domingo, 6 de abril de 2014

La ciencia no admite poligamia

[JUAN NEGRÍN  joven, médico e investigador en fisiología antes de dedicarse a la política. Llegó a ser presidente del Gobierno de la II República Española en 1937, en plena Guerra Civil. Fuente de la imagen aquí (www.elmundo.es)]


"¿Cómo podrá España acelerar su evolución científica, técnica e industrial si los científicos se dedican a la política? La ciencia no admite poligamia".


Estas palabras se las dedicó el bioquímico y biólogo molecular español (premio Nobel de Medicina y Fisiología en 1959) Severo Ochoa al que fuera su profesor, Juan Negrín, tras su regreso a Madrid después de una estancia en Heidelberg, incorporándose a su laboratorio a finales de 1930 (citado en Severo Ochoa. De músculos a proteínas; de María Jesús Santesmases; Ed. Síntesis, Madrid, 2005). Negrín se había afiliado al partido socialista (PSOE) en 1929, llegando a ser diputado en Cortes, ministro y hasta (controvertido) presidente del gobierno republicano en plena guerra fratricida española (y hasta 1945, en el exilio). 

Era una época de crisis y cambios en la que difícilmente podía mantenerse uno al margen de la política y no pocos intelectuales, profesores o artistas se implicaron hasta la médula en la actividad política de muy diferente signo, como Juan Negrín (se podrían citar numerosos casos; como el dignísimo Julián Besteiro, catedrático de Lógica y socialista moderado, como el poeta Rafael Alberti, comunista, o, por el otro lado, Ramiro Ledesma, prometedor filósofo y buen conocedor de la matemática y de la física revolucionaria de su tiempo, quien dio un viraje radical en su vida intelectual para pasar a la acción política fundando las JONS, o como el historiador Santiago Montero Díaz, primero comunista y luego jonsista y amigo de Ledesma).

Sin duda Severo Ochoa, incansable y apasionado investigador, debió de sentirse decepcionado con la implicación de Negrín en la política, en detrimento de su liderazgo científico y acaso, en cierto modo, considerarle un traidor a la ciencia.



Nota:

Ochoa se encontraba en Heidelberg en 1930, en el nuevo laboratorio de Otto Meyerhof, el fisiólogo alemán de origen judío que investigaba la química de la contracción muscular. El científico asturiano se incorporó al laboratorio de Negrín en la capital de España a finales de ese año para proseguir sus investigaciones sobre la fisiología de las glándulas adrenales o suprarrenales, en particular el papel que estas desempeñan en la contracción muscular (tema de la tesis doctoral de Ochoa). María Jesús Santesmases en su biografía del investigador de Luarca (Severo Ochoa. De músculos a proteínas) afirma que con estos trabajos Ochoa asumía una buena parte de las enseñanzas de sus primeros maestros en el campo de la fisiología. Por un lado, las de Negrín y sus intereses por las glandulas suprarrenales y la adrenalina; por el otro, las de Meyerhof y sus colaboradores sobre la contracción muscular. Esta aportación de Ochoa, síntesis investigadora, iba en la línea de profundizar en el conocimiento del metabolismo y la bioenergética con la finalidad de una mejor comprensión de los complejos procesos fisiológicos.

2 comentarios:

Bernardo Rivero dijo...

Recuerdo que mi padre, que vivió su adolescencia en la retaguardia republicana, en la llamada "zona roja" (pasó aquellos años en Ciudad Real, a la sazón "Ciudad Leal", por su lealtad a la República y para evitar el monárquico adjetivo), llamaba a las lentejas "las píldoras del doctor Negrín". Y es que en aquellos años de guerra en los que Negrín era jefe del gobierno escaseaban los alimentos básicos en la zona republicana y las nutritivas lentejas, aunque tampoco abundaban y estaban llenas de piedrecillas, constituían un valioso alimento, una casi medicina en tiempos de hambre y miseria.

Bernardo Rivero dijo...

Creo haber leído en alguna obra de Pío Baroja, médico de formación, cierto comentario reprochando a Negrín (tal vez en "Miserias de la guerra", pero no lo recuerdo).