jueves, 25 de agosto de 2016

Un reloj antihorario

[Reloj mecánico antihorario de la cara oeste de la antigua puerta este (Isartor) de Múnich (permítanme el juego de palabras). Procedencia de la imagen e información aquí]

Estamos en Múnich, la animada capital de Baviera. Nos dirigimos hacia el río Isar desde Marienplatz, el corazón histórico de la ciudad, por Talstrasse. Es hora de cenar y nos sentamos en una pizzería. Saboreamos unas estupendas cervezas alemanas de nombres impronunciables para nosotros (las elegimos digitalmente, es decir, señalándolas con el dedo en la carta) mientras esperamos las ansiadas pizzas. De pronto, casi con un sobresalto, advierto que el reloj de la torre medieval que tengo frente a mí no marca la hora correcta. No doy crédito a lo que estoy viendo. No puede ser. ¡Un reloj en Alemania que no funciona! Estoy acostumbrado a ello en mi tierra, pero aquí no puede ser. Llevo días comprobando que no hay reloj de iglesia, torre o edificio público que no vaya a la perfección. Aquí está la excepción. Pues no. Una mirada más detenida me permite darme cuenta que el susodicho reloj de la torre funciona impecablemente, aunque lo hace en sentido antihorario, es decir, hacia la izquierda (levógiro). Cuando decimos que gira hacia la izquierda queremos decir que las manecillas hacen un recorrido de derecha a izquierda en la mitad superior de la esfera (el círculo) del reloj mecánico. Lo normal es que las manecillas tengan un sentido de giro hacia la derecha (dextrógiro), como hace el recorrido de la sombra proyectada por el gnomon de un reloj de sol horizontal (en el vertical, de pared, ocurre al contrario) en el hemisferio norte.

Es decir, el paradójico reloj de la torre principal de la puerta del Isar (Isartor) tiene un sentido de giro "en contra de las agujas del reloj", antihorario. Para comprender el sentido de esta simpática anécdota relativa a la medida del tiempo hay que saber que la Isartor alberga el museo dedicado al actor cómico muniqués de principios del pasado siglo Karl Valentin. Sin duda, el reloj antihorario de la cara que da hacia el centro de la ciudad (opuesto al río)  de la antigua puerta del Isar es un guiño humorístico en homenaje a aquel célebre cómico, llamado a veces el "Chaplin de Alemania". Por cierto, no es el único reloj mecánico antihorario del mundo. El presidente de Bolivia, Evo Morales, decidió hacer girar también al revés (sentido levógiro) el reloj de la cúpula de la Asamblea Legislativa en La Paz, con la finalidad de reivindicar la presencia y relevancia de Bolivia, en el hemisferio sur, frente a las potencias del norte (¿conoce el lector otro reloj mecánico que gire hacia la izquierda en algún edificio histórico del mundo?).



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