[Sello soviético conmemorativo del centenario del nacimiento del gran químico ruso Dimitri I. Mendeléiev, padre de la Tabla Periódica. Imagen: http://www.stamprussia.com/scientist.htm]
"El primero de mis servicios a la patria, la ciencia; el segundo, la enseñanza; el tercero, la industria".
"Cuatro cosas, sobre todo, me han valido renombre: la ley periódica, el estudio de la elasticidad de los gases, las soluciones consideradas como asociaciones y los Principios de Química. Ahí está toda mi riqueza. No la he robado a nadie, la he producido yo mismo, son mis hijos y les doy un gran valor, los quiero tanto como a los hijos de mi carne".
Estas citas de Mendeléiev están recogidas en el libro Mendeléiev, el profeta del orden químico (Nivola, Madrid, 2002), de Pascual Román Polo.
Mendeléiev estableció su ley periódica de los elementos químicos, base de su ordenación o sistema periódico, en 1869, la cual afirma que al ordenarse los elementos según sus pesos atómicos presentan una periodicidad en sus propiedades.
Cuando Mendeléiev menciona "las soluciones consideradas como asociaciones" se refiere a su estudio (publicado en 1887) sobre las disoluciones acuosas, que considera constituidas por asociaciones de moléculas de soluto hidratadas en un equilibrio dinámico de disociación.
Y la obra cumbre, magna, del químico ruso es Principios de química, cuya primera parte culmina a finales de 1868. En esta obra desarrolla su sistema periódico de los elementos. Se publicaron ocho ediciones en ruso durante la vida de Mendeléiev, la última en 1906, un año antes de morir por una afección de gripe durante el gélido invierno de San Petersburgo. Comenta oportunamente y con toda justicia Pascual Román en su biografía del carismático químico siberiano que Mendeléiev actualizó cada edición con nuevos datos, particularmente los que confirmaban su ley periódica, revisando concienzudamente aquellos aspectos que pudieran entrar en colisión con ella, como los gases nobles, los elementos radiactivos y las tierras raras. El mismo Mendeléiev calificó su obra, los Principios de química, como la más querida de sus criaturas: "contienen todo mi ser, mi experiencia de pedagogo y mis ideas científicas más íntimas".
Y de esas geniales ideas nos beneficiamos todos.
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