[Santiago Ramón y Cajal, en su época de estudiante de medicina en Zaragoza (hacia 1870)]
Dijo Severo Ochoa (también galardonado con el Nobel de Fisiología o Medicina, algo más de cincuenta años después que el investigador de las células nerviosas) que no es fácil explicar por qué España ha ido siempre muy por detrás de otras naciones en el cultivo de la ciencia, pero, menos fácil aún, es explicar cómo en ese terreno árido surgió una figura de la relevancia de Ramón y Cajal, autodidacta, que brotó milagrosamente en el páramo científico de la España de su tiempo. Aunque la visión de Severo Ochoa es simplista (sin llegar a la producción científica de otros países de nuestro entorno, como Reino Unido, Alemania, Francia o Italia, nuestra España ha tenido también sus momentos de protagonismo o al menos de gran significación, que hay que conocer como parte de nuestra cultura: al-Ándalus, siglo XVI, siglo XVIII, Edad de Plata ...), no le falta razón a Ochoa al considerar casi como algo milagroso el surgimiento en España de una figura preeminente como Cajal en el último tercio del siglo XIX. Después, al menos durante tres décadas (las primeras del siglo XX), España vivió una época dulce para la cultura y la vanguardia intelectual, la llamada Edad de Plata de las letras y las ciencias españolas. De hecho suele considerarse como inicio de dicha Edad de Plata el hito del premio Nobel a Ramón y Cajal, en 1906, y el final se sitúa en la trágica Guerra Civil, en 1936, que no solo segó vidas sino que truncó carreras y proyectos.
[Dibujo de Ramón y Cajal. En La retina de los mamíferos (1900)]
Recordamos hoy a Santiago Ramón y Cajal (1852 - 1934), investigador de la morfología y los procesos conectivos de las células nerviosas, las neuronas, a finales del siglo XIX, y lo hacemos con sus palabras, las primeras sobre el conocimiento científico y las segundas sobre la educación (ambas procedentes del archivo sonoro de RNE y recientemente emitidas en ese maravilloso programa que es Sapiens):
" Puesto que vivimos en pleno misterio, luchando contra las fuerzas desconocidas, tratemos en lo posible de esclarecerlo. Concluida nuestra labor, seremos olvidados como la semilla en el surco. Pero algo nos consolará, el considerar que nuestros remotos descendientes nos deberán un poco de su dicha y que gracias a nuestro esfuerzo el mundo nos resultará algo más agradable e inteligible ".
" Misión trascendental del educador es desarrollar alas en los que tienen manos y manos en los que tienen alas. Sólo trabajando se enseña a trabajar. Como decía Cisneros, fray Ejemplo es el mejor predicador ".
Vemos que palabras como esfuerzo y trabajo están bien presentes en Cajal. Sin perseverancia y tenacidad toda gran empresa, como la investigación científica o la educación, está condenada al fracaso.