[Palacio de Carlos V en Yuste; en primer plano el estanque. Imagen procedente de
Partimos del pintoresco y encantador pueblecito de Garganta la Olla, en la cacereña comarca de La Vera, con rumbo, ascendiendo por la empinada carretera, al monasterio de Yuste. Con la niebla apenas vislumbrábamos el bello paisaje, salpicado de pequeñas cascadas de enérgica y cristalina agua. En un claro del robledal, que poblaba de pardas hojas el suelo invernal, apareció el monasterio de Yuste.
Sabíamos que allí se había retirado, buscando la tranquilidad y belleza del paraje, el emperador Carlos V a comienzos de 1557 tras su abdicación en Felipe II, su hijo. Allí, poco después, murió el rey. Éste había mandado construir un pequeño y austero palacio junto al monasterio de los Jerónimos de Yuste. Mientras esperábamos en la puerta del palacio para entrar me apoyé en la barandilla del amplio balcón y me quedé un rato contemplando cómo caían suavemente las gotas de lluvia sobre el estanque del jardín, formando pequeñas ondas.
Sin embargo, nos contó el guía, no llegó el emperador a vivir allí ni un par de años, pues antes le sobrevino la muerte, no por la gota (vimos el sillón con reposapiés plegables, artefacto ad hoc para su mal), sino por el paludismo, confirmándose las sospechas en este sentido con el análisis del dedo meñique de Carlos V realizado recientemente. Esto, dado mi interés por esta enfermedad, me llamó poderosamente la atención. Al parecer un mosquito infectado del género Anopheles debió picar al monarca. En las aguas de los estanques de palacio debían proliferar los mosquitos. De las aguas estancadas de uno de ellos (diseñados por el ingeniero Juanelo Turriano) provendría el mortal insecto que actuó de vector de la enfermedad que padeció Carlos V (Carlos I de España) en el verano de 1558. A finales de septiembre de ese año, tras sufrir epidosios febriles y un debilitamiento extremo, el emperador falleció en su cama del palacio-monasterio de Yuste, en una habitación ya severamente enlutada por la muerte de la madre del emperador, la reina Juana I de Castilla, unos años antes.
En esta época nada cierto se sabía de la etiología de las fiebres intermitentes y, en consecuencia, tampoco había unas pautas de tratamiento específicas que tuvieran el respaldo de todos los médicos. No obstante, dado que todavía no se tenían noticias en el Viejo Continente de las cualidades febrífugas de la quina, que utilizaban los indígenas americanos (no comenzaron a utilizarla los colonizadores y religiosos españoles hasta la primera mitad del siglo XVII), lo habitual era recurrir al empleo de eméticos (sustancias que provocan el vómito) y sangrías (los médicos seguían las enseñanzas de Hipócrates y Galeno, particularmente la teoría de los cuatro humores) para corregir el desequilibrio humoral.
Sobre este asunto he encontrado un muy interesante artículo ("El final de Carlos V: el paludismo y su dedo meñique", en el recomendable blog "España Eterna"):
http://espanaeterna.blogspot.com/2010/12/el-final-de-carlos-v-el-paludismo-y-su.html
Otras entradas sobre la malaria o paludismo en "El devenir de la Ciencia":
http://devenirdelaciencia.blogspot.com/2009/10/manuel-elkin-patarroyo-o-el-compromiso.html
http://devenirdelaciencia.blogspot.com/2009/05/en-busqueda-de-una-vacuna-eficaz-contra.html
http://devenirdelaciencia.blogspot.com/2010/11/la-malaria-de-roger-casement.html
http://devenirdelaciencia.blogspot.com/2009/12/charlando-sobre-el-arbol-de-la-quina.html
En esta época nada cierto se sabía de la etiología de las fiebres intermitentes y, en consecuencia, tampoco había unas pautas de tratamiento específicas que tuvieran el respaldo de todos los médicos. No obstante, dado que todavía no se tenían noticias en el Viejo Continente de las cualidades febrífugas de la quina, que utilizaban los indígenas americanos (no comenzaron a utilizarla los colonizadores y religiosos españoles hasta la primera mitad del siglo XVII), lo habitual era recurrir al empleo de eméticos (sustancias que provocan el vómito) y sangrías (los médicos seguían las enseñanzas de Hipócrates y Galeno, particularmente la teoría de los cuatro humores) para corregir el desequilibrio humoral.
Sobre este asunto he encontrado un muy interesante artículo ("El final de Carlos V: el paludismo y su dedo meñique", en el recomendable blog "España Eterna"):
http://espanaeterna.blogspot.com/2010/12/el-final-de-carlos-v-el-paludismo-y-su.html
Otras entradas sobre la malaria o paludismo en "El devenir de la Ciencia":
http://devenirdelaciencia.blogspot.com/2009/10/manuel-elkin-patarroyo-o-el-compromiso.html
http://devenirdelaciencia.blogspot.com/2009/05/en-busqueda-de-una-vacuna-eficaz-contra.html
http://devenirdelaciencia.blogspot.com/2010/11/la-malaria-de-roger-casement.html
http://devenirdelaciencia.blogspot.com/2009/12/charlando-sobre-el-arbol-de-la-quina.html
4 comentarios:
Muy interesante vuestro viaje. Te informo que nuestro bisabuelo (abuelo materno de papá) era Francisco Garrayo Guerrero, maestro, a uno de cuyos hijos le puso de nombre Miguel. Es casi seguro que Miguel Garrayo Guerrero, que le da nombre a un colegio de Fuente del Maestre, fuera tb maestro y hermano de nuestro bisabuelo.
Estimado amigo,
Como ya le comenté, le doy las gracias por poner el enlace al artículo de mi blog y le felicito por el suyo, creo que entre los dos se complementan muy bien.
Me permito hacerme seguidor de su blog, esperamos disfrutar de las próximas entradas tanto como lo hemos hecho con esta.
Un abrazo :-)
Fernando, muchas gracias por tus pesquisas. Parece que queda todo aclarado. Por cierto, Fuente del Maestre es un pueblo interesante de visitar.
Pedro, gracias por tu seguimiento. Yo también seguiré tu blog que me parece muy interesante.
Saludos.
Publicar un comentario