[Alfred Russel Wallace hacia 1880]
Es el siglo XIX una centuria de enormes avances en la ciencia y la tecnología. Pensemos en la importancia y cantidad de descubrimientos científicos producidos entre la invención de la pila eléctrica por Volta y el descubrimiento de la radiación infrarroja por William Herschel (1800) y la célebre y crucial ecuación de Planck para la energía de un fotón o cuanto de luz (1900), que abre un nuevo camino sorprendente para la física con el nacimiento de la teoría cuántica. Entre ambas fechas se desarrollan disciplinas como el electromagnetismo, la termodinámica, la química (particularmente la orgánica), la fisiología o la microbiología, por citar solo algunas. Y no solo es el siglo del positivismo y de los avances científicos de aplicaciones tecnológicas muy importantes que cambian la vida de las personas, también es el siglo en el que ven la luz teorías tan trascendentales como la teoría atómica de Dalton o la teoría de la evolución mediante la selección natural de Darwin, las cuales cambiarían por completo la visión que el hombre tendría del mundo y de sí mismo. Ya nada volvería a ser igual, ni en lo teórico ni en lo práctico, ni en lo filosófico.
Precisamente uno de los padres de la teoría de la evolución, Alfred Russel Wallace (1823 - 1913), quien propuso su teoría de forma independiente de la de Darwin, escribió un libro a finales del siglo XIX en el que analizaba los éxitos (también lo que él consideraba fracasos) de la próspera centuria que terminaba: The Wonderful Century.
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En esta obra Wallace destaca trece grandes conquistas de la técnica en el siglo XIX, trece avances decisivos para la humanidad. Son los siguientes:
- El ferrocarril.
- La navegación a vapor.
- El telégrafo eléctrico.
- El teléfono.
- Los fósforos de encender.
- La iluminación con gas.
- La luz eléctrica.
- La fotografía.
- El fonógrafo.
- Los rayos X.
- El análisis espectral.
- Los anestésicos.
- El uso de antisépticos.