sábado, 19 de octubre de 2013

Cocodrilo Rutherford

Ernest Rutherford (1871 - 1937), investigador pionero de las entrañas del átomo y figura científica clave del siglo XX, era conocido en el Cavendish Laboratory de la Universidad de Cambridge como "el cocodrilo".


Según George Gamow, el apodo le fue puesto debido a su peculiar voz, jovial y estridente, que resonaba por los corredores del Cavendish Laboratory y ponía en alerta a los estudiantes y jóvenes investigadores que, ante la proximidad de tan respetada autoridad científica, recobraban la concentración en el trabajo, tal vez transitoriamente perdida por una charla entre colegas o por alguna entretenida lectura ("proporcionándoles tiempo para esconder las novelas de detectives y poner orden en el laboratorio", dice Gamow). Y es que la retumbante voz de Rutherford recordaba al cocodrilo de "Peter Pan", que se había tragado un reloj, de manera que el ruidoso tic-tac  que salía del temible reptil de grandes mandíbulas advertía de su presencia, permitiendo escapar a la posible víctima. No obstante, Rutherford no era temido, sino respetado por todos.

De esta anécdota del apodo de Ernest Rutherford quedó constancia física en forma de bajorrelieve, pues Eric Gill grabó la figura de un cocodrilo en el muro exterior de ladrillo del Mond Laboratory de Cambridge (inaugurado en 1933). Dicho laboratorio fue construido por la Royal Society para que Piotr Kapitza pudiera realizar sus investigaciones trabajando con campos magnéticos intensos. El científico ruso Kapitza quiso homenajear a Rutherford encargando al artista Eric Gill un bajorrelieve de un cocodrilo en el exterior del edificio del Mond Laboratory.



[Procedencia de la imagen: aquí]

Cuenta también Gamow que la unidad Mev (un millón de electronvoltios), empleada como unidad de energía en física nuclear, era conocida por los estudiantes del Cavendish Laboratory como "un cocodrilo". Así si decimos que el promedio de la energía total liberada en cada fisión nuclear es de 200 MeV, bien podríamos decir, en recuerdo del gran Ernest Rutherford, que se liberan 200 "cocodrilos".

sábado, 5 de octubre de 2013

Un potente veneno llamado nicotina

La nicotina es un alcaloide bien conocido, presente en las hojas del tabaco (Nicotiana tabacum). Su fórmula molecular es C10H14N2. Y he aquí su estructura (para los interesados en el detalle):

 [Procedencia de la imagen: Wikipedia]

Es un líquido amarillento muy amargo, de fuerte olor (a tabaco, claro) y muy soluble en agua. Pero la característica que más nos interesa (y preocupa) es su elevada toxicidad.

El nombre de esta sustancia venenosa de la planta del tabaco (la nicotina) deriva del francés nicotiane, a su vez proveniente de Nicot. Jean Nicot fue embajador de Francia en Lisboa e introdujo dicha planta americana en su país hacia 1560. Así los franceses llamaron al tabaco nicotiane. En el siglo XVI al tabaco se le atribuían propiedades medicinales, describiendo el médico sevillano Nicolás Monardes un buen número de ellas. El iatroquímico Félix Palacios emplea a comienzos del siglo XVIII la palabra nicociana para referirse al tabaco. La nicotina fue aislada de las hojas del tabaco por primera vez por los alemanes Posselt y Reimann, en 1828.

Hoy sabemos que la nicotina es una sustancia muy tóxica. Una dosis de 40 a 60 mg puede ser mortal para seres humanos adultos y la rapidez de su toxicidad es similar a la del cianuro. Se absorbe con gran facilidad a través de las mucosas, así como por las vías respiratorias y la piel. Sus efectos pueden ir desde diarrea, vómitos, dolor de cabeza o taquicardia, en dosis bajas, hasta convulsiones y arritmias, o incluso estado de coma, paro respiratorio y paro cardiaco, en dosis altas. Algunos insecticidas llevan la nicotina entre sus componentes.

Pancracio Celdrán nos narra la historia de la primera víctima reconocida del tabaco, o más exactamente de la nicotina (en Hablar con corrección; capítulo "Etimología y peripecia semántica de algunas palabras", p. 331; Ediciones Temas de Hoy, Madrid, 2006). Ocurrió en 1851 cuando un belga envenenó a su cuñado. Se descubrió que el agente causante del envenenamiento había sido la nicotina. El asesino había trabajado en la extracción de esta sustancia y, sin duda, sabía  que este alcaloide era un veneno útil para sus criminales propósitos. Concluye Pancracio Celdrán: "Aquel mismo año, la Academia de Medicina de Francia confirmó que el tabaco era un veneno; han pasado ciento cincuenta y todavía hay quien se pregunta si fumar es malo".