viernes, 30 de abril de 2010

Sobre el volcán

Cuando tenemos lejos los volcanes, éstos no suelen preocuparnos; pero hemos podido comprobar cómo la distancia no es óbice para que las nubes de gases y ceniza que de ellos emanan nos afecten seriamente. En este caso ha sido el impronunciable volcán islandés, que parecía dormido (no lo estaba) bajo el glaciar, fuego bajo el hielo, el que ha puesto en jaque al espacio aéreo de buena parte de Europa. Los importantes perjuicios a pasajeros y compañías no son casi nada comparados con las alteraciones climáticas que las grandes erupciones pueden provocar, drásticos enfriamientos, a veces duraderos, debidos al incremento de la luz solar reflejada por un gran volumen de cenizas volcánicas.

No pocas veces ha aflorado el magma con gran violencia a lo largo de la historia. Así, hace 74.000 años, la potente erupción del volcán Toba (en la isla indonesia de Sumatra) pudo arrojar unos 2500 km3 de cenizas que alcanzaron gran altura en la atmósfera y, en consecuencia, produjo un enfriamiento global (se estima que hasta 10 grados de descenso de la temperatura al llegar menos radiación solar a la superficie terrestre). Esta catástrofe puso al hombre en serias dificultades de adaptación, casi al borde de la extinción (véase el reportaje de Pedro Cáceres en el suplemento Eureka, nº 9 de 18 de abril, del diario El Mundo). Entre las erupciones más importantes de la historia podemos citar: Laki (Islandia, 1783), Tambora (Indonesia, isla de Sumbawa, 1815), Krakatoa (se encontraba entre Java y Sumatra, 1883), monte Santa Helena (Estados Unidos, 1980) y Monte Pinatubo (Filipinas, 1991). Y ahora, menos importante que las anteriores, la erupción del Eyjafjallajokull, el volcán escondido bajo el hielo islandés.


[Mapa de Islandia, en el que se observa cómo la isla se encuentra atravesada por el límite divergente de las placas norteamericana y euroasiática; los triangulitos rojos indican los volcanes. Imagen procedente de http://pubs.usgs.gov/gip/dynamic/understanding.html]

José Miguel Viñas nos explica perfectamente en su web, http://www.divulgameteo.es/, las características de una nube volcánica:

"Las nubes de origen volcánico presentan algunas particularidades que las distinguen claramente de las convencionales. Los materiales incandescentes que lanza con furia el volcán hacia arriba generan de inmediato un gigantesco pirocúmulo que gana altura con rapidez. En su interior conviven gases tóxicos procedentes de las emanaciones del volcán, con vapor de agua y abundantes piroclastos, que serían los fragmentos de roca volcánica de diferentes calibres -desde las cenizas más pequeñas, con diámetros siempre inferiores a los 2 mm, hasta piedras de considerable tamaño- que tiñen la nube de un color negro característico. La fricción a la que se ven sometidos los distintos materiales ardientes genera una separación de cargas eléctricas, lo que suele dar como resultado la aparición de rayos dentro de la nube de cenizas."

(Para leer completo el artículo de José Miguel Viñas pínchese en: "Nube volcánica").

Pero a nadie debiera extrañarle (véase el mapa de arriba) la erupción de un volcán en aquellas septentrionales tierras heladas de Islandia, entre dos placas tectónicas; un territorio geológicamente muy joven y dinámico, con más de una treintena de volcanes activos. Lo que más preocupa a los geólogos es la proximidad del volcán bajo el glaciar que ahora ha entrado en erupción a otros, como el Katla, que ya han demostrado de lo que son capaces. Galileo galiciano, asiduo y perspicaz seguidor del blog de ciencias del diario Público ("La ciencia es la única noticia"), comenta acertadamente: "Está aumentando de forma inquietante [la actividad sísmica en el volcán Katla], como si anunciara una próxima erupción: sería mucho más intensa que la del "Eyjaf.................." y provocaría perjuicios y daños importantes a escala global. Sobre todo a esta sociedad dependiente de sofisticados sistemas tecnológicos inermes ante las fuerzas telúricas".

Y, por su parte, Miguel Delibes de Castro, en el mencionado y recomendable blog "La ciencia es la única noticia", nos aporta alguna información valiosa y sorprendente:

"Estos días muchos vuelos han sido cancelados y algunos aeropuertos cerrados tras la segunda erupción en el Eyjafjall. No es para tomarlo a broma. Entre 1783 y 1785, las cenizas y aerosoles del Laki y el Grimsvötn, volcanes islandeses cercanos, eliminaron la cuarta parte de la población humana de la isla y más de la mitad del ganado. Algunos historiadores piensan que los efectos catastróficos del Laki sobre el clima y el rendimiento de las cosechas en Europa, con las consiguientes hambrunas, iniciaron el malestar que desembocó en la Revolución Francesa."

(Puede leerse el artículo completo pinchándose en: "Bajo el volcán"). 

En Byron, el geólogo y escritor Jorge Ordaz (autor del blog "Obiter dicta" que, entre otras, contiene la fascinante y original sección "Geoletras" sobre las relaciones entre la geología y la literatura) nos describe así la mayor erupción volcánica que registra la historia (la gigantesca del Toba pertenece a la prehistoria, cuando Homo sapiens daba sus primeros pasos por el planeta), la del Monte Tambora en 1815:

"Una colosal columna de cenizas se elevó hasta una altura de más de 40 km. Más de 10.000 personas murieron a consecuencia del flujo piroclástico. Le siguieron hambrunas que acabaron con la vida de más de 100.000 habitantes de las Indias Orientales. El dióxido de azufre emitido durante la erupción y acumulado en forma de aerosol ácido en las altas capas de la atmósfera tuvo efectos climáticos a corto plazo, reduciendo durante más de un año el calor solar en la superficie del planeta."

Y así, el verano siguiente el tiempo fue frío y desapacible en la distante Europa, como consecuencia de la gran nube de cenizas expulsada por el volcán de la isla indonesia de Sumbawa. Un gélido verano no conocido, de manera que, sin exagerar, aquel 1816 fue llamado "el año en el que no hubo verano". Y lo cierto es que los europeos no podían sospechar la causa. Curiosamente, nos cuenta  Jorge Ordaz, aquel oscuro verano de 1816 propició la aparición de dos de los relatos de terror más célebres de la literatura inglesa: Frankestein, de Mary Shelley, y El vampiro, de John William Polidori, médico particular de lord Byron.

Mas no sólo fueron esas las consecuencias literarias de aquel  frío y tenebroso 1816. Lord Byron, inspirado por aquello, escribió el poema Darkness ("Oscuridad"). Los primeros versos nos describen poéticamente a la perfección lo que percibía y sentía el escritor romántico:

I had a dream, which was not all a dream.
The bright sun was extinguish´d, and the stars
did wander darkling in the eternal space,
rayless, and pathless, and the icy earth
swung blind and blackening in the moonless air;
[...]


Genoma. Vídeos educativos

Bueno chicos, vamos dejando ya el estudio de las diferentes fuentes de energía, con sus polémicas, y cambiamos de tercio. Nos adentramos en el apasionante mundo de las células y más concretamente en la información genética que contienen; los genes, esos fragmentos de ADN que codifican la síntesis de las proteínas que forman nuestro cuerpo y que regulan nuestro metabolismo. Un mundo tan fascinante como complejo. Por ello, comenzamos con un par de vídeos introductorios sobre el genoma, nuestro mapa de genes.


martes, 20 de abril de 2010

William Herschel, músico

Si algún día las ocupaciones y la salud me lo permiten, espero poder dedicarle una merecida entrada a William Herschel, aquel excelente músico que dejó, al menos en buena medida, el oboe por el telescopio. Aquel que descubrió el planeta Urano en 1781, el nuevo planeta que duplicaba el tamaño del Sistema Solar, que fue un observador incansable del espacio profundo y, por si todo ello fuera poco, descubrió en 1800, el luminoso año en el que Volta inventó la pila eléctrica, un tipo de "luz invisible", pero detectable con un simple termómetro, la radiación infrarroja (de onda más larga que el rojo). Contagió William su entusiasmo por el cosmos a su hermana Caroline, tenaz ayudante y descubridora ella misma de objetos celestes, y a su hijo John, escrutador del hemisferio austral.

Mientras tanto (animo al lector a que indague en estos tres célebres personajes de la musical familia Herschel), dejo aquí una breve pieza sinfónica de William Herschel para disfrutar:


 

viernes, 9 de abril de 2010

Adiós a Prípiat (la Pompeya del siglo XX)

La energía nuclear de fisión (la única nuclear que funciona actualmente para producir electricidad eficientemente, pues para aprovechar la fusión de los núcleos ligeros con tal humana finalidad parece que aún tendremos que esperar) genera acaloradas controversias; y no sólo entre físicos y ecologistas, sino entre los mismos científicos y ¡entre algunos ecologistas! La gravedad del problema del cambio climático ha hecho que no pocas mentes con una gran conciencia ecológica defiendan la energía nuclear como una alternativa eficaz a los detestables combustibles fósiles, de los que tanto hemos abusado.

El prestigioso y muy experimentado científico británico James Lovelock, amante de la naturaleza, es uno de los defensores de la energía nuclear como una pieza clave en la necesaria diversificación de fuentes energéticas para combatir a los mencionados combustibles fósiles. Lovelock sabe perfectamente que el trágico accidente de la central ucraniana de Chernóbil en 1986 es una losa que pesa demasiado sobre nuestras conciencias y que alimenta nuestros (¿injustificados?) temores, miedos humanos, acaso demasiado humanos.

Medios de comunicación y ciertos estudios nos han hablado de decenas de miles de personas muertas en Europa a consecuencia de la exposición a radiaciones tras el accidente. Es innegable la relación directa existente entre la dosis de radiación ionizante recibida y la muerte por cáncer. Sin embargo, afirma Lovelock, se puede estimar que "la exposición de todos los que viven en el norte de Europa a la radiación de Chernobyl reducirá su esperanza de vida entre una y tres horas" (La venganza de la Tierra. La teoría de Gaia y el futuro de la humanidad; pág. 153; Ed. Planeta, Barcelona, 2007). Como punto de comparación, añade Lovelock, "alguien que haya fumado desde joven, perderá siete años de vida". Para este científico, "la continua repetición de la enorme cantidad de muertes causadas por el desastre de Chernobyl es una gran mentira".  Y por si esto fuera poco, denuncia el anciano sabio que posiblemente la tragedia de la central nuclear ucraniana habrá reducido levemente la esperanza de vida de algunos habitantes de Ucrania y Bielorrusia. ¿Qué habría sucedido si esos afectados hubieran vivido en la llanura fluvial de un río y una presa hubiera reventado? Lovelock lo tiene claro: "Habrían perdido toda su esperanza de vida", mostrándonos el lado más terrible, que a veces lo tiene, de la energía hidráulica, una fuente renovable que "puede resultar mucho más dañina que la nuclear". Y aporta, en vindicación de la energía nuclear, que el informe del Instituto Paul Scherrer de Suiza (2001) señalaba a la nuclear como la fuente más segura, teniendo en cuenta el criterio  del número de muertes ocasionado. Los datos para el período 1970 - 1992 fueron:

- Carbón: 6.400 muertes (trabajadores).
- Hidroeléctrica: 4.000 muertes (público).
- Gas natural: 1.200 (trabajadores y público)
- Nuclear. 31 (trabajadores).

Estas 31 víctimas mortales de la energía de fisión nuclear deben ser aquellas personas que murieron como causa directa del terrible accidente de la central nuclear de Chernóbil, considerado el más grave de la historia debido a esta fuente de energía (usada, me temo, con manifiesta negligencia por los entonces soviéticos; las medidas de seguridad eran muy inferiores a las de las centrales occidentales, fundamentalmente porque los reactores carecían de edificio de contención). Aquel trágico suceso que conmovió al mundo y alertó a todo el continente europeo liberó al ambiente una enorme cantidad de material radiactivo, posiblemente unas 500 veces más que el liberado violentamente por la bomba atómica lanzada sobre Hiroshima en 1945. Sin embargo, muchos años después persiste la controversia respecto al  número de víctimas directamente relacionadas con la catástrofe de la central soviética. En Wikipedia podemos leer un extenso artículo al respecto, con información de los diferentes estudios realizados sobre los efectos del accidente de Chernóbil. Aquel lamentable suceso ocurrió, recordemos, durante una prueba en la que accidentalmente se produjo el sobrecalentamiento del núcleo del reactor de fisión por un aumento brusco de potencia. La consiguiente explosión y liberación de materiales radiactivos produjo la tragedia y desolación. Seguimos entonces con mucho interés y preocupación el suceso. No habíamos conocido nada parecido.

Unos años después me conmovió la canción Farewell to Pripchat, interpretada por Christy Moore. Prípiat o Pripyat, la agradable ciudad fundada en 1970 para los trabajadores de la central nuclear de Chernóbil y sus familias y que, tras el accidente, se convirtió en una Pompeya del siglo XX, una ciudad fantasma en la fría Ucrania. La explosión del reactor número 4 de Chernóbil cambió la vida de sus habitantes que, hasta entonces, se habían beneficiado de la central, su fuente de bienestar. El ejército soviético evacuó la ciudad unos días después.



La canción de Tim Dennehy, que yo escuché en la voz de Christy Moore, comienza con estos versos:

It was a Friday in April 1986,
the day that nightmare begun,
when the dust it fell down on our buildings and streets,
and entered our bedrooms at noon,
touched the grass and trees, bicycles, cars,
beds, books and picture frames too.
We stood around helpless, confused.
Nobody knew what to do.

Una nube negra, de invisible radiactividad, a mediodía, sobre aquel próspero lugar un día de primavera de 1986.

Dejo aquí el conmovedor tema cantado  por John McDermott:


Reflexionemos y analicemos críticamente el asunto. Eso sí, para el análisis, prescindamos de la pasión y limitémonos al uso de la razón, de la valoración u opinión razonada.

PS.:  Un interesante artículo del profesor Lozano Leyva que, una vez más, arroja luz sobre el asunto: "Bhopal y Chernóbil".

miércoles, 7 de abril de 2010

Radiactividad

Os dejo aquí unos vídeos sobre radiactividad para adquirir una pequeña idea del asunto; dos de ellos, una aproximación biográfica a ese matriomonio excepcional, los Curie (Pierre y Marie), que trabajaron juntos en París (¿habéis visto la Universidad de la Sorbona?).





lunes, 5 de abril de 2010

De E. coli a E. lefante (sobre la regulación de la expresión génica)





[Imágenes procedentes de wikimedia.org]

"Lo aplicable a E. coli lo es al  E. lefante". Esta afirmación del premio Nobel Jacques Lucien Monod (1910 - 1976), codescubridor del operón de la lactosa en la bacteria Escherichia coli, referida al a la sazón sorprendente mecanismo de regulación de la expresión génica para la síntesis de las enzimas necesarias para la asimilación de la lactosa, es una extrapolación ingeniosa pero no del todo cierta. En los organismos superiores, como plantas y animales, la situación es más compleja.

En las bacterias, organismos procariontes, la regulación de la expresión génica tiene lugar principalmente a nivel de la transcripción. En cambio, en los eucariontes, particularmente en los organismos pluricelulares (como el mencionado elefante, o nosotros mismos), las cosas se complican ya que, si bien es esencial la regulación en la transcripción, también hay diferentes tipos de regulación post-transcripcional de la expresión de los genes.

La cita de Monod, cuyo centenario se cumple en este 2010, la hemos tomado del delicioso libro Qué sabes de Genética (Ediciones B, Biblioteca Radical, Barcelona, 1999), de Martin Brookes (con divertidas y sugestivas ilustraciones de Andrew Kulman). El citado libro de divulgación hace un ameno recorrido por la historia de la Genética hasta los umbrales del siglo XXI, explicándonos los principales conceptos y hallazgos en esta rama de la ciencia de tantas e importantes aplicaciones. Una obra singular en formato y en contenido, para casi todos los públicos (y que en una oferta adquirí por ¡un euro! , ¡cuánto placer y cuánto saber por tan poco!). 

Para saber más sobre la regulación de la expresión de los genes en eucariotas pínchese en: (1) y (2).