miércoles, 25 de febrero de 2009

NIcolás Monardes: un médico renacentista sevillano "padre de la Farmacología" (I)

Tristemente, muy pocos conocen en España la notabilísima figura de un médico sevillano del Renacimiento, Nicolás Monardes (1493 ? - 1588), introductor en Europa de numerosas plantas medicinales americanas, cuyas propiedades y aplicaciones investigó y describió extensamente. Su obra fue traducida a los idiomas principales de la época y tuvo una enorme influencia en la farmacopea del viejo continente durante siglos. Y sin embargo no siempre ha tenido el reconocimiento merecido. Así, por ejemplo, en la excelente obra de consulta de biografías "Grandes científicos de la humanidad", de Manuel Alfonseca (Espasa; Madrid, 1998), lo echamos en falta y nos contrariamos cuando comprobamos que se pasa de Molina (químico estadounidense de origen mejicano, nacido en 1943) a Monge (matemático y físico francés de la segunda mitad del siglo XVIII y principios del XIX). ¿Por qué no está Monardes? ¿Acaso fue un personaje poco relevante? No lo creemos, y para tratar de demostrarlo le dedicaremos al ilustre médico sevillano del XVI una serie de artículos en "El devenir de la Ciencia", que iniciamos ahora.
Comenzaremos con lo que de él se dice en dos interesantes libros de antaño.
En "La ciencia y la técnica en el descubrimiento de América" (Espasa-Calpe, Colección Austral, Buenos Aires, 1951) nos cuenta el insigne matemático riojano Julio Rey Pastor (aquel "transeúnte eximio") lo que sigue:
"El más famoso de todos [los investigadores de las plantas descubiertas en las expediciones por el Nuevo Mundo], que según Paoli merece el nombre de padre de la farmacología, es Nicolás Monardes, médico sevillano, "il primo scienzato che si occupò delle plante medicinali americane". Su obra de 1565, "Historia medicinal de las cosas que se traen de nuestras Indias Occidentales" fue traducida a varias lenguas y ha sido reproducida en lujosas ediciones".
Por su parte, en la presentación de la "Biblioteca de la Cultura Española", dirigida por el también matemático Francisco Vera (M. Aguilar Ed.; Madrid, 1934), se incluye a Monardes con el siguiente comentario:
"La figura de este médico es, cronológicamente, la primera y una de las más importantes de todas las que cultivaron con más éxito el estudio de las drogas medicinales, que, en su tiempo, se importaban de América, como lo prueban sus aportaciones al conocimiento de la zarazaparrilla, del guayaco, de la pimienta, de la canela de Indias, del tabaco, del bálsamo de Tolú, & c.
El profesor Tschirech, de Berna, considera a Monardes como el padre de la farmacognosia, y su museo, formado casi exclusivamente con materiales exóticos, tiene excepcional importancia para la historia de la cultura universal, y ha servido de modelo a los que después se crearon fuera de España".
¿No se merece acaso este sevillano (prácticamente desconocido en la ciudad hispalense, salvo eruditos o especialistas) un poco de nuestra atención?

PS:

También sobre NICOLÁS MONARDES en "El devenir de la ciencia":

"Charlando sobre ... Nicolás Monardes".

sábado, 21 de febrero de 2009

Una canción para Galileo


El pasado lunes 16 de febrero tuve la suerte de asistir, después de un día de agotador trabajo, a un concierto, vibrante, del cantautor canadiense Kenneth Saulnier (magníficamente acompañado por Ramón Ramos, Félix Roquero y Diego Ruíz, es decir, "Bluegrassers sevillanos"). ¿Y qué tiene que ver todo ello con Galileo Galilei? Pues resulta que me vino a la memoria el recuerdo de otra cantante canadiense, de estilo mucho más sosegado, que interpreta una bella canción dedicada al sabio de Pisa: Claire Pelletier.
Esta cantante de Quebec (nacida en 1959) tiene un estilo próximo al de Loreena McKennitt y al del grupo Clannad. Su trayectoria discográfica incluye "Murmures d´histoire" (con temas como "La caverne", "Poussière d´étoiles", "L´an mil", ...), "Galileo" (con la canción dedicada al sabio, y otras como "Le discours d´Aristophane", "Le coffret" ...), "En concert au St-Denis", "Ce que tu donnes" (con "La danse", "Le chant des sirènes", "Le silence", ...) y "Le premier Noël" ("Noël pour l´amour de Marie", "Silence ciel, silence terre", "Dans cette étable", ...).






La canción "Galileo", que aquí recomendamos, comienza con estos versos:

Ce soir le ciel est au plus doux.
Tu vas mesurer les étoiles.
Hors de ta chambre de Padoue.
La science neuve fera scandale.

Y el estribillo es:

Galileo Galilei,
ce vaste monde est si petit.
Galileo Galilei,
ce petit monde est infini.

La letra completa de la canción puede consultarse en http://letrascanciones.mp3lyrics.org/c/claire-pelletier/, así como la de "Poussières d´étoiles", y otras.
Nos sumamos a la celebración del "Año Internacional de la Astronomía" con esta bella y original canción de Claire Pelletier. ¿Hay una manera mejor de hacerlo?



(Imagen de Galileo Galilei procedente de http://cosmos.astro.uson.mx; imagen de los dibujos de la Luna vista con el telescopio de Galileo procedente de http://virtual.uptc.edu.co/)


PS:

Aquí otro estilo diferente, el de Haggard. Eppur si muove:



domingo, 15 de febrero de 2009

Ibn Firnas, el científico alado



Se aproxima el 28 de febrero, "Día de Andalucía", y es buen momento (nunca es malo, en realidad) para recordar a algunos de los andaluces que han contribuido al desarrollo de la ciencia a lo largo de la historia. Y es que es un tópico el que nuestra meridional tierra sea cuna de grandes artistas, pintores y poetas, y nada más. Los andaluces hemos aportado riqueza a todos los campos de la cultura, y al conocimiento científico también (¿por qué habría de ser de otra manera?). Dos periodos fueron especialmente fructíferos, Al-Andalus y tras el descubrimiento del Nuevo Mundo, pero encontramos importantes ejemplos de esto que decimos en todas las épocas, hasta, por supuesto, nuestros días, en los que encontramos excelentes equipos de investigación, en diversos campos, integrados por andaluces y andaluzas (dicho sea aquí el femenino con toda intención, pues la mujer participa plenamente hoy en las tereas investigadoras, sin complejos).
Sólo por citar algunos ejemplos mencionemos a Séneca y Columela en la Bética; Averroes, Maimónides e Ibn Jatima en Al-Andalus; Monardes y Bartolomé de Medina en el esplendoroso siglo XVI; Alonso Barba, Cobo y Daza, en el decadente (en la ciencia española, que no en la europea) siglo XVII; Ulloa y Mutis en el siglo XVIII (éstos bien conocidos en todo el mundo); Macpherson en el XIX; Herrera y Losada en el pasado siglo XX.
Pero en este pequeño artículo queremos hablar brevemente de un personaje curioso, de notable interés: Abbás Ibn Firnas (Ronda, 810 - Córdoba, 887), "el científico alado".
Ibn Firnas era un auténtico humanista, de origen bereber, con un toque indiscutiblemente extravagante; filósofo, astrólogo, alquimista y poeta. Vivió en la época de la dinastía de los Omeyas y enseñó poesía en la corte de Abderramán II.
Ibn Firnas era realmente ingenioso e hizo contribuciones relevantes a la ciencia de su época. Fue el primero en utilizar en España las tablas astronómicas indias del Sindhind (de gran importancia posterior), también fue pionero en el desarrollo de la técnica de tallado del cristal de roca (que hasta entonces sólo sabían realizar los egipcios), construyó un reloj anafórico (una compleja máquina que utilizaba agua como líquido motor y que permitía la medida nocturna del tiempo) y a él le debemos la primera esfera armilar europea. Por si todo ello fuera poco, construyó un planetario en su propia casa; en él se representaba la bóveda celeste e incluía efectos sonoros y visuales.
Pero Ibn Firnas es internacionalmente conocido (sobre todo en los países islámicos) por haber intentado volar con unas alas que él mismo había diseñado (unos seis siglos antes de que Leonardo diseñara sus máquinas voladoras). Resulta que en el año 852 un tal Armen Firman intentó volar lanzándose desde una torre cordobesa con una enorme lona a modo de paracaídas (podemos considerarle su inventor). Tan sólo salió levemente herido. Dicho acontecimiento fue presenciado por el inquieto Ibn Firnas, quien en 875 intentó el vuelo imitando a los pájaros. Se cubrió el cuerpo con un traje de seda cubierto de plumas y construyó un par de alas con una estructura de madera y con tela de seda recubierta también de plumas de rapaces. Lanzóse el excéntrico científico e inventor desde lo alto de la torre de la Arruzafa (al-Rusafa), en un ajardinado palacio a pocos kilómetros de Córdoba. El vuelo fue un éxito relativo: a pesar del fallido aterrizaje (parece ser que se fracturó las piernas) logró planear sobre el valle durante unos diez minutos (esto probablemente le debió compensar el doloroso batacazo final y las burlas de algunos). El aterrizaje tuvo lugar "lastimándose el trasero, ya que no se había dado cuenta de que los pájaros, al posarse, se valen de su cola y él no se había fabricado cola" (citado por Juan Vernet en "Historia de la ciencia española"; Instituto de España, Cátedra "Alfonso X el Sabio", Madrid, 1975; p. 57).
Este magno acontecimiento quedó recogido en los textos árabes, siendo Ibn Firnas reconocido como "el primer hombre en la historia que realizó intentos científricos de volar" (Philip Hitti, "Historia de los árabes"). Que nuestro audaz personaje es admirado en la cultura árabe lo demuestran los hechos de que en Libia se haya emitido un sello con su efigie y que un aeropuerto de Bagdad lleve el nombre del ilustre científico andalusí (además de un monumento dedicado al alad0 Ibn Firnas en la carretera del aeropuerto internacional de Bagdad). Asimismo un cráter lunar lleva su nombre. En la web de la Universidad de Houston encontramos un artículo de John H. Lienhard dedicado a Ibn Firnas, que comienza así: "En el verano de 2003 las tropas americanas se encontraban en combate en el aeropuerto de Ibn Firnas al sur de Bagdad. Me supongo que serían pocas las personas occidentales que hicieron caso a ese nombre. Entonces conozcamos a Ibn Firnas".
No parece justo ni razonable que los andaluces, y españoles en general, desconozcamos las hazañas científicas de Abbás Ibn Firnas en la Córdoba del siglo IX.
(Fotos: en la superior, estatua de Ibn Firnas en la carretera del aeropuerto internacional de Bagdad, procedente de www.eslam.de; en la inferior, Ibn Firnas lanzándose desde la torre cordobesa de la Arruzafa, procedente de www.uh.edu)

jueves, 12 de febrero de 2009

La dosis y el veneno

"Todo es veneno, nada es sin veneno. Sólo la dosis hace el veneno".

Esta célebre frase de Paracelso (1493 - 1541), alquimista heterodoxo en cuyas ideas se basaron los iatroquímicos del siglo XVII, es muy acertada. Bien lo saben los químicos, farmacéuticos, médicos e ... investigadores policiales.

Pensemos, por ejemplo, en la nicotina (le dedicaremos un artículo a ella más adelante). Este alcaloide es un veneno mortal en grandes dosis. Los efectos de un consumo prolongado de pequeñas dosis (como ocurre en un fumador) también son poco recomendables.

Que "la dosis hace el veneno" es una de las lecciones que sacamos de la excelente exposición sobre el "Veneno animal" (en realidad sobre los venenos de origen natural, no sólo los de prodecencia animal) del Parque de las Ciencias de Granada (dicha exposición bien merece un artículo más extenso, que intentaremos publicar en "El devenir de la Ciencia").

En la guía de la exposición podemos leer un caso interesante que ilustra esto que decimos:

"Los niños del talio

El libro La tragedia del hospicio recuerda el envenenamiento mortal de 14 niños del orfanato provincial de Granada en 1930 a causa de un error en la dosis de este elemento tóxico en la preparación de un medicamento. El autor del libro, Miguel Ruíz de Almodóvar, explica que el médico confundió 8 mg con 80 mg y falseó pruebas con ayuda de otros colegas".

Trágico error de terribles consecuencias. Y ello por un factor de 10 en la dosis de lo que debía haber sido una medicina para aquellos pobres niños.

(Foto: Retrato de Paracelso por Rubens; tomada de la página web del profesor Bertomeu, en www.uv.es, donde además encontramos información contrastada y fiable sobre Paracelso)

martes, 10 de febrero de 2009

Un museo muy especial



Carlos Javier Galán es un abogado poco, o nada, convencional, de singular agudeza intelectual, sensible y preocupado por las injusticias que ve en este (nuestro) mundo y con un espíritu crítico encomiable. Si la mayoría de los letrados fueran como él, mi opinión sobre el gremio sería, sin duda, muy diferente. El exconcejal de El Hoyo de Pinares (Ávila) es autor de un magnífico y muy recomendable cuaderno de bitácora, "La nota discordante", donde "habla de todo sin saber de nada" (no es cierto). Últimamente está escribiendo sobre la ciudad más renacentista del mundo, Florencia, la capital de Toscana. Bellísima población, desbordante de arte, dulcemente atravesada por el río Arno, que, como certeramente nos dice Carlos, hay que visitar sosegadamente, sin prisas de turista acelerado. Si el lector está interesado en el arte del Renacimiento no debería dejar de visitar "La nota discordante" y leer los artículos que, excelentemente redactados (como siempre), ha escrito para nosotros el amable abulense (gracias, Carlos, por tu regalo) sobre Florencia.
Le comentaba yo que en la capital toscana es obligada también la visita a la tumba de Galileo (muerto en Florencia en 1642), que se encuentra en la impresionante Basílica de la Santa Croce. Asimismo es de extraordinario interés la visita al Museo de Historia de la Ciencia (con sede en el Palacio Castellani, del siglo XIV), que tiene al sabio de Pisa como protagonista (400 años se cumplen en este 2009 de la primera observación celeste con el telescopio, perfeccionado por Galileo, realizada por él y de trascendencia bien conocida). Los que no hemos podido visitar el museo tenemos que conformarnos con una visita virtual en la página web del Instituto y Museo de la Historia de la Ciencia.
En la web encontramos información general, sobre exposiciones y biblioteca y otra información útil. No podemos dejar de explorar en secciones como "Instrumentos científicos", "Biblioteca digital" o "El portal de Galileo". Y, por supuesto, la "Visita virtual", un recorrido por las distintas salas.
¿Qué nos cuentas, amable lector, sobre tan especial museo florentino?

miércoles, 4 de febrero de 2009

Pensamiento y realidad, o la pesca más difícil, según Antonio Machado

(Antonio Machado, ilustre poeta sevillano. Procedencia de la foto: www.soria-goig.org)

En la muy recomendable página web www.madrimasd.org/cienciaysociedad/poemas/ encontramos numerosos ejemplos de poemas que guardan alguna relación con la temática científica (sugerente, ¿no?).
De aquel lugar traemos hoy a "El devenir de la Ciencia" unos fragmentos del poema "Pensar en el mundo ..." del poeta sevillano Antonio Machado (1875 - 1939), que nos atrevemos a calificar de "poema epistemológico" (el poema completo, amén de otros de Machado, puede leerse en la mencionada web):

Pensar el mundo es como hacerlo nuevo
de la sombra o la nada, desustanciado y frío.
Bueno es pensar, decolorir el huevo
universal, sorberlo hasta el vacío.
Pensar: borrar primero y dibujar después,
y quien borrar no sabe camina en cuatro pies.

[ ... ]
Puedes coger cenizas del fuego heraclitano,
mas no apuñar la onda que fluye, con tu mano.
Vuestras retortas, sabios, sólo destilan heces.
¡Oh, machacad zurrapas en vuestros almireces!
Medir las vivas aguas del mundo ... ¡desvarío!
Entre las dos agujas de tu compás va el río.
La realidad es la vida, fugaz, funambulesca,
el cigarrón voltario, el pez que nadie pesca.
[ ... ]
Recordemos aquí también que el autor de Campos de Castilla era nieto del médico y naturalista Antonio Machado y Núñez (Cádiz, 1815 - Madrid, 1896), quien, con la dura oposición de los sectores más conservadores de Sevilla, ya de por sí ciudad bastante apegada a la tradición y a lo convencional, fue pionero en la explicación y defensa de la teoría de la evolución desde su cátedra de Historia Natural en la Universidad de Sevilla. El atrevido abuelo de los poetas Antonio y Manuel Machado se consideraba partidario de la doctrina darwiniana y no aceptaba "las creaciones intermitentes ni repentinas, sino la lenta evolución de la materia orgánica".
Y es que en la conservadora y clásica sociedad sevillana siempre han surgido hombres a contracorriente que valientemente alzan su voz. Como es el caso de Antonio Machado y Núñez en el siglo XIX o el de los "quijotescos" iatroquímicos y médicos innovadores que fundaran allá por los albores del siglo de las luces (que en España fue durante buena parte siglo de las sombras) la primera Academia científica española, la "Regia Sociedad de Medicina y demás Ciencias de Sevilla" (1700), con la fuerte oposición de la dogmática universidad, anclada en los saberes clásicos.

Darwin vs Lamarck

(Lamarck. Foto procedente de: http://upload.wikimedia.org)

(Darwin. Foto procedente de: www.dondeviajar.es)
Según Enrique P. Lessa:
"La diferencia fundamental entre Darwin y Lamarck radica en que elaboraron mecanismos contrapuestos, naturalmente excluyentes, de la evolución. Pero esta interpretación choca con el hecho de que Darwin, quien bien conocía la obra de Lamarck, no solamente no se ocupó de contradecir el mecanismo de la herencia de los caracteres adquiridos, sino que, por el contrario, lo aceptó en todo momento como un proceso legítimo de evolución".
En "El devenir de la Ciencia" nos interesa (nos apasiona) todo lo referente a las teorías de la evolución, desde diferentes puntos de vista, con el ojo crítico del científico y con el ojo curioso del ciudadano de hoy. Más aún en este 2009, bicentenario de la teoría de la evolución de Lamarck (que podemos considerar como la primera gran teoría al respecto, sin olvidar las ideas previas de otros naturalistas) y 150 aniversario de la publicación de uno de los libros más importantes de la historia de la ciencia, El origen de las especies, de Charles Darwin.
El texto completo del artículo de Enrique P. Lessa ("Cuadernos de Marcha", Tercera Época, Año 11, 1996, Nº 116:58-64) lo podemos leer en: http://evolucion.fcien.edu.uy/Lecturas/Lessa1996.pdf