En estos tiempos de crisis económica, de recortes presupuestarios en nuestros centros de investigación (mientras los grandes banqueros se prejubilan con pensiones escandalosas y jóvenes deportistas mediáticos firman contratos millonarios) leemos en la microcolumna La tronera del diario El Mundo del pasado viernes 2 de octubre:
"Para nosotros, como nación, la ciencia es más importante, por su trascendencia en todos los órdenes, que las actividades artísticas, como el cine o el teatro, que pueden esperar y utilizar incluso el tema de la propia escasez en sus creaciones. Ellos representan un negocio más o menos artístico, mientras que la ciencia es una actividad esencial. [...] Ramón y Cajal lo dijo muy claro: "Lo que el país necesita es plantar árboles y sembrar mentes". ¿Y ahora perderemos lo que se había ya sembrado?" La ciencia y el resto es el título que lleva el pequeño artículo y no lo firma ni un eminente catedrático de Física Nuclear ni un prestigioso investigador del CSIC, sino la sutil pluma de un escritor: Antonio Gala.
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