miércoles, 21 de julio de 2010

La física entre nosotros


La física en la vida cotidiana (RBA), de Alberto Rojo (físico y músico argentino), es de lectura muy recomendable para el público en general, con escasos conocimientos en la materia, pero también para alumnos de Secundaria y, por supuesto, profesores. El subtítulo de la obra divulgativa nos dice mucho: "Cómo entender la física experimentando con objetos de uso diario". Y la cita inicial de I. I. Rabi, premio Nobel de Física, nos aclara la visión, que secundamos, que tiene el autor de cómo compartir la ciencia: "Propongo que la ciencia se enseñe , en todo nivel, del más bajo al más alto, en un sentido humanístico [...]". Interesantes cuestiones (¿se puede medir el radio de la Tierra con un reloj de pulsera?, ¿por qué flotan las nubes?, ¿por qué no se cae la Luna?, etc.), curiosos y sencillos experimentos con objetos cotidianos, explicaciones claras y amenas, y oportunas pinceladas sobre la historia de la ciencia son los ingredientes principales de este librito de introducción a la Física.

La obra se estructura en seis capítulos que abordan aspectos de las diferentes ramas de la física:

- "LO QUE SE VE Y LO QUE SE OCULTA" ( sobre óptica).
- "LO QUE SE FRENA, LO QUE GIRA Y LO QUE SE ACELERA" (sobre mecánica).
- "LO QUE FLOTA, LO QUE VUELA Y LO QUE SE HUNDE" (sobre fluidos).
- "LO QUE SUENA Y LO QUE CALLA" (sobre el sonido).
- "LO QUE SE ATRAE Y LO QUE SE REPELE" (sobre electricidad y magnetismo).
-"LO FRÍO Y LO CALIENTE" (sobre calor y temperatura).

Una amplia bibliografía comentada completa acertadamente el libro.

Añado aquí también un enlace a un resumen de la conferencia de Alberto Rojo, "Borges y la mecánica cuántica": http://www.frbb.utn.edu.ar/utec/15/n04.html

Y como Alberto Rojo también es un excelente guitarrista os dejo una muestra de su música:



lunes, 19 de julio de 2010

El camino del trovador


Es frecuente pensar que la ciencia ha ido siempre avanzando a un ritmo bien marcado por las rigurosas y milimétricamente planificadas investigaciones de los científicos, con unos objetivos claros, siguiendo las estrictas pautas del método científico. Pero la ciencia, que es la forma de conocimiento más fiable que podemos disponer (precisamente debido al control de su método), con su doble componente, la inductiva (observación y experimentación) y la deductiva (teorías, que han de ser falsables según Popper), no se construye tan fácilmente como, ingenuamente, podríamos pensar. Y es que la labor del científico es compleja y, casi siempre, nuevos hallazgos plantean nuevos problemas y tal vez nos abren el portón a insospechados caminos del conocimiento, que habrá que recorrer acaso a oscuras. Además, muy a tener en cuenta, el trabajo científico, como bien señala Timothy Ferris (La aventura del Universo, p. 116; Ed. Crítica - Grijalbo Mondadori; Barcelona, 1995), recibe la influencia de las modas intelectuales, depende del desarrollo tecnológico (cada vez más, dado lo sofisticado de las investigaciones actuales) y pocas veces puede ser planificado de antemano (al menos completamente), pues generalmente el científico se ve obligado a seguir novedosas rutas en busca de un destino desconocido. 

El progreso de la ciencia, nos dice Ferris, "a menudo es menos un avance decidido que un movimiento vacilante, más similar al camino de un trovador ambulante que a la trayectoria recta de una banda militar en marcha".

martes, 13 de julio de 2010

Lectura estival: conociendo la épica "Expedición Balmis"


La estación estival es sin duda idónea para dedicar algún tiempo a la lectura, particularmente a esas obras que nos permiten viajar con la imaginación a otros lugares, tal vez remotos, y vivir entre sus páginas aventuras e historias extraordinarias. Y este verano una de nuestras elecciones puede ser la novela histórica (ésta me parece que se aleja de los temas habituales) Ángeles custodios, de Almudena de Arteaga (en Ediciones B; 2010), en la que se narran las vicisitudes de la "Real Expedición Filantrópica de la Vacuna", dirigida a comienzos del siglo XIX (reinando en España Carlos IV) por el médico y cirujano alicantino Francisco Javier Balmis. La expedición de Balmis, que duró varios años, pretendía extender la vacunación contra la viruela (recordemos que la vacuna fue descubierta por el inglés Edward Jenner en 1796) en los virreinatos de ultramar. El problema fundamental era la conservación de la vacuna durante el periplo por los océanos. Por ello Balmis decidió utilizar a veintidós niños de un orfanato de La Coruña, regentado por Isabel de Cendala (quien se incorporó a la expedición sanitaria como única mujer), como cadena de inoculados que actuaban de portadores de la vacuna. El María Pita zarpó en 1803 de La Coruña con rumbo a Nueva España para emprender la campaña de vacunación, primero allí y posteriormente en Filipinas. La apasionante historia de esta aventura científica de tanta importancia se nos narra en Ángeles custodios.

Para profundizar en Balmis y en su memorable expedición: http://www.balmis.org/

Y merecen la pena estos vídeos de la Ruta Quetzal dedicados a Francisco Javier Balmis y su filantrópica expedición por tierras americanas (en el bicentenario de su llegada a Méjico):



PS:
Conozco ahora la publicación de otra novela basada en la "Expedición Balmis"; se trata de Los hijos del cielo (Ed. Martínez Roca; Madrid, 2010), del biólogo, escritor y periodista científico Luis Miguel Ariza. Si leemos la sinopsis de la novela de Ariza veremos que, aunque con el mismo trasfondo histórico, el argumento es muy diferente a Ángeles custodios y, por tanto, el lector del  libro de Almudena de Arteaga podrá disfrutar también con el de Ariza.


Incluyo el podcast del programa Siluetas (RNE1) del domingo 26 de septiembre de 2010, en el que se realiza una amplia entrevista a Luis Miguel Ariza, hablándonos este no sólo de su última novela, Los hijos del cielo, sino también de las anteriores: