"Las causas primordiales no nos son conocidas; pero están sujetas a leyes sencillas y constantes que pueden describirse mediante la observación y cuyo estudio es el objeto de la filosofía natural".
Estas palabras de Jean-Baptiste Joseph Fourier, matemático y físico francés cuyos trabajos fueron de gran importancia para William Thomson (Lord Kelvin), abren el prefacio del célebre tratado del gran físico británico del siglo XIX, escrito junto con Peter G. Tait, titulado Treatise on Natural Philosophy (el primer volumen vio la luz en 1867). Una magna obra en la que Thomson y Tait (popularmente conocida en la época como "T&T") abordaban los problemas de las diferentes ramas de la física a partir de la idea de energía (en la imagen una edición reciente del tratado).
Ellos, ya en la segunda mitad del XIX, continuaron con la denominación clásica de filosofía natural o filosofía de la naturaleza para referirse a la física, tal como había hecho Newton y se seguía haciendo en las universidades británicas "para referirse a la investigación de las leyes del mundo material y a la deducción de resultados no observados directamente". Hasta mediados del siglo XIX se habla de filosofía natural para designar a las ciencias naturales, particularmente la física (no comienza a emplearse la palabra "científico" hasta unos años después de 1830, con anterioridad se usaba "filósofo natural"). Gradualmente, desde mediados del siglo XIX, el término "física" se fue implantando.
[Sobre el Treatise on Natural Philosophy, el "T&T", de Thomson y Tait, puede leerse "Un tratado pionero", perteneciente al capítulo 4 ("La visión mecanicista") del libro Lord Kelvin. La termodinámica clásica. La física entra en calor, de ANTONIO M. LALLENA; RBA, 2013]
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