fue una idea brillante y eficaz.

La expedición tuvo que afrontar no pocas dificultades pero resultó un éxito y es considerada la primera gran expedición sanitaria de la historia. Claves de este triunfo pionero de la medicina preventiva fueron la tenacidad y la actitud metódica, propias de un buen científico, de Balmis; la valiosa colaboración de José Salvany, vicedirector de la expedición; y la eficiencia de las diferentes Juntas Centrales de Vacuna que se fueron organizando.

Dejo aquí Balmis, el ilustrado tenaz, vídeo sobre la vida y obra de aquel médico español que recorrió el mundo para salvar vidas gracias al método ideado por un modesto médico rural inglés:




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