[NICOLAS LEMERY. Fuente de la imagen: Wikipedia]
" Entre estos pioneros de la
incipiente ciencia química destacan muy por encima del resto Jean B. van Helmont (1579 – 1644), seguidor de Paracelso como es característico de la época
y riguroso experimentador, y Robert Boyle (1626 – 1691), autor del célebre e
imprescindible libro, punto de inflexión en la trayectoria del saber y el
proceder químico, The Sceptical Chymist (1661).
Van Helmont usó de forma sistemática la balanza para su trabajo experimental (¡pesaba
las sustancias reaccionantes y los productos de las transformaciones
químicas!), estudió los gases (la palabra gas, nombre que él propuso, significa
“caos”) y trató de introducir, siempre con lo que llamaríamos espíritu
científico, sus ideas iatroquímicas en la Medicina. Las obras completas del
médico y químico de Bruselas, Ortus
medicinae vel opera et opuscula omnia, fueron publicadas con este título
por su hijo. Por su parte, Robert Boyle, hijo del conde de Cork, a quien
podríamos llamar “el Galileo de la Química” (“el Newton químico”, si se me
permite la expresión, sería, sin duda, Lavoisier), es el máximo exponente de la
Química, como disciplina científica, en el siglo XVII y sus aportaciones
experimentales y teóricas (defensor de las interpretaciones mecanicistas y
corpusculares de la materia) son de indiscutible valor. En “El químico
escéptico” Boyle exige demostraciones y una rigurosa metodología de trabajo,
planteando los experimentos de laboratorio con un meticuloso control de las
variables que intervienen. Es decir, una metodología genuinamente científica.
La idea de los cuatro elementos aristotélicos, las explicaciones de los
fenómenos físicos mediante “fuerzas ocultas y misteriosas” y los principios de
Paracelso son atacados por Boyle. Es pues un escepticismo altamente productivo.
Se ha dicho con gran acierto que a pesar de la importancia de algunos de los
descubrimientos científicos de Boyle (por ejemplo, sus experiencias con los
gases) su metodología es de superior relieve. Concluimos esta breve referencia
al ilustre químico irlandés citando otros escritos suyos interesantes, siempre
redactados con un lenguaje claro y sencillo (en contraste con la misteriosa
forma de expresión de los alquimistas): Tentamina
quaedam physiologica (1661) y Experimenta
et considerationes de coloribus (1663), además de diversos trabajos
publicados en las Philosophical transactions".
"Lemery
fue un verdadero químico (E. Portela, 1999), impartiendo clases y conferencias
con demostraciones experimentales. En palabras de Portela “su obra reúne las
ventajas de la erudición y de la comprobación personal por el autor de todos
los procesos descritos, lo que le confirió gran credibilidad; queda de
manifiesto un gran salto adelante en la calidad y variedad de los productos químicos
preparados con fines terapéuticos”. El Cours
de Chymie (1675) tuvo un enorme éxito popular, siendo considerado durante
mucho tiempo como el mejor tratado de Química. Se publicaron numerosas
ediciones en francés, varias en inglés y fue traducido también al latín,
alemán, italiano y, como se ha dicho, al español por Félix Palacios. Además de
su ameno carácter divulgativo, la obra de Lemery tiene extraordinario interés
teórico y experimental, con aportaciones verdaderamente originales. Sus ideas
teóricas están muy próximas a las de Boyle, siendo también defensor de la
concepción corpuscularista de la materia. Así, este librepensador de la
química, independiente y lúcido, sostiene una curiosa teoría en la cual
relaciona las propiedades de las sustancias con las supuestas formas de sus
partículas. En esta concepción atomista primitiva, por ejemplo, las partículas
de los ácidos tienen puntas agudas, capaces de agujerear los metales,
explicándose de esta manera la disolución de un metal por un ácido. El aumento
de peso de un metal por la calcinación lo explica diciendo que las partículas
ígneas se introducen en sus poros".
Nota: Esta entrada corresponde a dos fragmentos de mi artículo La
Química a la palestra. Una aproximación a los orígenes de la ciencia
química en España, publicado en El rincón de la Ciencia (junio de 2007).
No hay comentarios:
Publicar un comentario