Permitidme que en esta ocasión, y sin que sirva de precedente (como solía decir mi padre), me salte las reglas y en vez de recomendar algún libro que me haya gustado especialmente (mañana, 23 de abril, es el
Día Internacional del Libro) mencione (recomendación intuitiva, al fin y al cabo) un libro que me gustaría leer, saborear, cuando disponga de algo de sosiego.
Se trata de
Ciencia en grageas (Ed. Turpial, 2012), de JAL, es decir,
José Antonio López Guerrero, profesor de Microbiología y activo divulgador científico, al que conocemos bien gracias a su microespacio
Entre probetas, en RNE 5, y por ser colaborador de
A hombros de gigantes, en la radio pública española. Garantía más que suficiente para que confiemos en estas grageas científicas que nos propone, sin efectos adversos, JAL.
El libro divulgativo, que supongo tendrá el estilo directo, ameno y ágil característico de su autor para aliñar un producto pleno de rigor científico, se estructura en casi 200 apartados de unas 300 palabras cada uno, organizados en los siguientes bloques temáticos:
- ¿Somos lo que dicen nuestros genes? Sé lo que ocurrió en genética.
- De transgénicos y otros monstruitos. Sé lo que ocurrió en transgénesis.
- Terapia celular, medicina regenerativa, clonación. Sé lo que ocurrió en células madre.
- Salud. Terapias y buenos hábitos. Sé lo que ocurrió en biomedicina.
- Virus, infecciones, epidemias y vacunas. Sé lo que ocurrió en virología.
- Lo más grande, en lo más pequeño. Sé lo que ocurrió en microbiología.
En los diferentes apartados (el autor ha dejado bastante material para un próximo libro) se plantean sugestivas cuestiones como: ¿qué es la epigenética?; ¿se puede resucitar a una especie extinta?; ¿está nuestro comportamiento sexual impreso en los genes?; ¿dónde están los virus cuando no están en nosotros?; etc. "Grageas" científicas "para consumir entre comidas". Un agradable tratamiento para ponerse al día en los últimos avances de la genética, la microbiología y la biomedicina, disciplinas inmersas en una revolución científica que ya está en marcha, con importantísimas aplicaciones y enorme interés social. La medicina del siglo XXI no será capaz de resolver todos los grandes retos que hoy tenemos pero, sin duda, será muy diferente a la del pasado siglo.