sábado, 10 de diciembre de 2016

Bóreas (el viento del norte)

[Bóreas rapta a Oritía, óleo de Peter P. Rubens (1620). Bóreas era el dios griego del frío viento del norte. De la estirpe de los Titanes, Bóreas, que habitaba en la fría región septentrional de Tracia, poseía gran fuerza  y era representado con alas y barbas. Los cuatro dioses griegos de los vientos eran hijos de Astreo y de Eos:  Bóreas (del norte), Notos (viento cálido y tormentoso del sur), Euro (del este) y Céfiro (viento del oeste, el que "preñaba a las raudas yeguas lusitanas".
 Más información y procedencia de la imagen aquí]


[La ráfaga de viento es un cuadro del paisajista francés Jean François Millet (hacia 1871 -73). La pintura del normando es muy expresiva y nos traslada a un frío escenario azotado violentamente por el viento. Para saber más consúltese la magnífica Pinacoteca meteorológica de José Miguel Viñas, en http://www.divulgameteo.es/pinacoteca.html]


El viento del norte no sólo nos trae frío -en invierno provocando una sensación térmica que nos deja helados- sino que en ocasiones nos sorprende con maravillosas melodías boreales. Es lo que ocurre con Le Vent du Nord, imprescindible grupo de Quebec, que junto con temas tradicionales en francés de aquellas tierras americanas nos fascina con aires iroqueses.

Sacad vuestro espíritu salvaje y disfrutad de la naturaleza:



jueves, 17 de noviembre de 2016

Un poeta ilustrado ante la ciencia

[Retrato de JUAN MELÉNDEZ VALDÉS realizado por Goya (1797).
Procedencia de la imagen aquí]


“La poesía de Meléndez Valdés constituye el núcleo fundamental del esfuerzo ilustrado para operar en la conciencia de sus lectores en la dirección del cambio”.



Como en El devenir de la ciencia nos interesan sobremanera las relaciones de la ciencia con los demás ámbitos de la cultura, traemos aquí de vez en cuando alguna que otra pincelada que ilustre este sugestivo vínculo, tantas veces obviado.

Fijamos hoy la atención en el poeta ilustrado español Juan Meléndez Valdés (1754 - 1817), figura esencial en el panorama literario del siglo XVIII en nuestro país, fino poeta neoclásico -también precursor del Romanticismo- que se interesó por la ciencia (evolucionó hacia una poesía filosófica y recibió el poderoso influjo de Jovellanos), como se observa en las alusiones que hace a ella en su obra: Oda a la verdad, Oda a un lucero, Inmensidad de la Naturaleza y bondad inefable de su Autor, A las estrellas, La aurora boreal, entre otras. Como botón de muestra, unos versos de la Oda a la verdad (1797):


En ellos embebido
a Siracusa el griego a saco entrada
no ve, herido de la atroz espada
da su vida gloriosa;
y el gran Newton subido
a la mansión lumbrosa,
cual Genio alado tras los astros vuela,
y al mundo absorto la atracción revela.


Vemos cómo Meléndez Valdés hace referencia a la muerte de Arquímedes en Siracusa en el 212 a. C., asesinado por un soldado romano que le atravesó el cuerpo con su espada. Y también menciona al genial Newton, descubridor de la ley de la gravitación, la atracción universal.


Y de un signo distinto, pero interesante, es su oda De las Ciencias (1784). En esta composición poética perteneciente a las Odas anacreónticas, de evidente carácter hedonista, Meléndez Valdés nos muestra su preferencia por los placeres de la vida frente a los sinsabores y las dificultades del trabajo científico. Veamos unos versos:


Apliqueme a las ciencias,
creyendo en sus verdades
hallar fácil alivio
para todos mis males.
¡Oh! ¡Qué engaño tan necio!
¡Oh! ¡Cuán caro me sale!
A mis versos me torno
y a mis juegos y bailes. 

[...]

Aténgome a mi Baco,
que es risueño y afable;
pues los sabios, Dorila,
ser felices no saben.
¿Qué me importa que fijo
cual un bello diamante
el Sol esté en el cielo;
como él nazca a alumbrarme?

[...]

Los que estudian padecen
mil molestias y achaques,
desvelados, y tristes,
silenciosos, y graves.
¿Y qué sacan? Mil dudas;
y de estas luego nacen 
otros nuevos desvelos,
que otras dudas les traen.

[...]


Efectivamente, el duro trabajo del investigador lleva con suerte a unas conclusiones que, en principio resuelven un problema, pero que suelen llevar al planteamiento de nuevos interrogantes. Pero, lejos de ser esto motivo de decepción y desánimo, el científico sabe que se encuentra ante una oportunidad de ampliar el conocimiento, de abrir nuevos senderos. Un científico debe conformarse con ir obteniendo una visión cada vez más precisa de la realidad, pero bien sabe que su tenaz tarea es una búsqueda sin término. Eso sí, tal vez la más apasionante de todas las búsquedas.


NOTAS:

(1) Para profundizar más sobre el poeta extremeño Juan Meléndez Valdés puede leerse esta biografía de la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes.

(2) En 2004 se produjo el 250 aniversario del nacimiento del poeta, pasando desapercibido. En 2017 se cumplirán 200 años de su muerte. Deseamos que en esta ocasión el considerado mejor poeta español del siglo XVIII, Juan Meléndez Valdés, aunque literato no muy original, sí de indiscutible valor en ese período de transición entre el Neoclasicismo y el Romanticismo, reciba la atención que merece. 



jueves, 20 de octubre de 2016

El gran conflicto

El pasado verano disfruté de varias charlas y conferencias por Internet; una de ellas me resultó especialmente agradable y amena. Se trataba de la impartida por nuestro estimado físico teórico e historiador de la ciencia, amén de académico de la Lengua, José Manuel Sánchez Ron, quien de forma sosegada y amable nos muestra su particular visión de la realidad, visión que, en gran medida, compartimos. Aquí el vídeo de aquella singular sesión de la Thinking Party 2011 (Fundación Telefónica):




Quiero destacar un aspecto de aquella charla (si bien el conjunto es de gran interés): sus certeros comentarios sobre un conflicto teórico de enorme trascendencia, el conflicto o la incompatibilidad entre las dos grandes teorías revolucionarias de la física, el gran conflicto entre la mecánica cuántica y la teoría de la relatividad. Sabido es que desde un principio fue un escollo el tratar de compatibilizar o de emplear simultáneamente ambas teorías, aparentemente irreconciliables. Sin embargo, por separado, son dos teorías muy exitosas con gran capacidad predictiva (pensemos, por citar ejemplos actuales, en la observación de las ondas gravitatorias, predichas por la Relatividad General, y en el prometedor campo de la computación cuántica, con Juan Ignacio Cirac a la cabeza). El propio Einstein trató, infructuosamente, en los últimos treinta años de su vida, de unificar en un solo modelo teórico la explicación de todas las fuerzas fundamentales de la naturaleza. El conflicto entre la teoría de la relatividad especial y la mecánica cuántica pudo salvarse gracias a la Teoría Cuántica de Campos (que culmina a mediados del pasado siglo, después de décadas de laboriosa búsqueda), a la vez cuántica y relativista (especial). Esta teoría de unificación (en la que las partículas son las excitaciones cuánticas del campo) es capaz de explicar, entre otros hechos fundamentales, la existencia de las partículas (y las antipartículas). La mencionada Teoría Cuántica de Campos es un gran logro y aún sigue desarrollándose. Sin embargo, sólo ha podido aplicarse con éxito a tres de las interacciones fundamentales: electromagnética, nuclear débil y nuclear fuerte. La gravedad se resiste a ser domada, a ser tratada cuánticamente (a pesar de los intentos teóricos, matemáticos y especulativos sin evidencias experimentales u observacionales; piense el lector en la sugestiva y bella teoría, o teorías, de cuerdas o supercuerdas, la mejor candidata hasta la fecha para ser una teoría de unificación que explique todas las interacciones fundamentales, en la que todo estaría en última instancia compuesto por unos minúsculos hilos o cuerdas vibrantes mucho más pequeñas que un átomo y el espacio tendría ¡diez dimensiones!). Puesto que la teoría actual de la gravitación es la teoría de la relatividad general de Einstein, tenemos aquí un gran conflicto entre la Mecánica Cuántica y la Relatividad General, teorías que, como se ha dicho, son un enorme logro conceptual y funcionan a las mil maravillas... ¡por separado!

En su charla, José Manuel Sánchez Ron dice certeramente:  

"Admiro profundamente la relatividad general de Einstein, con la que construimos nuestros modelos cosmológicos, pero creo que la física cuántica es más fundamental".

Y añade:

"No sabemos cómo hermanar la relatividad general con la física cuántica; pero si hay un problema, yo creo que al final habrá que sacrificar la relatividad general frente a la física cuántica".


Es la física cuántica, puntualiza Sánchez Ron, la menos comprensible ("si alguien no queda desconcertado con la física cuántica es que no la ha entendido bien", dijo Niels Bohr) y la más sorprendente de las teorías, que funciona maravillosamente, que nos habla de la realidad física (la realidad biológica la ve nuestro físico e historiador de la ciencia con los "ojos de Darwin").


La teoría de la relatividad general describe el espacio a gran escala, y nos permite el estudio de objetos muy grandes como las galaxias, Se suele visualizar el espacio como una cama elástica que se deforma curvándose debido a la masa de los cuerpos (así se explicaría, por ejemplo, el movimiento en su órbita de un planeta alrededor del Sol, la atracción gravitatoria de Newton se transforma en la Relatividad General de Einstein en una deformación del espacio-tiempo). El comportamiento de los átomos y de las partículas que los componen (electrones, protones y neutrones; estos dos últimos formados a su vez por quarks) queda descrito perfectamente por la desconcertante mecánica cuántica, donde "suceden cosas extrañas" e impera el azar (se habla de probabilidades de sucesos) y la incertidumbre. Es la física de los cuantos, de los valores y saltos discretos (por ejemplo, de energía). Nada que ver con el espacio-tiempo de la Relatividad General, en el que la presencia de materia y energía lo deforma suave y continuamente (piénsese en la imagen de una cama elástica con una pesada bola en su centro). El conflicto está servido. ¿Qué hacemos con la gravitación? ¿No puede tratarse cuánticamente? (véase gravedad cuántica)


[Deformación del espacio-tiempo según la Relatividad General. Procedencia de la imagen: SINC;  enlace aquí]


Ambas teorías son incompatibles a una escala pequeñísima, difícil de concebir, al penetrar en el minúsculo espacio marcado por la longitud de Planck (¡del orden de 10-35 metros!), cuyo valor depende de la velocidad de la luz, la constante de gravitación universal y la constante del mundo cuántico, la constante de Planck. A esta escala la indeterminación cuántica se hace muy grande y el espacio se hace "caótico y turbulento", completamente alejado de la visión del espacio, suave y tranquilo, que nos presenta la teoría de la relatividad general de Einstein. Aquí no podemos utilizar simultáneamente ambas teorías sin llegar a resultados absurdos.




PARA SABER MÁS:

- La física pende de una cuerda (por Daniel Martín Reina, en ¿Cómo ves? Revista de Divulgación de la Ciencia de la UNAM; Nº 108). 


EN YOUTUBE:








miércoles, 14 de septiembre de 2016

Gloria de un científico español: los anillos de Ulloa (2ª parte)

[Estatua de ANTONIO DE ULLOA (obra del escultor José Alcoverro; 1899) en el Palacio de Fomento, en Madrid, actual sede del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, bello edificio de finales del XIX] 


En una entrada anterior dedicábamos unas líneas de homenaje al gran científico y marino de la Ilustación española, Antonio de Ulloa (1716 - 1795), con motivo del tercer centenario de su nacimiento. Y decíamos que pretendíamos fijar nuestra atención en un hallazgo poco divulgado de Antonio de Ulloa, realizado durante la expedición a tierras ecuatoriales americanas y publicado en las Relaciones Históricas... (1748): las glorias observadas en el páramo de Pambamarca, un interesante fenómeno óptico atmosférico. 


En la Relación histórica del viaje a la América meridional (1748), en la que se muestran fenómenos extraordinarios observados por Jorge Juan y Antonio de Ulloa en las cimas de los Andes (Lib. VI; Cap. IX; pp. 592 -3), se describe este fenómeno óptico de las glorias o anillos de Ulloa por primera vez:


"Al tiempo de amanecer se hallaba todo aquel cerro envuelto en nubes, muy densas, las que con la salida del Sol se fueron disipando, y quedaron solamente unos vapores tan tenues,  que no los distinguía la vista: al lado opuesto por donde el Sol salía en la misma montaña, a cosa de diez toesas distante, de donde estábamos, se veía como en un espejo representada la imagen de cada uno de nosotros, y haciendo centro en su cabeza tres iris concéntricos; cuyos últimos colores, o los más exteriores del uno tocaban a los primeros del siguiente; y exterior a todos y algo distante de ellos se veía un cuarto arco formado de un solo color blanco: todos ellos estaban perpendiculares al horizonte; y así como el sujeto se movía de un lado para otro, el fenómeno le acompañaba enteramente en la misma disposición, y orden: pero lo más reparable era, que hallándonos allí casi juntos seis, o siete personas, cada uno veía el fenómeno en sí, y no lo percibía en los otros: la magnitud del diámetro de estos arcos variaba sucesivamente a proporción que el Sol se elevaba sobre el horizonte; al mismo tiempo se desvanecían todos los colores, y haciéndose imperceptible la imagen del cuerpo, al cabo de buen rato desaparecía el fenómeno totalmente; en los principios era el diámetro del iris interior tomado en el último color, que le correspondía, de 51/2 grados a corta diferencia; y el del blanco exterior y apartado de todos 67 grados: cuando empezaba el fenómeno, parecían los arcos en figura oval, o elíptica correspondiente al disco del Sol, y después se perfeccionaba, hasta quedar perfectamente circulares: cada uno de los pequeños constaba de encarnado, o rojo: este se desvanecía, y formaba el naranjado; a quien seguía el amarillo, y desvanecido se convertía después en pajizo; y a su continuación estaba el color verde, siendo en todos ellos el exterior el rojo."


[Espectro de Brocken y anillos de Ulloa de un montañero en los Pirineos. Foto de Ramón Monedero. Procedencia de la imagen: METEOBINEFAR.]


Las glorias o anillos de Ulloa son un fotometeoro o fenómeno óptico atmosférico a menudo asociado al espectro de montaña o espectro de Brocken, esa enorme sombra (de apariencia "fantasmal") que se proyecta sobre un mar de nubes o neblina al otro lado del sol y que, con suerte, podemos contemplar desde la ladera de una montaña o la ventanilla de un avión. Una gloria se compone de varios anillos concéntricos coloreados (el rojo, más externo, como nos contaba Antonio de Ulloa) y consiste en un fenómeno óptico en el que intervienen la difracción, la reflexión y la refracción de la luz, que es retrodispersada (es decir, hacia atrás, hacia la fuente luminosa, el sol) por una nube de pequeñísimas gotitas de agua de tamaño uniforme.

Nuestro amigo y excelente divulgador de la meteorología, el físico José Miguel Viñas. nos explica el espectacular fotometeoro de las glorias en su libro Introducción a la Meteorología (Almuzara, 2010). Dice Viñas que el fenómeno que nos ocupa, descrito por primera vez por el sevillano Antonio de Ulloa en 1748, guarda semejanza con el bien conocido arco iris, aunque tiene un origen algo distinto. Asimismo hay que tener en cuenta el tamaño angular del fenómeno, mucho menor en las glorias que en el bello y magno arco iris.

Como se ha dicho, la gloria es el resultado de una dispersión de la luz hacia la fuente luminosa, que previamente incidió sobre una nube. En el caso de las glorias, más que la refracción de la luz al atravesar las gotitas de agua, como ocurre en la formación del arco iris, aunque el fenómeno también ocurre, tienen especial relevancia los fenómenos de reflexión y difracción de la luz, particularmente este último. Nos comenta Viñas que los fenómenos de interferencia que ocurren al difractarse la luz (recordemos que la luz es una onda electromagnética) en torno a los bordes del objeto que produce la sombra o espectro de Brocken (el montañero o el avión), son los responsables de que aparezcan franjas luminosas separadas que rodean el punto antisolar (el lado opuesto al sol).


ENLACE:




jueves, 25 de agosto de 2016

Un reloj antihorario

[Reloj mecánico antihorario de la cara oeste de la antigua puerta este (Isartor) de Múnich (permítanme el juego de palabras). Procedencia de la imagen e información aquí]

Estamos en Múnich, la animada capital de Baviera. Nos dirigimos hacia el río Isar desde Marienplatz, el corazón histórico de la ciudad, por Talstrasse. Es hora de cenar y nos sentamos en una pizzería. Saboreamos unas estupendas cervezas alemanas de nombres impronunciables para nosotros (las elegimos digitalmente, es decir, señalándolas con el dedo en la carta) mientras esperamos las ansiadas pizzas. De pronto, casi con un sobresalto, advierto que el reloj de la torre medieval que tengo frente a mí no marca la hora correcta. No doy crédito a lo que estoy viendo. No puede ser. ¡Un reloj en Alemania que no funciona! Estoy acostumbrado a ello en mi tierra, pero aquí no puede ser. Llevo días comprobando que no hay reloj de iglesia, torre o edificio público que no vaya a la perfección. Aquí está la excepción. Pues no. Una mirada más detenida me permite darme cuenta que el susodicho reloj de la torre funciona impecablemente, aunque lo hace en sentido antihorario, es decir, hacia la izquierda (levógiro). Cuando decimos que gira hacia la izquierda queremos decir que las manecillas hacen un recorrido de derecha a izquierda en la mitad superior de la esfera (el círculo) del reloj mecánico. Lo normal es que las manecillas tengan un sentido de giro hacia la derecha (dextrógiro), como hace el recorrido de la sombra proyectada por el gnomon de un reloj de sol horizontal (en el vertical, de pared, ocurre al contrario) en el hemisferio norte.

Es decir, el paradójico reloj de la torre principal de la puerta del Isar (Isartor) tiene un sentido de giro "en contra de las agujas del reloj", antihorario. Para comprender el sentido de esta simpática anécdota relativa a la medida del tiempo hay que saber que la Isartor alberga el museo dedicado al actor cómico muniqués de principios del pasado siglo Karl Valentin. Sin duda, el reloj antihorario de la cara que da hacia el centro de la ciudad (opuesto al río)  de la antigua puerta del Isar es un guiño humorístico en homenaje a aquel célebre cómico, llamado a veces el "Chaplin de Alemania". Por cierto, no es el único reloj mecánico antihorario del mundo. El presidente de Bolivia, Evo Morales, decidió hacer girar también al revés (sentido levógiro) el reloj de la cúpula de la Asamblea Legislativa en La Paz, con la finalidad de reivindicar la presencia y relevancia de Bolivia, en el hemisferio sur, frente a las potencias del norte (¿conoce el lector otro reloj mecánico que gire hacia la izquierda en algún edificio histórico del mundo?).



PARA SABER MÁS (pínchese en el enlace):



jueves, 28 de julio de 2016

Gloria de un científico español: los anillos de Ulloa

[Lámina XIV de la Relación histórica del viaje a la América meridional (1748), en la que se muestran fenómenos extraordinarios observados por Jorge Juan y Antonio de Ulloa en las cimas de los Andes. En la parte superior, la gloria o anillos irisados vista en la montaña Pambamarca en el transcurso de la expedición geodésica hispano-francesa al ecuador. Podemos leer en dicha lámina: "El fenómeno de los tres iris observado por la primera vez en Pambamarca, y después repetido en otras varias montañas" (Fig. 2). En la misma lámina de la Relación histórica aparece la erupción del colosal volcán andino Cotopaxi: "Cerro de Cotopaxi nevado como pareció en la reventazón que hizo el año de 1743" (Fig. 1). El Cotopaxi es un estratovolcán activo muy peligroso situado a unos 45 km al sureste de Quito. Debido a su gran altitud, de casi 5.900 metros sobre el nivel del mar, tiene una cobertura glaciar y sus erupciones pueden provocar enormes lahares o flujos de lodo y escombros (consecuencia de la fusión del glaciar), arrasando a su paso poblaciones y cultivos de los valles próximos, tal como ocurrió en 1743 y 1744, y de lo que da testimonio Antonio de Ulloa en su Relación histórica (1748), cuando el Cotopaxi erupcionó violentamente, fundiéndose sus nieves perpetuas y ocasionando terribles avalanchas con gran devastación en la zona de Latacunga. Asimismo observamos en la parte baja de la lámina un tercer fenómeno de interés; se trata de la proyección sobre la falda de una montaña de tres arcos blancos formados por la luz lunar: "Fenómeno del aro de la Luna observado que se proyecta en las faldas de los cerros" (Fig. 3).
Fuente de la imagen: www.memoriachilena.cl]




Ciertamente no me extraña que en la galería de los doce sevillanos ilustres del bello Palacio de San Telmo (un espléndido conjunto de una docena de esculturas de Antonio Susillo, realizado en 1895 por encargo del duque de Montpensier) no se encuentre una estatua del eximio científico y marino sevillano Antonio de Ulloa (1716 - 1795), descubridor del platino e impulsor del desarrollo científico y técnico en la España del siglo XVIII (cuando nuestro país, de la mano de políticos reformistas como el ilustrado marqués de la Ensenada, hace un esfuerzo por modernizarse). Sí me preocupa más que a estas alturas de siglo aquel eminente hombre de ciencia sea poco conocido en su país e incluso en su ciudad natal (en la cual, que uno sepa, tan sólo se le ha dedicado el nombre de una calle, Almirante Ulloa, donde nació, y una placa que lo recuerda). ¿No se merece algo más Antonio de Ulloa en Sevilla? Más que nada para que todos sepamos que en nuestra bonita ciudad, de pintores y poetas, también ha habido científicos como Ulloa que han realizado una labor notable en su tiempo, favoreciendo el progreso, y que, además, lograron reconocimiento internacional. Este año se cumplen trescientos años del nacimiento de Antonio de Ulloa y mi ciudad como si nada. Al menos el pasado año se organizó una interesante exposición en el Archivo General de Indias dedicada a la biblioteca del insigne marino y científico sevillano. Pero debe llevarse a la práctica un proyecto más ambicioso que sea capaz de enraizar en la ciudadanía.



[Placa conmemorativa dedicada a Antonio de Ulloa, descubridor del platino, en la fachada de su casa natal, actual calle Almirante Ulloa (en el centro de Sevilla).
Procedencia de la imagen: http://www.galeon.com/juliodominguez/2008/ulloa.html]


[Placa conmemorativa dedicada a los marinos y científicos Jorge Juan (1713 -1773) y Antonio de Ulloa (1716 - 1795), elegidos muy acertadamente para representar a la corona española en la célebre expedición geodésica hispano-francesa al Virreinato del Perú, donde realizaron medidas precisas y estudiaron la naturaleza de la región. La placa se encuentra en la calle Pelota de Cádiz.
Procedencia de la imagen: https://placasdecadiz.com/2010/02/26/jorge-juan-y-antonio-de-ulloa/]


Por si no fuera bastante el haber anunciado al viejo continente la existencia de un metal desconocido para los europeos, la platina o platino, y el haber contribuido a la determinación de la forma exacta de la Tierra (achatada por los polos), amén del estudio de la rica naturaleza americana, Antonio de Ulloa fue una figura clave en el difícil desarrollo científico y técnico de España. Digamos como ejemplo de ello que en 1752 presentó al gobierno un proyecto de Gabinete de Historia Natural, germen del posterior Real Gabinete creado por Carlos III;  y, asimismo, fundó y dirigió el primer laboratorio metalúrgico de nuestra nación (en Madrid) y desarrolló labores técnicas en la minería del azogue o mercurio (en Almadén y Huancavelica, las más importantes minas de cinabrio en Europa y América, respectivamente, de gran importancia para la extracción de la plata). Desde joven su prestigio internacional fue considerable. Así, por ejemplo, a los treinta años era ya miembro de la  Royal Society y a lo largo de su vida irá formando parte de algunas de las principales Academias científicas de Europa. Notable es la relación de sus obras y escritos, algunos muy conocidos (como la Relación Histórica... y las Observaciones Astronómicas...; de 1748, escritos con Jorge Juan). El listado completo de obras de Ulloa puede hallarse en Entre España e Hispanoamérica: Antonio de Ulloa, un hombre de su tiempo. Sus escritos y publicaciones, de ANTONIO GUTIÉRREZ ESCUDERO (Escuela de Estudios Hispano Americanos, CSIC; II Centenario de Don Antonio de Ulloa, Sevilla, 1995, págs. 257 - 270).

Sin embargo, queremos fijar hoy nuestra atención en un hallazgo poco divulgado de Antonio de Ulloa, realizado durante la expedición a tierras ecuatoriales americanas y publicado en las Relaciones Históricas... (1748): las glorias observadas en el páramo de Pambamarca...


(CONTINUARÁ)

miércoles, 15 de junio de 2016

Terror en el laboratorio (200 años de Frankenstein)



Terror en el laboratorio: de Frankenstein al doctor Moreau es el título de la exposición en la Fundación Telefónica que no quiero dejar de recomendar, de temática sumamente atractiva. Y es que hace 200 años nacía en la mente de la escritora inglesa Mary Shelley el paradigma de engendro de la ciencia: Frankenstein. De una ilustre y peculiar reunión en Suiza, en el verano del "año que no tuvo verano" (consecuencia de la enorme emisión de cenizas de la erupción volcánica el año anterior del lejano Tambora), surgió el ficticio engendro.

[Volcán Tambora. Procedencia de la imagen aquí]

José Miguel Viñas nos explica perfectamente en su web,http://www.divulgameteo.es/, las características de una nube volcánica:

"Las nubes de origen volcánico presentan algunas particularidades que las distinguen claramente de las convencionales. Los materiales incandescentes que lanza con furia el volcán hacia arriba generan de inmediato un gigantesco pirocúmulo que gana altura con rapidez. En su interior conviven gases tóxicos procedentes de las emanaciones del volcán, con vapor de agua y abundantes piroclastos, que serían los fragmentos de roca volcánica de diferentes calibres -desde las cenizas más pequeñas, con diámetros siempre inferiores a los 2 mm, hasta piedras de considerable tamaño- que tiñen la nube de un color negro característico. La fricción a la que se ven sometidos los distintos materiales ardientes genera una separación de cargas eléctricas, lo que suele dar como resultado la aparición de rayos dentro de la nube de cenizas."

En Byron, el geólogo y escritor Jorge Ordaz (autor del blog "Obiter dicta" que, entre otras, contiene la fascinante y original sección "Geoletras" sobre las relaciones entre la geología y la literatura) nos describe así la mayor erupción volcánica que registra la historia (la gigantesca del Toba pertenece a la prehistoria, cuando Homo sapiens daba sus primeros pasos por el planeta), la del Monte Tambora en 1815:

"Una colosal columna de cenizas se elevó hasta una altura de más de 40 km. Más de 10.000 personas murieron a consecuencia del flujo piroclástico. Le siguieron hambrunas que acabaron con la vida de más de 100.000 habitantes de las Indias Orientales. El dióxido de azufre emitido durante la erupción y acumulado en forma de aerosol ácido en las altas capas de la atmósfera tuvo efectos climáticos a corto plazo, reduciendo durante más de un año el calor solar en la superficie del planeta."

Y así, el verano siguiente el tiempo fue frío y desapacible en la distante Europa, como consecuencia de la gran nube de cenizas expulsada por el volcán de la isla indonesia de Sumbawa. Un gélido verano no conocido, de manera que, sin exagerar, aquel 1816 fue llamado "el año en el que no hubo verano". Y lo cierto es que los europeos no podían sospechar la causa. Curiosamente, nos cuenta  Jorge Ordaz, aquel oscuro verano de 1816 propició la aparición de dos de los relatos de terror más célebres de la literatura inglesa: Frankenstein, de Mary Shelley, y El vampiro, de John William Polidori, médico particular de lord Byron.

Mas no sólo fueron esas las consecuencias literarias de aquel  frío y tenebroso 1816. Lord Byron, inspirado por aquello, escribió el poema Darkness ("Oscuridad"). Los primeros versos nos describen poéticamente a la perfección lo que percibía y sentía el escritor romántico:

I had a dream, which was not all a dream.
The bright sun was extinguish´d, and the stars
did wander darkling in the eternal space,
rayless, and pathless, and the icy earth
swung blind and blackening in the moonless air;
[...]






domingo, 8 de mayo de 2016

¿Nos vamos de conferencias? (expediciones científicas a América)

[Pintura de F. G. Weitsch (1810) en la que vemos a Humboldt y a su compañero de expedición, el médico y botánico francés Bonpland, en su viaje por los Andes. Al fondo se alza, impresionante, el gran volcán Chimborazo, en Ecuador. En la pintura de Weitsch vemos al naturalista alemán Alexander von Humboldt junto a un indio, que le está dando un sextante. Junto al árbol se representa a Bonpland preparando su herbario. En 1802 se trasladaron de Popayán (en la actual Colombia) a Quito (Ecuador). Humboldt permaneció ocho meses en Ecuador, ascendiendo a dos colosales volcanes andinos (amén de otros): el Pichincha  y el Chimborazo. En junio de 1802 Alexander von Humboldt acomete la escalada a la cima del gran volcán Chimborazo (de una altitud próxima a los 6.300 metros sobre el nivel del mar, el punto de la superficie más alejado del centro de la Tierra, debido a su situación en el ecuador de nuestro planeta). A comienzos del siglo XIX el Chimborazo estaba considerado como la montaña más alta de la Tierra. El viajero y científico alemán no pudo culminar su intento, pues se quedó a unos 400 metros de la cumbre del volcán al ver cortado su paso por una gran grieta imposible de salvar.]



Luis Carandell dice con acierto en el prólogo al libro Viajeros científicos (de Juan Pimentel, en Editorial Nivola, sobre las tres grandes expediciones científicas al Nuevo Mundo protagonizadas respectivamente por Jorge Juan y Antonio de Ulloa, José Celestino Mutis y Alejandro Malaspina) que la historia de la ciencia es paralela a la de los viajes, pues la curiosidad que lleva al hombre a investigar y la que le lleva a viajar son del mismo orden. "Responden ambas al imperioso deseo de conocer y comprender el mundo", puntualiza el inolvidable periodista y escritor, cronista de viajes. España jugó en estas empresas geográficas y científicas un papel relevante gracias al descubrimiento de un Nuevo Mundo, repleto de maravillas naturales y riquezas minerales, con una fauna y flora desconocidas para los europeos.

Animo al lector a que disfrute alguna conferencia, sin salir de casa, sobre las grandes expediciones científicas al continente americano. Aquí dejo dos, de Miguel Ángel Puig-Samper, sobre el tema. En la primera, titulada La exploración científica de América, se hace un repaso de las aportaciones de las diferentes expediciones y viajes a territorios americanos para el conocimiento de su naturaleza (y, claro está, para obtener de él una utilidad, como es el caso de la febrífuga quina americana). Aunque, al abarcarse desde el descubrimiento del Nuevo Mundo hasta nuestros días, resulta imposible entrar en detalles, me sabe a poco lo dedicado a la expedición geodésica hispano-francesa al Ecuador (1735 - 1744) en la que tan magnífica labor desarrollaron los entonces jóvenes marinos Jorge Juan y Antonio de Ulloa. Asimismo echo en falta una mención en el siglo XVII a Bernabé Cobo. 

La segunda conferencia, Alexander von Humboldt, el explorador del Cosmos, se centra ampliamente en el gran viajero y naturalista alemán. De Humboldt (1769 - 1859) dijo el filósofo alemán F. Adolf Trendelenburg en 1861:


"Fue un vínculo vivo que unió a los científicos de ambos hemisferios y trabajó como el que más en pro del intercambio de ideas y de la colaboración científica y académica. Tras unos viajes que supusieron el redescubrimiento de América y un conocimiento mucho más profundo de Siberia, comenzó, ya entre nosotros y en el ocaso de su ajetreada existencia, su última tarea con la cual culminó su concepción de la Naturaleza como un todo movido y animado por fuerzas internas. Todos los pueblos consideraron que Kosmos era  el regalo de una inteligencia poderosa, y si alguien pudo reinar sobre los vastos dominios del saber, acrecentados a lo largo de los siglos y estructurarlos a la manera de un artista hasta lograr una descripción amena y elegante, ese fue él".

(Fragmento recogido en Humboldt, de Adolf Meyer-Abich, Biblioteca Salvat de Grandes Biografías; Barcelona, 1985)











sábado, 9 de abril de 2016

A propósito de Altamira

La recientemente estrenada película Altamira tiene no pocas grietas y goteras. A pesar de ello se agradece el esfuerzo divulgativo y el filme se deja ver.



La historia del descubrimiento de la cueva y las controversias surgidas, entendidas en su contexto histórico,  constituyen buen ejemplo de la dificultad para defender ideas novedosas que chocan con el paradigma establecido o con el dogmatismo.

Aquí un par de buenos documentales de la televisión pública española:


       


domingo, 27 de marzo de 2016

Las observaciones astronómicas y físicas de Jorge Juan y Antonio de Ulloa

[Procedencia de la imagen aquí]


"El principal fin del viaje, fue el averiguar el verdadero valor de un grado terrestre sobre el ecuador, para que cotejado este con el que resultase tener el grado, que habían de medir los astrónomos, enviados para esto al norte, se infiriese sin duda, de uno, y otro, la figura de la Tierra, y además de su utilidad, se decidiese de una vez, con tan ilustres experiencias, esta ruidosa cuestión, que ha agitado a todos los matemáticos, y aun a las naciones enteras por casi un siglo".


[Del Prólogo de las Observaciones astronómicas y físicas hechas de orden de S. Mag. en los Reinos del Perú, de las cuales se deduce la figura y magnitud de la Tierra y se aplica a la navegación; impreso en Madrid en 1748. Obra de JORGE JUAN y ANTONIO DE ULLOA]


Esta obra capital de los eximios marinos y científicos españoles Jorge Juan (1713 - 1773) y Antonio de Ulloa (1716 - 1795) es una de las que podemos disfrutar en los fondos digitalizados de la Biblioteca Nacional de España (aquí). 

Jorge Juan y Antonio de Ulloa (el sevillano que descubrió el platino en tierras americanas) fueron figuras de gran relieve en la España del siglo XVIII, representantes de la ciencia ilustrada que alcanzaron prestigio y reconocimiento internacional. Ambos marinos, muy jóvenes, fueron los españoles elegidos para representar a nuestra nación en la importante expedición geodésica hispano-francesa al ecuador (1735) para la determinación precisa de la forma de la Tierra. Junto con las medidas tomadas por la expedición que se desplazó a Laponia se demostró que nuestro planeta no estaba achatado por el ecuador sino por los polos, como se deducía de la teoría de Newton.


Mientras que en la Relación histórica del viaje a la América meridional (1748) Juan y Ulloa realizaron una descripción de la geografía, la historia y la naturaleza de las regiones americanas que recorrieron, en las Observaciones astronómicas y físicas (1748) los marinos y científicos españoles nos muestran sus resultados matemáticos y astronómicos para la determinación precisa de la figura de la Tierra, concretamente midieron el arco correspondiente a tres grados de meridiano en el ecuador. Nos cuenta Juan Pimentel en Viajeros científicos que es este un texto voluminoso y mucho más detallado que el que escribieron La Condamine y Bouguer a su regreso, pues los jóvenes marinos españoles de la expedición hispano-francesa buscaban el reconocimiento y prestigio que, ciertamente, merecían. 

El lector curioso puede navegar por la selección de obras de Jorge Juan y Antonio de Ulloa digitalizadas por la BNE, rindiendo homenaje a tan magníficos personajes de nuestra historia, muchas veces oscura pero no por ello exenta de figuras de relieve internacional. Del sevillano Antonio de Ulloa se cumple este año el tercer centenario de su nacimiento. ¿Cuántos de los muchos transeúntes por la céntrica calle Almirante Ulloa de Sevilla, en estos días de procesiones, habrán levantado su cabeza para leer la placa que recuerda la casa en la que nació en 1716 el descubridor del platino?











domingo, 7 de febrero de 2016

Pioneros de la Aeronáutica en España

[Emilio Herrera, diseñador de la escafandra estratonáutica. Procedencia de la imagen aquí]


En el excelente programa de RNE, Documentos, hemos disfrutado este sábado de la historia de la Aeronáutica española, en concreto de sus inicios, desde que se estableció el Servicio de Aerostación Militar en Guadalajara (1896) hasta la Segunda República, período de importante actividad. Puede escucharse y descargarse el audio aquí.

[Autogiro de Juan de la Cierva; híbrido entre el aeroplano y el helicóptero.
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En la Revista Digital de Ciencias del Club Científico Bezmiliana dediqué unas líneas a la notable e injustamente poco conocida figura del ingeniero, militar y científico granadino Emilio Herrera, inventor de la escafandra estratonáutica. Allí decía de él:

"En el siglo XX nos sorprende la interesante figura del granadino Emilio Herrera Linares (1879-1967), ingeniero, militar y científico; pionero de la aeronáutica en España y diseñador del que es considerado el primer traje espacial de la historia. En 1911 se convierte en uno de los integrantes de la primera promoción de pilotos en el aeródromo de Cuatro Vientos. Emilio Herrera, estimulado desde joven por su inquieto padre, tuvo siempre gran curiosidad por los avances técnicos y también por sus fundamentos científicos. Pertenece a la llamada “Generación de 1914” (junto con intelectuales de la talla de Marañón, Madariaga, Ortega y Gasset, y otros). En la década de los años veinte del pasado siglo elaboró incluso un modelo cosmológico acorde con las novísimas teorías de Einstein, en el cual continuó trabajando hasta el final de sus días. Además puso mucho empeño en la divulgación de los conocimientos científicos: divulgador de la teoría de la relatividad, promotor, entre otros, de la visita que Einstein realizó a España en 1923 y escritor de numerosos artículos para acercar la ciencia a los ciudadanos. Colaboró con Juan de La Cierva en los experimentos realizados con su autogiro y elaboró el proyecto de instalación del primer túnel aerodinámico que existió en España. En 1932 ingresó en la Academia de Ciencias, leyendo un año más tarde su discurso titulado “Ciencia y Aeronáutica”. Pero probablemente lo que más nos llame la atención es que diseñó, como ya se ha dicho, el primer traje espacial de la historia. El objetivo de su proyecto era posibilitar la ascensión hasta zonas elevadas de la atmósfera (la estratosfera), con aire muy enrarecido y bajísimas temperaturas. Para ello inventó una “escafandra estratonáutica”. La Guerra Civil truncó estas investigaciones. Tras el terrible enfrentamiento fratricida, en el que pierde a uno de sus hijos que como él era aviador, se exilió en Francia (donde mantuvo su prestigio científico y fue premiado por la Academia de Ciencias francesa), ya que, aunque era monárquico y de ideas conservadoras, en todo momento fue fiel al gobierno republicano (en sus últimos años llego a ser incluso Presidente del Gobierno de la República en el exilio)".

 [El andalusí Ibn Firnas, "el científico alado". Procedencia de la imagen aquí]


Remontándonos mucho más atrás en el tiempo hallamos en al-Ándalus un personaje ciertamente singular, Abbas Ibn Firnas, astrónomo, alquimista y poeta, que podemos considerar precursor de la aeronáutica. 

Abbás Ibn Firnas (Ronda, 810 - Córdoba, 887), "el científico alado", bien merece nuestro recuerdo.

Ibn Firnas era un auténtico humanista, de origen bereber, con un toque indiscutiblemente extravagante; filósofo, astrólogo, alquimista y poeta. Vivió en la época de la dinastía de los Omeyas y enseñó poesía en la corte de Abderramán II.
Ibn Firnas era realmente ingenioso e hizo contribuciones relevantes a la ciencia de su época. Fue el primero en utilizar en España las tablas astronómicas indias del Sindhind (de gran importancia posterior), también fue pionero en el desarrollo de la técnica de tallado del cristal de roca (que hasta entonces sólo sabían realizar los egipcios), construyó un reloj anafórico (una compleja máquina que utilizaba agua como líquido motor y que permitía la medida nocturna del tiempo) y a él le debemos la primera esfera armilar europea. Por si todo ello fuera poco, construyó un planetario en su propia casa; en él se representaba la bóveda celeste e incluía efectos sonoros y visuales.
Pero Ibn Firnas es internacionalmente conocido (sobre todo en los países islámicos) por haber intentado volar con unas alas que él mismo había diseñado (unos seis siglos antes de que Leonardo diseñara sus máquinas voladoras). Se ha narrado que en el año 852 un tal Armen Firman intentó volar lanzándose desde una torre cordobesa con una enorme lona a modo de paracaídas (podemos considerarle su inventor). Tan sólo salió levemente herido. Dicho acontecimiento, según Lienhard, fue presenciado por el inquieto Ibn Firnas, quien en 875 intentó el vuelo imitando a los pájaros (aunque parece ser que Firnas y Firman son realmente la misma persona). Se cubrió el cuerpo con un traje de seda cubierto de plumas y construyó un par de alas con una estructura de madera y con tela de seda recubierta también de plumas de rapaces. Lanzóse el excéntrico científico e inventor desde lo alto de la torre de la Arruzafa (al-Rusafa), en un ajardinado palacio a pocos kilómetros de Córdoba. El vuelo fue un éxito relativo: a pesar del fallido aterrizaje (parece ser que se fracturó las piernas) logró planear sobre el valle durante unos diez minutos (esto probablemente le debió compensar el doloroso batacazo final y las burlas de algunos). El aterrizaje tuvo lugar "lastimándose el trasero, ya que no se había dado cuenta de que los pájaros, al posarse, se valen de su cola y él no se había fabricado cola" (citado por Juan Vernet en "Historia de la ciencia española"; Instituto de España, Cátedra "Alfonso X el Sabio", Madrid, 1975; p. 57).
Este magno acontecimiento quedó recogido en los textos árabes, siendo Ibn Firnas reconocido como "el primer hombre en la historia que realizó intentos científricos de volar" (Philip Hitti, "Historia de los árabes"). Que nuestro audaz personaje es admirado en la cultura árabe lo demuestran los hechos de que en Libia se haya emitido un sello con su efigie y que un aeropuerto de Bagdad lleve el nombre del ilustre científico andalusí (además de un monumento dedicado al alad0 Ibn Firnas en la carretera del aeropuerto internacional de Bagdad). Asimismo un cráter lunar lleva su nombre. En la web de la Universidad de Houston encontramos un artículo de John H. Lienhard dedicado a Ibn Firnas, que comienza así: "En el verano de 2003 las tropas americanas se encontraban en combate en el aeropuerto de Ibn Firnas al sur de Bagdad. Me supongo que serían pocas las personas occidentales que hicieron caso a ese nombre. Entonces conozcamos a Ibn Firnas".

La historia de estos precursores y pioneros es apasionante, ¿no creen? Con ellos nuestra imaginación vuela.


PARA SABER MÁS:

- El autogiro de Juan de la Cierva (en Tecnología Obsoleta), por Alejandro Polanco.

- La escafandra estratonáutica (en Tecnología Obsoleta), por Alejandro Polanco. 

- Científicos andaluces. Una aproximación histórica (en Revista Digital de Ciencias Bezmiliana), por Bernardo Rivero Taravillo.

jueves, 28 de enero de 2016

Pasos hacia una alimentación saludable

¿Qué es una alimentación saludable?

Una alimentación saludable debe basarse en vegetales y frutas (un 50 % de la dieta diaria entre ambos); proteínas de legumbres, pescado, huevos, aves y carnes magras (algo menos de un 25 % de la dieta); y cereales, preferiblemente integrales, (algo más del 25 % de la dieta). A esto debemos añadir lácteos (podemos elegirlos bajos en grasa o desnatados) y, por supuesto, agua. Las grasas deben ser saludables, como las provenientes del aceite de oliva, las nueces o el pescado. Imprescindible asimismo realizar ejercicio físico diario, para nuestra salud física y mental.

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En cuanto a los macronutrientes se suele recomendar un 50 % de carbohidratos (preferiblemente provenientes de hortalizas, frutas y legumbres; trataremos de limitar los carbohidratos procedentes de patatas fritas, pastelería y azúcar); un 25 % - 35 % de grasas (han de ser saludables, limitándose las grasas saturadas de origen animal o de ciertos aceites vegetales y evitándose las grasas trans) y un 15 % - 25 % de proteínas (como las provenientes de las legumbres o los pescados). No pueden faltar tampoco los micronutrientes, vitaminas y minerales, garantizados en una dieta variada, rica en vegetales y frutas.   



[PIRÁMIDE NAOS. Procedencia de la imagen: aquí]


["Recomendaciones de Harvard". Procedencia de la imagen aquí]

Podemos decir que una dieta es saludable si es:

SATISFACTORIA: agradable y placentera a nuestros sentidos (aspecto, sabor, olor, textura).

SUFICIENTE: debe cubrir las necesidades energéticas del organismo, teniéndose en cuenta nuestras necesidades particulares (edad o actividad física, por ejemplo).

COMPLETA: que contenga todos los nutrientes necesarios y en las cantidades adecuadas.

EQUILIBRADA: potenciándose el consumo de alimentos frescos variados y vegetales.

ARMÓNICA: con un porcentaje adecuado de cada macronutriente (arriba se ha indicado lo que se suele recomendar).

SEGURA: sin un nivel de contaminantes químicos o biológicos superior a los límites de seguridad establecidos por las autoridades.

ADAPTADA: debe tener en cuenta las características individuales (fisiología, posibles enfermedades). Asimismo deben considerarse los aspectos sociales y culturales de la alimentación. 

La Asociación Española de Dietistas-Nutricionistas señala estas características y también considera que nuestra alimentación ha de ser sostenible y asequible.


PARA SABER MÁS:

http://elcentinel.blogspot.com.es/
(blog de Luis Jiménez sobre ciencia, nutrición y otros temas)

http://loquedicelacienciaparadelgazar.blogspot.com.es/
(blog de Luis Jiménez sobre dietas y nutrición)

http://juanrevenga.com/
(blog de Juan Revenga, "El nutricionista de la General")

http://www.consumer.es/web/es/alimentacion/aprender_a_comer_bien/2013/04/26/216544.php
(características de una alimentación saludable según la AEDN)

https://www.nlm.nih.gov/medlineplus/spanish/ency/patientinstructions/000104.htm
(las grasas en la alimentación; recomendaciones del NIH de Estados Unidos)

(pirámide interactiva de la alimentación saludable; Fundación Española del Corazón).