El médico y naturalista José Celestino Mutis (Cádiz, 1732 - Santa Fe de Bogotá, 1808), "apóstol de Linneo" en Nueva Granada (Colombia), se interesó enormemente por la flora de aquellos territorios americanos, en búsqueda de conocimiento (descripción y clasificación de nuevas especies de plantas) y también indagando particularmente en todo lo referente a las aplicaciones de ciertas especies vegetales, como el "té de Bogotá", la canela americana (diferente de la canela de Ceilán) y, sobre todo, el quino. De los quinos, árboles de la familia de las rubiáceas (género Cinchona, con diferentes especies), se extraía su corteza, la quina, cuyas propiedades febrífugas eran aprovechadas por los indígenas; de ello se percataron los jesuitas (el jesuita jiennense, de Lopera, Bernabé Cobo, 1580-1657, parece ser que se fijó en la quina como medicamento en 1638), que se interesaron sobremanera por tan "milagroso" producto vegetal y lo difundieron por Europa (se llegó a conocer como el "polvo de los jesuitas"). La quina se aplicó exitosamente en el tratamiento de la malaria o paludismo.
(Imagen: corteza y hojas de un árbol de quina, el quino; procedente de www.Ihup.edu)
Según nos dice Juan Pimentel en su libro Viajeros científicos (Ed. Nivola, Madrid, 2001), en el siglo XVIII la quina fue utilizada en el tratamiento de las fiebres tercianas (aquellas que se manifiestan a los tres días, como la malaria), siendo un objetivo fundamental de los viajeros naturalistas, como La Condamine, quien había realizado investigaciones sobre la curativa corteza en la región de Loja (Quito). Según cuenta Pimentel en su libro, el médico Pedro Virgili, quien fuera maestro y protector de Mutis, había sido, a instancias de Ulloa, el primer promotor de la creación de un monopolio de la quina peruana. Asimismo, según Pimentel, el gran naturalista sueco Linneo, "padre de la taxonomía", también mostró gran interés en el estudio del quino, incitando a sus colaboradores a ello, de manera que Mutis le remitió ejemplares de una especie diferente a la Cinchona officinalis (descrita por La Condamine).
(Imagen: hojas y flores de una Cinchona; procedente de www.linnaeus.uu.se)
Así, en 1772, descubrió una especie de quino en los bosques de Cundinamarca (hasta entonces se pensaba que el quino tan sólo crecía en las proximidades del Ecuador). Posteriormente descubrió otras especies de Cinchona, teniendo cuatro de ellas propiedades medicinales.
Mutis publicó sus investigaciones científicas sobre las quinas por entregas en el Papel Periódico de Santa Fe de Bogotá (1793 - 1794).
Tras la muerte de Mutis, su sobrino Sinforoso completó el trabajo del sabio gaditano (hispano-colombiano) sobre las quinas y publicó Historia de los Árboles de la Quina, como obra póstuma de Celestino Mutis. En este importante libro médico-botánico, de 1809, Sinforoso Mutis Consuegra describe siete especies del género Cinchona: C. lancifolia; C. cordifolia; C. oblongifolia; C. ovalifolia; C. longiflora; C. parviflora; y C. flora. Comenta asimismo sus propiedades medicinales.
Sin embargo, más tarde, en 1828, el doctor Manuel Hernández de Gregorio publicó un libro titulado El arcano de la Quina. Obra póstuma del doctor don José Celestino Mutis, que contiene la parte médica de las cuatro especies de Quinas oficiales, sus virtudes eminentes y su legítima preparación. Este "Arcano de la Quina" de Manuel Hernández es realmente el trabajo que Celestino Mutis entregó para su publicación poco antes de morir, en 1807.
Aprovechamos para recomendar en "El devenir de la Ciencia" unos vídeos de interés sobre José Celestino Mutis y la quina:
- "Mutis, el oráculo del reino" (7 pequeños vídeos de animación sobre la vida del sabio naturalista).
- "Ruta Mutis" (una interesante ruta colombiana por los lugares mutisianos).
No hay comentarios:
Publicar un comentario