martes, 23 de diciembre de 2014

Amor, conocimiento y piedad


"Tres pasiones, simples pero abrumadoramente fuertes, han gobernado mi vida: el anhelo de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por el sufrimiento de la humanidad"



Mis más sinceros deseos de paz para todos. Os lo deseo este difícil año que termina con la cita del inolvidable Bertrand Russell y con estas canciones del legendario grupo escocés Runrig:





 

lunes, 24 de noviembre de 2014

Una historia cultural de los elementos químicos

[Fuente de la imagen: www.casadellibro.com (aquí)]

He comenzado ya la lectura de La Tabla Periódica: la curiosa historia de los elementos (Ariel, 2013) del inquieto y polifacético Hugh Aldersey-Williams. Una historia de los elementos químicos con un enfoque cultural. No es una mera aproximación a los elementos químicos desde un punto de vista histórico sino que aquí cobra singular relieve el papel desempeñado por cada elemento químico en la vida de las personas, en el arte, en la economía, en la historia de los pueblos, en la cultura en su sentido más amplio.

El libro es de lectura muy agradable y accesible para personas sin formación científica. Nadie debería asustarse ante esta Tabla Periódica, que no hay que estudiar sino disfrutar de ella. De momento, sólo un lunar; me ha producido cierto disgusto que no se mencione a Antonio de Ulloa en el capítulo dedicado al hoy valiosísimo (no siempre fue así) platino.

miércoles, 12 de noviembre de 2014

En el cometa

[Descripción y fuente de la imagen aquí
(ESA) ]


El día ha estado lleno de dificultades, pero hoy lo vemos de color Rosetta.

Sobre la gran noticia:



lunes, 10 de noviembre de 2014

Un poco de paz

Lunes. La semana promete ser dura y complicada; agotadora, inclemente. Un poco de paz y reconciliación con el mundo gracias a Jake Walton:





(Recordando al químico y músico escocés Alex Atterson he terminado en las bellas canciones de Jake Walton. Dos grandes).

martes, 4 de noviembre de 2014

Upsala, ciudad de ciencia

La pequeña ciudad sueca de Upsala (o Uppsala) no puede entenderse sin su antigua universidad y sin los eximios científicos ligados a ella. Entre ellos, Celsius y Linneo. El primero, como es bien conocido, inventor de la escala centígrada de temperatura que lleva su nombre (con dos puntos fijos: O grados para la ebullición del agua y 100 grados para la congelación; posteriormente se invirtieron los valores de referencia adoptando la forma que hoy usamos). Anders Celsius (1701 - 1744) fue astrónomo y participó en la célebre e importante expedición a Laponia para medir allí un grado de meridiano y contribuir a la determinación de la forma de la Tierra, demostrándose que estaba achatada por los polos, de acuerdo con Newton.

 [Termómetro original de Celsius
Museo Gustavianum. Universidad de Upsala]

Y, ¿quién no conoce a Linneo? Carl von Linné (1707 - 1778), botánico, ideó el sistema binomial de nomenclatura científica para las especies de seres vivos, hoy usado por los biólogos.

Upsala es una encantadora ciudad universitaria nórdica que merece ser paseada sin prisas, con un magnífico edificio, frente a la gran catedral con sus dos torres afiladas, el Museo Gustavianum de la Universidad, que alberga interesantes exposiciones, entre ellas unas vitrinas dedicadas a insignes hombres de ciencia de aquella institución académica, con destacado protagonismo para Celsius (podemos ver su termómetro, con su escala original en la que el agua hervía a cero grados y congelaba a cien) y para el gran naturalista Linneo. Pero el Gustavianum tiene algo magnífico y singular: la cúpula central que contiene el impresionante teatro anatómico. Allí la imaginación se apoderará de nosotros.

[Edificio del Museo Gustavianum]

¿Damos un paseo por Upsala?

Aquí: programa Nómadas, de RNE, dedicado a Upsala.


En El devenir de la ciencia:

- Sobre CELSIUS.

- Sobre RUDBECK.

martes, 28 de octubre de 2014

Atrévete con energía



No te vas a hacer millonario pero puede que aprendas cosas útiles sobre el importante mundo de la energía:

lunes, 13 de octubre de 2014

Filosofía natural

"Las causas primordiales no nos son conocidas; pero están sujetas a leyes sencillas y constantes que pueden describirse mediante la observación y cuyo estudio es el objeto de la filosofía natural".

Estas palabras de Jean-Baptiste Joseph Fourier, matemático y físico francés cuyos trabajos fueron de gran importancia para William Thomson (Lord Kelvin), abren el prefacio del célebre tratado del gran físico británico del siglo XIX, escrito junto con Peter G. Tait, titulado Treatise on Natural Philosophy (el primer volumen vio la luz en 1867). Una magna obra en la que Thomson y Tait (popularmente conocida en la época como "T&T") abordaban los problemas de las diferentes ramas de la física a partir de la idea de energía (en la imagen una edición reciente del tratado).

Ellos, ya en la segunda mitad del XIX, continuaron con la denominación clásica de filosofía natural o filosofía de la naturaleza para referirse a la física, tal como había hecho Newton y se seguía haciendo en las universidades británicas "para referirse a la investigación de las leyes del mundo material y a la deducción de resultados no observados directamente". Hasta mediados del siglo XIX se habla de filosofía natural para designar a las ciencias naturales, particularmente la física (no comienza a emplearse la palabra "científico" hasta unos años después de 1830, con anterioridad se usaba "filósofo natural"). Gradualmente, desde mediados del siglo XIX, el término "física" se fue implantando.

 [Sobre el Treatise on Natural Philosophy, el "T&T", de Thomson y Tait, puede leerse "Un tratado pionero", perteneciente al capítulo 4 ("La visión mecanicista") del libro Lord Kelvin. La termodinámica clásica. La física entra en calor, de ANTONIO M. LALLENA; RBA, 2013]

martes, 7 de octubre de 2014

Química visual

La química es una ciencia experimental y, por tanto, la observación (un experimento no es otra cosa que una forma de observación, bajo control, en la que se miden y relacionan variables) es esencial. A veces (en contra de lo que pueden pensar muchos, que sólo ven en la química negros humos y sucias aguas) la observación de fenómenos químicos nos asombra por su espectacularidad o incluso belleza. En Beautiful Chemistry dan buena cuenta de ello. Una muestra:


Y podemos aprender algunas de las técnicas básicas de un laboratorio de química en los vídeos educativos de UPCtv. Por ejemplo:


Los alumnos también nos explican sencillos experimentos que captan nuestra atención:


La química se estudia, se lee, se hace. Y, por supuesto, se ve.

(Más experimentos aquí)

jueves, 25 de septiembre de 2014

El latido de las nubes

Precioso vídeo con música de Erik Satie. Las cambiantes nubes son las protagonistas.


viernes, 19 de septiembre de 2014

Vida y legado de Marie Curie

Extracto de la conferencia de José Manuel Sánchez Ron en la Fundación Juan March sobre la más célebre de las mujeres científicas, la inolvidable Marie Curie, aquí.

Y un interesante vídeo:




lunes, 1 de septiembre de 2014

Alfred Nobel: emprendedor y experimentador incansable (parte III)

[Alfred Nobel de joven (izquierda) con su hermano Ludvig en San Petersburgo hacia finales de la década de los 40 del XIX. Todos los hermanos Nobel fueron emprendedores y colaboraron siempre estrechamente en los negocios, particularmente de los explosivos y de la emergente industria petrolera. Fuente de la imagen aquí (Nobelprize.org)]


Sabía bien Alfred Nobel que para poder comercializar con éxito el aceite explosivo o nitroglicerina (tan peligroso de manipular, como había denunciado Ascanio Sobrero, su descubridor) tenía que idear algún dispositivo que permitiera controlar de forma segura el potente explosivo. Así, poco después de patentar su método de producción de nitroglicerina (1863), logra diseñar un componente clave para alcanzar su propósito: el detonador o "encendedor inicial" (una cajita de madera o "cápsula fulminante", sustituida después por un casquillo metálico, con una carga de pólvora negra en su interior). Este invento del detonador de Nobel es considerado por muchos tan relevante o más que el de la dinamita y puede afirmarse que hay un antes y un después en la historia de los explosivos con esta invención del químico sueco.

A mediados de los años 60 es ya Alfred Nobel no sólo un inventor sino un decidido empresario que pretende abrir fábricas de explosivos en diferentes partes de Europa y de los Estados Unidos. En 1865 pone en marcha la importante fábrica alemana de Krümmel, próxima a la ciudad de Hamburgo. Pero los accidentes con la nitroglicerina siguen haciendo estragos y Nobel no descansa para intentar reducir los riesgos del transporte, almacenamiento y manipulación de la nitroglicerina. Prueba con materiales porosos con escaso éxito hasta que lo hace con tierra de diatomeas, que abundaba en la región de Alemania donde se encontraba. La tierra de diatomeas, diatomita o kieselgur es una roca sedimentaria silícea formada por microfósiles de diatomeas (algas unicelulares marinas) de elevada porosidad y cualidades adsorbentes. Observó Nobel que la tierra de diatomeas quedaba impregnada de nitroglicerina formando una pasta que se podía amasar y darle fácilmente forma de barras. De esta manera podrían fabricarse cartuchos de tierra de diatomeas impregnada de nitroglicerina cuyo transporte y almacenamiento no supusiera un riesgo importante, estando la explosión controlada por un detonador o "encendedor Nobel". A esta masilla explosiva quiso darle el inventor sueco el nombre de dinamita, haciendo referencia a la "fuerza" del nuevo explosivo comercializable. En 1867 obtiene finalmente las patentes de la dinamita en diferentes países, entre ellos Estados Unidos.

A pesar del temor y la desconfianza hacia los inventos de Nobel en algunos momentos la carrera empresarial de Nobel no para, y sus experimentos tampoco. Su dinamita era un magnífico logro para una época en la que la minería y las grandes obras públicas estaban en auge pero Alfred Nobel era consciente de que tenía que seguir investigando para obtener explosivos seguros y más potentes. Se fijó en la nitrocelulosa o algodón pólvora. Y con el tiempo inventaría dos explosivos más de importancia: la gelignita o gelatina explosiva y la balistita o pólvora casi sin humo (que sustituiría a la pólvora negra en armas de fuego).



La nitrocelulosa es un sólido amorfo, parecido al algodón, inflamable. Contiene entre un 10 % y un 14 % de nitrógeno (N). La nitrocelulosa de mayor contenido en N se utiliza en explosivos, mientras que la de menor porcentaje forma parte del colodión (disolución de nitrocelulosa que es un líquido viscoso amarillo pálido que es empleado como recubrimiento de heridas y rozaduras) y lacas. Se obtiene por tratamiento de la celulosa (por ejemplo, de la pulpa de madera) con mezcla de ácidos nítrico y sulfúrico.

Parece ser, según cuenta el mismo Alfred Nobel, que aplicó colodión a una herida en un dedo tras sufrir un corte. Y allí, en el laboratorio, al observar la capa elástica que dejaba el colodión, se le ocurrió mezclarlo con, ¡cómo no!, nitroglicerina, dando lugar a una masa gelatinosa. Era el nacimiento de un nuevo explosivo (patentado en 1876): la gelatina explosiva, más potente que la nitroglicerina y sin los riesgos de ésta.

Muchos aspectos de la intensa vida de Alfred Nobel se quedan fuera de este artículo, por lo que invito al lector curioso a profundizar más en otros trabajos. Concluyo con un pequeño fragmento de una carta de Alfred Nobel a su hermano Ludvig, que constituye el prólogo de la deliciosa biografía novelada del inventor de la dinamita escrita por Austin Tower (Alfred Nobel; Editorial Dólar, Colección Celebridades; Madrid, ¿1951?). Nos da muestras de su personalidad. Así habla Alfred Nobel de sí mismo:

"Su principal mérito consiste en mantener sus uñas limpias y en no haber sido jamás una carga para nadie. Sus faltas peores: carece de familia, tiene mal genio y padece de indigestión. Su único deseo: que no se le entierre vivo. Su peor pecado: no adorar el dinero. Importantes sucesos en su vida: ninguno".


Pueden leerse las dos partes anteriores de este breve recorrido por la vida e inventos de Alfred Bernhard Nobel aquí:

- "Alfred Nobel: emprendedor y experimentador incansable (parte I)".

- "Alfred Nobel: emprendedor y experimentador incansable (parte II)".


Para saber más:

- FRÄNGSMYR, TORE. Alfred Nobel. Instituto Sueco. Estocolmo, 2013.

- VV. AA. Crónica de la Técnica. Plaza & Janés Ed., Barcelona, 1989.


En Internet:

- Página web oficial de los Premios Nobel: www.nobelprize.org.

- Presentación de Miguel Ángel Sierra sobre explosivos: "Materiales energéticos"



 

sábado, 30 de agosto de 2014

Alfred Nobel: emprendedor y experimentador incansable (parte II)

[OLOF RUDBECK (1630 - 1702); ilustre antepasado de Alfred Bernhard Nobel.
Fuente de la imagen: Wikipedia]

Petrus Nobelius había nacido en Nöbbelöv (Escania, al sur de Suecia) a mediados del siglo XVII. Su apellido, latinizado, hacía referencia a su lugar de nacimiento. Su suegro era nada menos que Olof Rudbeck, una de las figuras más notables de la cultura y la ciencia suecas. El polifacético Olof Rudbeck ("el viejo"), nacido en 1630, fue catedrático de Medicina en la Universidad de Uppsala y, además de dominar su especialidad y la botánica, fue historiador, compositor, arquitecto e ingeniero. Hoy podemos disfrutar de una de sus magníficas creaciones: el teatro anatómico en la cúpula del antiguo edificio Gustavianum de la Universidad de Uppsala (actualmente museo de obligada visita), inspirado en los de Padua y Leiden, con la sustancial mejora respecto a ellos de una excelente iluminación natural para realizar las disecciones. Tuvo Petrus Nobelius un nieto que convirtió el apellido en Nobel para la posteridad. Este nieto de Petrus tendría otro nieto llamado Alfred Bernhard, quien pasados los años haría importantes avances en el campo de los explosivos (tan necesarios en las minas, los túneles y otras obras de ingeniería en un mundo, el de la segunda mitad del siglo XIX, en vertiginoso desarrollo técnico) y haría fortuna con sus fábricas. El padre de nuestro protagonista, Immanuel Nobel, ya se dedicaba a la obtención de explosivos, así pues no es de extrañar la trayectoria de Alfred Nobel. Y con un antepasado tan sobresaliente como Olof Rudbeck y una educación privada exquisita (en San Petersburgo, donde se trasladó la familia, no acudió a la escuela sino que recibió clases en su propia casa por parte de prestigiosos profesores, como los químicos Trapp y Zinin) no es raro que Alfred Nobel, el padre del detonador y la dinamita (y de más de 350 patentes) y de los premios más célebres y apreciados, fuera un hombre de gran talento y cualidades extraordinarias para la experimentación y la invención.

[ALFRED B. NOBEL de joven. Imagen procedente de www.nobelprize.org]

Sin duda fue de enorme importancia para el joven Alfred Nobel (Estocolmo, Suecia, 1833 - San Remo, Italia, 1896) su estancia en París a comienzos de la segunda mitad del siglo XIX. Allí completó su formación como químico bajo la supervisión de Jules Pelouze, de gran reputación en aquella época. El célebre químico francés contaba entre sus discípulos con el italiano Ascanio Sobrero (1812 - 1888), quien había descubierto una sustancia explosiva en los años 40 del siglo XIX al añadir glicerina a una mezcla con ácido nítrico (HNO3). Él la llamó piroglicerina, posteriormente conocida como nitroglicerina. Sobrero sufrió en su propio rostro la cualidad explosiva de la nueva sustancia y descartó su aprovechamiento debido a la peligrosidad de su manejo (la nitroglicerina es muy sensible a los golpes, la agitación y el calor). Resulta irónico que Ascanio Sobrero, habiendo estudiado medicina, despreció la utilidad de la nitroglicerina debido a los riesgos que conlleva. No podía imaginar entonces que llegaría a aplicarse en medicina como vasodilatador.



[La nitroglicerina, CH2ONO2-CHONO2-CH2ONO2, es un líquido viscoso, amarillo pálido, soluble en alcohol y éter, ligeramente soluble en agua y con mayor densidad que ésta (1,6 g/cm3). Fue obtenida por primera vez por el médico y químico italiano ASCANIO SOBRERO en 1847 al hacer reaccionar la glicerina, un subproducto de la fabricación de jabón, con ácido nítrico en presencia de ácido sulfúrico. 1mol de glicerina reacciona con 3 moles de ácido nítrico para formar 1 mol de nitroglicerina y 3 moles de agua.
Imagen procedente de Wikipedia]



Fue en el laboratorio de Pelouze (quien había trabajado también en la obtención de explosivos) donde Alfred Nobel debió interesarse por ese nuevo explosivo que había desechado Sobrero por su peligro y dificultad de controlar. Y para Nobel, familiarizado (nunca mejor dicho) con el mundo de los explosivos, se abría una magnífica oportunidad para investigar y experimentar tenazmente sobre aquella piroglicerina de Sobrero. Tal vez él podría ser capaz de dominar el potente explosivo y hacer posible su comercialización. Y así fue, aunque el asunto tuvo sus complicaciones y no faltarían los accidentes (uno de ellos muy doloroso para toda su familia, la explosión registrada en 1864 en la fábrica sueca de Heleneborg, donde murieron varias personas, entre ellas el hermano menor de Alfred Nobel, Emil). Para proseguir los trabajos de laboratorio con una sustancia de tan peligroso manejo hacía falta mucho valor y tener las ideas muy claras de lo que se busca, lo cual no está al alcance de cualquiera. Pero Alfred Nobel estaba hecho de una madera especial y había mamado los peligros y las dificultades de la obtención y manipulación de explosivos. Por fin en los años 60 fue capaz de producir nitroglicerina en cantidad suficiente y en 1863 obtiene la patente por su método de obtención de nitroglicerina, el aceite explosivo. El descubrimiento de la nitroglicerina fue de Sobrero pero Alfred Nobel hizo posible su fabricación con menos riesgos y su posterior comercialización. Una mente inquieta y emprendedora como la de Nobel no se conforma, sin embargo, con lo obtenido, sino que observa sus defectos y trata de corregirlos. Las invenciones de Nobel no habían hecho más que empezar, las ideas (permítanme la expresión) detonaban en su cabeza...

La primera parte aquí:


Y la tercera y última puede leerse aquí:

- "Alfred Nobel: emprendedor y experimentador incansable (parte III)".

viernes, 29 de agosto de 2014

Alfred Nobel: emprendedor y experimentador incansable (parte I)

[Medalla correspondiente al premio Nobel de Química, concretamente la de 1954, concedida a Linus Pauling. En el anverso, retrato de Alfred Nobel; en el reverso se representa la naturaleza mediante la diosa Isis, que porta la cornucopia o cuerno de la abundancia, símbolo de prosperidad, mientras la ciencia levanta el velo de la diosa. Fuente de la imagen aquí]


"Se puede afirmar sin exagerar que lo que sirve de fundamento a todo el conocimiento humano es la observación y búsqueda de similitudes y disimilitudes".

(ALFRED NOBEL)


Una visita a la bella y elegante ciudad de Estocolmo es una oportunidad magnífica para recorrer los lugares emblemáticos de los celebérrimos premios Nobel: el antiguo edificio de la Bolsa, distinguida construcción del siglo XVIII en el corazón de Gamla Stan (isla que constituye la ciudad vieja), que alberga el Museo Nobel (un recinto expositivo dedicado a los premios que incluye también una pequeña e interesante sala donde se nos explican aspectos de la vida, los intereses intelectuales e invenciones del hombre que hizo posible los galardones más preciados de la ciencia, la literatura y la paz); el feo edificio azulado de conciertos, sede de la Real Orquesta Filarmónica, un mamotreto neoclásico en Norrmalm (ensanche del XVIII al norte del casco viejo de Gamla Stan), construido en los años 20 de la pasada centuria, que, sin embargo, es el lugar (de momento, pues está previsto un nuevo edificio) donde el rey de Suecia entrega los premios; y el imponente Ayuntamiento de la capital (inaugurado en 1923), en cuya Sala Azul (que no es de tal color sino un enorme patio cubierto que recuerda a un palacio medieval de la Italia septentrional, con altas paredes de ladrillo rojizo y señoriales columnas y escalinata) tiene lugar el muy concurrido banquete de gala tras la ceremonia de entrega de galardones en la Sala de Conciertos, que culmina con un baile en la  deslumbrante Sala Dorada del edificio (que sí merece su nombre pues el pan de oro la decora).

[Magnífica Sala Dorada del Ayuntamiento de Estocolmo. Imagen procedente de www.estocolmo.org]

Los premios Nobel se entregan cada 10 de diciembre (tal día de 1896 murió el científico e inventor sueco en San Remo) en las categorías de Física, Química, Medicina o Fisiología, Literatura, Paz (los originales incluidos por Alfred Nobel en su testamento) y de Ciencias Económicas (instituido por el Banco de Suecia a finales de los años 60 del pasado siglo). Alfred Nobel tenía un espíritu cosmopolita y humanista (había viajado por diferentes países de Europa y por Estados Unidos y dominaba cinco idiomas: ruso, francés, inglés y alemán, además del sueco) y era su deseo que los premios que debían concederse con la fortuna que había acumulado gracias a sus patentes y negocios para premiar a aquellos cuyos trabajos y esfuerzos hubieran sido de mayor utilidad a la humanidad tuvieran carácter internacional (lo cual fue motivo de cierta crítica en Suecia pues algunos no veían con buenos ojos que parte de la herencia de Nobel fuera destinada a extranjeros). La Real Academia de Ciencias de Suecia concede los galardones de Física y de Química, mientras que el prestigioso Instituto Karolinska de Estocolmo decide el correspondiente a Medicina o Fisiología. Tras salvarse las dificultades del testamento de Nobel por fin se entregaron los primeros premios en 1901, con el nacimiento del siglo XX, que tantos descubrimientos científicos revolucionarios depararía. El primer galardón de Física fue para el alemán W. C. Röntgen, por su descubrimiento de los rayos X; el de Química para el holandés van't Hoff, por su descubrimiento de las leyes de la dinámica química y de la presión osmótica en disoluciones; el de Fisiología o Medicina se concedió aquel primer año al alemán von Behring, por su descubrimiento de la aplicación de suero sanguíneo en la terapia de enfermedades infecciosas, particularmente en la difteria. Son innumerables las curiosidades que se pueden citar respecto a la ya larga trayectoria de los premios Nobel. Tan sólo diré aquí que dos son los españoles que han recibido el galardón de Fisiología o Medicina: Santiago Ramón y Cajal (en la temprana fecha de 1906) y Severo Ochoa (en 1959). Puede consultarse la entrada "Cajal y Ochoa, científicos españoles con el Nobel" en El devenir de la ciencia.

[ALFRED BERNHARD NOBEL (1833; Estocolmo, Suecia - 1896; San Remo, Italia). Fuente de la imagen: http://www.nobelprize.org/alfred_nobel/]


Resulta curioso que los premios que llevan el nombre de Nobel sean tan conocidos y valorados en todo el mundo y, en cambio, la biografía y la tenaz labor investigadora y empresarial del inventor sueco que donó en su testamento buena parte de su fortuna para los mismos queden reservadas para un relativamente reducido número de curiosos, científicos e historiadores que se han interesado por ellas.

El personaje, en sí mismo, es del máximo interés. Y no sólo por su invención de la dinamita. Alfred Bernhard Nobel fue un emprendedor y experimentador incansable que no se conformó con haber dominado el poder explosivo de la nitroglicerina, de tantas aplicaciones en obras públicas e ingeniería, sino que no dejó de trabajar toda su vida, en diferentes partes de Europa (también en Estados Unidos), para innovar, crear fábricas y fomentar el progreso (no es justo reducir la visión que se tiene de Nobel a las aplicaciones bélicas que los gobiernos de las naciones han hecho de los explosivos o a los accidentes que éstos han provocado). Allá donde residiera Alfred Nobel había un completo laboratorio para experimentar y buscar soluciones.

A lo largo de su vida Alfred Nobel había conseguido 355 patentes (además de diferentes tipos de explosivos Nobel ideó un aparato fotográfico ligado a un cohete para tomar imágenes y mediciones del terreno, diferentes aparatos de electroquímica y óptica, un extintor de incendios, un sistema para realizar transfusiones de sangre, un método para la destilación continua del petróleo, etc.). Pero por si esto fuera poco, a la mentalidad del científico y el humanista (se interesó especialmente por la literatura y la filosofía) hay que añadir la del hombre de negocios que tiene que luchar contra todo tipo de dificultades y zancadillas para abrirse camino. Fue capaz de levantar unas cien fábricas repartidas en una veintena de países, también en España, concretamente en Vizcaya



viernes, 15 de agosto de 2014

Los tres grados en el conocimiento humano, según Claude Bernard

[CLAUDE BERNARD, en un retrato de 1875; procedencia de 
la imagen aquí]


Me parecen de interés estas palabras del eximio médico y fisiólogo francés Claude Bernard (1813 - 1878), impulsor decidido del método experimental en la investigación médica; visión bastante simplificada de la evolución de la actitud del hombre ante el conocimiento del mundo (pero creo que valiosa, aunque hay que analizarla, claro está, en su contexto histórico: el siglo XIX) que comparto con el lector, para que él mismo juzgue. Son fragmentos recogidos en el libro Dos biólogos: Claudio Bernard y Ramón y Cajal, de Pedro Laín Entralgo, Espasa-Calpe (Colección Austral), Buenos Aires, 1949. He aquí las palabras del sabio francés del XIX:

"El espíritu humano, en los diversos períodos de su evolución, ha pasado sucesivamente por el sentimiento, la razón y la experiencia. En un principio, el sentimiento se impuso por sí solo a la razón y creó las verdades de fe, es decir, la teología. La razón o la filosofía se constituyó luego en dueña y señora, y alumbró la escolástica. Por fin, la experiencia, es decir, el estudio de los fenómenos naturales, enseñó al hombre que las verdades del mundo exterior no se encuentran formuladas de antemano ni en el sentimiento ni en la razón. Uno y otra son tan sólo guías indispensables; mas para obtener esas verdades es necesario descender a la realidad objetiva de las cosas, donde se encuentran ocultas bajo su forma fenomenal".

Dice Laín Entralgo que no es necesario ser un lince para advertir la coincidencia entre el pensamiento del fisiólogo francés y las ideas del padre del positivismo, Auguste Comte. Sin embargo, a pesar de esta sintonía, aclara Laín, mientras que para Comte el logro histórico del último estado, el "estado positivo" (el período de la experiencia de Bernard), anularía las dos fases anteriores (el "estado teológico" y el "estado metafísico") para Claude Bernard el "período de la experiencia", aun siendo el último, no invalidaría las anteriores actitudes del hombre o modos de ser del espíritu humano, sino que el método experimental resume todo lo precedente y, dice Bernard, "se apoya sucesivamente sobre las tres ramas de este trípode inmutable: el sentimiento, la razón y la experiencia". Obviamente un investigador actual, sin negar que tenga una faceta emocional o pueda alimentar su "dimensión espiritual" con el sentimiento, incluso que posea fe religiosa (nada raro, por cierto, sobre todo entre médicos), emplea en su labor el método hipotético-deductivo, en el que la razón y la experiencia, nunca el sentimiento o las creencias sentimentales (que quedan al margen del método científico, que no las necesita y se vería gravemente adulterado por una contaminación de este tipo), son las herramientas imprescindibles.

Añade Laín Entralgo que Bernard, en un texto manuscrito de 1865, muestra un claro pensamiento "transpositivista" (término empleado por Laín) al definir tres grados o ramas del conocimiento humano, que no etapas históricas sucesivas. Asimismo observa Laín cómo Claude Bernard, en consonancia con su época, cae en el ingenuo error de llamar "ciencia" a la religión (que es una forma de conocimiento, no científica, del "mundo espiritual"). Escribe el médico y fisiólogo francés en dicho manuscrito:

"Es preciso distinguir tres grados en el conocimiento del hombre. En un principio se hace una representación de las cosas, en el [la] cual cree. En seguida quiere saber por qué cree, y razona sobre sus creencias. Por fin, quiere tener la prueba de sus razonamientos [aspecto genuinamente científico]: entonces demuestra, experimenta. De donde derivan las tres ramas fundamentales de los conocimientos humanos: 1º La ciencia de las creencias: Religión. 2º La ciencia del razonamiento: Filosofía. 3º La ciencia de las demostraciones, de las pruebas: Ciencias propiamente dichas".

Hoy no hablaríamos de ciencia más que para el tercer grado, mientras que los otros dos, aunque Bernard los cataloga como ciencias, quedarían al margen, aquí, en las palabras de Bernard, el término hay que entenderlo como sinónimo de saberes humanos. La conclusión de Claude Bernard es que en todos los conocimientos humanos y en todas las épocas hay una mezcla en proporción variable de religión, filosofía y ciencia. Esto, en todo caso, podemos asumirlo hasta mediados del siglo XIX, pero con posterioridad y particularmente desde comienzos de la pasada centuria el conocimiento de la naturaleza es absolutamente independiente del religioso y, aunque con influencias mutuas, tiene un carácter diferenciado (precisamente por su método) del filosófico.

miércoles, 30 de julio de 2014

La ciencia en plural

[Fuente de la imagen: Wikipedia]

"El arte es yo; la ciencia es nosotros".

Magnífica y elocuente es esta célebre frase del adalid de la medicina científica, impulsor del método experimental en la medicina y la fisiología del siglo XIX: el francés CLAUDE BERNARD (de joven, curiosamente, tuve conocimiento de su labor científica gracias a la lectura de Pío Baroja, novelista y médico de formación). Recomiendo al lector esta biografía del premio Nobel argentino en Medicina Bernardo A. Houssay: Claude Bernard y el método experimental.

Claude Bernard, fundador de la medicina experimental, bien sabía que la ciencia es tarea colectiva, particularmente desde el siglo XIX (y cada vez más). Son equipos de investigadores y trabajadores que aúnan sus esfuerzos liderados por algún o algunos científicos (hoy no pocas mujeres) brillantes. Una labor colectiva, frecuentemente interdisciplinar e internacional (dada la complejidad y el elevado coste de las investigaciones punteras actuales): de un equipo humano (un "nosotros") para el beneficio y conocimiento de toda la humanidad (todos nosotros). El arte, en cambio, es generalmente labor creativa de una mente inquieta y a veces genial, individual, que se proyecta hacia los demás.

martes, 22 de julio de 2014

Berzelius: los símbolos y mucho más

J. J. Berzelius fue uno de los grandes personajes de la química, cuando esta ciencia, gracias a Lavoisier, Dalton y otros, tomó impulso a principios del siglo XIX. Y no sólo estableció la moderna simbología química de los elementos y de las fórmulas de los compuestos (con superíndices, en vez de los actuales subíndices para indicar las proporciones de los elementos que forman parte de la sustancia compuesta, como H2O, CO2, etc.), sino que su metódica labor es ciertamente amplia y de interés.

[Fuente de la imagen aquí]


 

martes, 1 de julio de 2014

¿Guerra biológica en el siglo XVIII? (la viruela en la Guerra de Independencia norteamericana)

Hay libros que no puede dejar uno de recomendar porque, cada vez que fueron abiertos para su lectura, supusieron un plácido rato de disfrute y conocimiento. Y si el tema es abordado por el autor con un original enfoque la recomendación se hace poco menos que obligatoria. Tal es el caso de Chiripas de la Historia ("una antología de las casualidades más increíbles que han forjado el destino de la humanidad"), de Gonzalo Ugidos (La Esfera de los Libros, Madrid, 2013), al que conocemos de su magnífico e imprescindible espacio radiofónico (RNE5) Vidas Contadas.

Entre tantas amenas y jugosas páginas leo "Su Majestad George Washington" (imagen de la izquierda), en donde Gonzalo Ugidos narra una muy interesante historia: la epidemia de viruela que asoló la costa este de Norteamérica durante la Guerra de Independencia. Precisamente George Washington tenía una vital ventaja, un escudo protector biológico, pues el comandante en jefe de las tropas rebeldes que luchaban contra los británicos había sobrevivido a la viruela que padeció en su adolescencia, de manera que era inmune a dicha enfermedad vírica.

El hecho es que la viruela hizo estragos en las tropas continentales rebeldes, jugando un muy importante papel en la Guerra de Independencia, afectando a miles de soldados y ocasionando que la guerra se prolongara por más tiempo. En 1776 unos cinco millares de soldados rebeldes, la mitad del Ejercito Continental en las proximidades de Quebec, padecieron la enfermedad, convirtiéndose pues en peor enemigo que los británicos, canadienses e indios juntos, como dijera John Adams, segundo presidente de Estados Unidos.

Los soldados británicos gozaban de cierto grado de inmunidad contra la viruela, desde luego mucho mejor que las tropas rebeldes americanas. Cuenta Gonzalo Ugidos que tal vez (es un asunto de controversia entre los historiadores) la epidemia de viruela de 1776 que azotó al Ejercito Continental rebelde fue deliberadamente propagada por los británicos, en lo que sería una pionera guerra biológica para debilitar o acabar con el enemigo. La hipótesis es plausible porque, dice Ugidos, "los redcoats (casacas rojas) del ejército británico habían sido previamente vacunados". Esta afirmación me mueve a profundizar algo más y a hacer una aclaración sobre la vacunación.


Edward Jenner (1749 - 1823) descubrió la vacuna en 1796, es decir, veinte años después de aquel terrible brote de viruela que castigó a las tropas rebeldes norteamericanas, con miles de afectados. Por tanto, creo que no es muy acertado emplear aquí el término vacunación, pues puede inducir a cierta confusión histórica. Con mayor propiedad podríamos hablar de inoculación (aunque es cierto que hoy día se emplean indistintamente los términos inoculación y vacunación para referirse a cualquier inyección protectora de infecciones). Con anterioridad al hallazgo de Jenner, para inmunizar a las personas contra la enfermedad infecciosa se inoculaba pus (en la época de la Guerra de la Independencia de Norteamérica al procedimiento se le llamaba virulación) de pacientes que sufrían la enfermedad de forma moderada, menos grave. La viruela (enfermedad infecciosa que sabemos hoy que es provocada por un virus) es muy contagiosa, ocasionando en el enfermo fiebres altas y una erupción cutánea característica y pudiendo causar la muerte. Cuando la enfermedad no tenía fatales consecuencias para el paciente, éste quedaba inmunizado contra la enfermedad de forma duradera. Pero, a pesar de usarse la inoculación como técnica de inmunización, en ocasiones el procedimiento tenía un fatal desenlace para el inoculado. Fue Edward Jenner quien halló una solución efectiva al problema de la inoculación al descubrir su vacuna (del latín vacca, es decir, vaca), obtenida de la viruela bovina, una forma mucho más benigna de la enfermedad infecciosa (Jenner observó que las ganaderas que ordeñaban las vacas con viruela bovina se infectaban con una forma leve o inocua de la enfermedad que les confería inmunidad frente a la temida viruela humana). La vacunación fue reconocida como una poderosa técnica de inmunización por la comunidad médica tras la publicación en 1798 de la obra de Edward Jenner titulada Inquiry into the Causes and Effects of the Variolae Vaccinae. La vacunación tomó fuerza y rápidamente se extendió el procedimiento profiláctico por Europa y también por el continente americano. A mediados del siglo XIX la vacunación pasa a ser obligatoria con la finalidad de mejorar la salud pública y la calidad de vida de la población (como así fue), pero ante ello reaccionaron ciertos grupos organizándose en contra de tal medida, particularmente en Gran Bretaña, al considerarla una injerencia del Estado (¿les suena esto de algo?; no hay nada nuevo bajo el Sol).


Los soldados británicos de las colonias norteamericanas fueron inoculados con carácter voluntario. Por este motivo, entre otros, creo que la hipótesis del contagio premeditado, de la "guerra biológica" de los británicos contra los rebeldes norteamericanos, no es cierta aunque sea posible. De pretender  diezmar al ejército enemigo con el mínimo riesgo la inoculación contra la viruela entre la tropa británica habría sido obligatoria (aunque es cierto que el procedimiento de inmunización de la época no era completamente seguro).

El caso es que, dada la alarmante y grave situación, George Washington tuvo la valentía y perspicacia suficientes como para ordenar la inoculación obligatoria contra la viruela para todos sus soldados, a excepción de aquellos que ya hubieran padecido y superado la enfermedad, de manera que eran inmunes a la misma. Esto ocurrió en 1777, tan sólo un año después del terrible brote epidémico. Hubiera sido mejor, evitándose muchas víctimas, que la inoculación se realizara con anterioridad (lo cual incluso acaso habría modificado el devenir de Norteamérica). Pero no podemos negar el arrojo de Washington, quien, tal vez animado por su propia inmunidad, fue el artífice de la inoculación del Ejército Continental norteaméricano, que se convirtió así en el primero del mundo al que se aplicó un plan organizado de prevención de la viruela.


Nota:

La inoculación o vacunación consiste en inyectar, con carácter profiláctico, microorganismos, vivos o muertos, o sus productos, para prevenir una enfermedad infecciosa (o bien para que esta aparezca en forma atenuada o leve). Parece ser que ya en la antigüedad se practicaba la inoculación de la viruela en Asia y Oriente próximo. Posteriormente, en el siglo XVII, fue introducida en Europa. Destacable es el caso de Mary Wortley Montagu (1689 - 1762), quien a comienzos del XVIII escribió sobre la práctica de la inoculación que se realizaba en Turquía (ella misma sometió a sus hijos al proceso). Esta técnica de inoculación o virulación provocaba una forma de viruela más leve.


Bibliografía:

- BYNUM, W. F., BROWNE, E. J., ROY PORTER; Diccionario de historia de la ciencia. Herder, Barcelona, 1986.

- UGIDOS, G.; Chiripas de la historia. La Esfera de los Libros, Madrid, 2013.

En Internet:



domingo, 15 de junio de 2014

No es un día cualquiera... para la ciencia

El Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC)  cumple 75 años de vicisitudes y el programa No es un día cualquiera, de RNE, dirigido por Pepa Fernández, emitió el sábado desde la sede de la institución científica española. La tertulia estuvo dedicada a la investigación; Nieves Concostrina, narradora de historias de huesos y difuntos, habló de Galileo Galilei ; y Pepa Fernández entrevistó al biólogo Daniel Ramón, experto en tecnología de alimentos, particularmente en transgénicos, que ha escrito Los genes que comemos (coautor también de una novela sobre el polémico asunto).

El domingo por la mañana, ya en La Rioja, el humor, originalísimo, lo puso como siempre Juan Carlos Ortega, que es un gran aficionado a la historia de la ciencia (es autor de la singular obra divulgativa para todos los públicos, estudiantes de ESO incluidos, El universo para Ulises; Editorial Planeta, 2013). En sus Cuentos para Ulises narra una rara historia de un remoto lugar en el que la política invade absurdamente el territorio de la ciencia, y en su sección de la disparatada Radio 6 un físico atómico se ve en apuros ante la descabellada intervención de una oyente (todo puede ocurrir en esta cadena). El cuento para Ulises comienza así:

"Había una vez un país muy lejano en el que la ciencia no funcionaba igual que aquí. Allí, todos los asuntos científicos se sometían a referéndum.

- Mañana se votará cuál va a ser la velocidad de la luz.

Y todos los habitantes de ese lejano país decidían cuál sería el valor de esa constante natural.

- Yo votaré que sean 100 km/h.

- Pues yo votaré...".


Puede escucharse el extraño cuento político-científico pinchando aquí. La entrevista de Radio 6, aquí (a partir del minuto 9:10).

Y como en terrenos humorísticos estamos, os dejo un par de viñetas de Forges, también ilustre colaborador de No es un día cualquiera:




  

lunes, 9 de junio de 2014

El pato Donald en el mundo de las matemáticas

[Un simpático viaje al maravilloso mundo de las matemáticas con el pato Donald, que hoy cumple 80 años.]

Puede disfrutarse de Donald in Mathmagic Land pinchando aquí.

lunes, 2 de junio de 2014

El Príncipe de Asturias y la química

[El investigador AVELINO CORMA es especialista en síntesis y aplicaciones de las zeolitas; fuente de la imagen aquí]

Hoy todos los medios de comunicación hablan del rey y del príncipe de Asturias. En El devenir de la ciencia destacamos al químico Avelino Corma (Moncófar, Castellón, España, 1951), premiado con el Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica 2014. Por fin la investigación química es la protagonista de estos prestigiosos premios internacionales. "Fue un reconocimiento a la química en España", ha afirmado el investigador. Corma es uno de los científicos más valorados de nuestro país, desarrollando su labor investigadora en el campo de la catálisis heterogénea.

Junto con el biólogo Antonio García-Bellido constituye la representación española en la Royal Society, lo que invita a soñar con la posibilidad de un nuevo Nobel hispano. Un par de docenas de españoles han formado parte a lo largo de la historia de tan célebre institución inglesa, la mayoría en el siglo XVIII, con Antonio de Ulloa y Jorge Juan como máximos exponentes de aquella época. Los miembros españoles de mayor relieve han sido Santiago Ramón y Cajal y Severo Ochoa, ambos galardonados con el Nobel.

Pepa Fernández entrevistó a Avelino Corma y al eximio bioquímico Santiago Grisolía el pasado fin de semana en No es un día cualquiera, de RNE:



 

sábado, 17 de mayo de 2014

Las mamas de Dolly

No hay oveja más famosa que Dolly (1996 - 2003), el primer mamífero clonado a partir de una célula somática adulta. Los padres científicos de la criatura fueron Keith Campbell e Ian Wilmut, investigadores del Instituto Roslin de Edimburgo. Diez años antes se había logrado clonar un ratón, pero en este caso tomando el núcleo de una célula madre embrionaria.

[Fuente de la imagen: aquí]


Los británicos emplearon la técnica de transferencia nuclear de la célula somática, consistente en extraer el núcleo de una célula somática adulta (en el caso de Dolly una célula de una gándula mamaria de una oveja donante) e introducirlo en un óvulo desprovisto de su núcleo. Después de dotar al óvulo con el núcleo de la célula adulta (con toda la información genética de esta, con su ADN) los investigadores del equipo de Edimburgo estimularon la división celular mediante la aplicación de descargas eléctricas. El desarrollo del embrión en otra oveja daría lugar, finalmente, al nacimiento de la oveja clonada, Dolly, genéticamente idéntica a la oveja donante del núcleo de célula adulta. Aclaremos que aunque Dolly tenía el mismo ADN nuclear que la célula adulta de la oveja donante su ADN mitocondrial (que es extranuclear) provenía de la oveja utilizada para proporcionar el óvulo (desnucleado) receptor. Por supuesto, no hay tarea fácil en la ciencia y menos en un asunto tan delicado como este. Fueron necesarios 277 intentos hasta que los investigadores del Instituto Roslin de Edimburgo gritaron su particular eureka.

Y como sucede tantas veces en la investigación el caso de Dolly tiene su punto chusco. Puesto que la célula somática adulta se había obtenido de una glándula mamaria de una oveja, los británicos Campbell y Wilmut tiraron de humor isleño y dieron a la oveja obtenida por clonación el nombre de Dolly, en homenaje a la gran cantante de country Dolly Parton, de abrumadora delantera.

Os dejo un divertido vídeo de introducción a la clonación hecho por alumnos de bachillerato y una muestra de la música de la cantante de poderosos pechos, Dolly Parton:






Para saber más: 50 cosas que hay que saber sobre genética; MARK HENDERSON; Ed. Ariel.

domingo, 4 de mayo de 2014

Dos ciencias: historia y cosmología

[MARIO BUNGE, físico y filósofo; Buenos Aires, 1919]



" La historia es mucho más científica que la cosmología. El buen historiador busca y da evidencia de prueba, a diferencia de los cosmólogos fantasistas, como Hawking. La historia es la más científica de las ciencias sociales."

Me han llamado la atención de manera especial estas palabras del longevo y gran filósofo de la ciencia argentino Mario Bunge en una entrevista recientemente concedida al diario El País (puede leerse completa aquí).

Tiene su razón Bunge, pues la investigación histórica se basa en el análisis de los hechos de forma objetiva y contrastada, con todas sus limitaciones (no confundir con las, subjetivas, memorias históricas). No cabe duda de que la cosmología física es ciencia, pero no es menos cierto que hoy día está impregnada de numerosas especulaciones teóricas, con sutiles y complejos desarrollos matemáticos (incluidas "acrobacias matemáticas"), no falsables, como ocurre con los modelos cíclicos, en los que se considera la sucesión de big bangs. Tal es el caso de la cosmología de Hawking y, acaso más aún, el de la Cosmología Cíclica Conforme de Penrose (véase este artículo de Carlo Frabetti). Pero esas aventuras teóricas de la cosmología son enormemente sugestivas y animan el debate, estimulando nuestra inevitable y sana curiosidad por conocer. 

martes, 22 de abril de 2014

Libros abiertos

Mañana, 23 de abril, es el Día del Libro y uno tiene la sana tentación de recomendar algunos libros que ha leído (sí, a veces a salto de mata) o que desearía tener entre las manos. Vamos a ello.

Un viejo libro: Manual de Física, de Modesto Bargalló (Ed. Reus Sardá, 1925).

Un libro de divulgación científica: 50 cosas que hay que saber sobre Genética, de Mark Henderson (Ariel, 2010). De las leyes de Mendel a los organismos genéticamente modificados y la vida artificial.



Un libro de historia de la ciencia: Bartolomé de Medina y el siglo XVI, por Manuel Castillo Martos (Servicio de publicaciones de la Universidad de Cantabria, 2006). Sobre el descubridor, a mediados del siglo XVI, del método de beneficio de la plata por amalgamación ("beneficio de patio"); un sevillano en México.



Un libro para jóvenes lectores: El Universo para Ulises, de Juan Carlos Ortega (Planeta, 2013). Una visión original y amena sobre el cosmos y las leyes de la física, con el singularísimo toque de Ortega.

Un libro de historia: Chiripas de la historia, de Gonzalo Ugidos (La Esfera de los Libros, 2013). Sobre las casualidades en la historia y otras historias no tan casuales pero en las que el azar jugó su papel. Muy ameno.



Una novela: Los huesos olvidados, de Antonio Rivero Taravillo (Espuela de Plata, 2014). La mejor novela para leer en el centenario de Octavio Paz. Narración cristalina sobre un asunto oscuro. Entretenido y con mensaje para la reflexión.



Una obra de teatro: Un enemigo del pueblo, obra maestra del gran dramaturgo noruego Henrik Ibsen (Funambulista, 2007). Sobre la corrupción del poder y la manipulación de la información; la razón que no se quiere aceptar frente a los intereses de unos pocos. Puede verse en "Estudio 1" de RTVE aquí, con el inolvidable José Bódalo.

Un libro de poesía: La extensión de mi cuerpo, poemas de Walt Whitman magníficamente traducidos e ilustrados, una gema literaria (Nórdica, 2014).

Un libro para antes de acostarse: (Casi) cualquiera de los mencionados.

Un libro de autoayuda: Ninguno. A mí los que me ayudan son libros como los anteriores.

domingo, 6 de abril de 2014

La ciencia no admite poligamia

[JUAN NEGRÍN  joven, médico e investigador en fisiología antes de dedicarse a la política. Llegó a ser presidente del Gobierno de la II República Española en 1937, en plena Guerra Civil. Fuente de la imagen aquí (www.elmundo.es)]


"¿Cómo podrá España acelerar su evolución científica, técnica e industrial si los científicos se dedican a la política? La ciencia no admite poligamia".


Estas palabras se las dedicó el bioquímico y biólogo molecular español (premio Nobel de Medicina y Fisiología en 1959) Severo Ochoa al que fuera su profesor, Juan Negrín, tras su regreso a Madrid después de una estancia en Heidelberg, incorporándose a su laboratorio a finales de 1930 (citado en Severo Ochoa. De músculos a proteínas; de María Jesús Santesmases; Ed. Síntesis, Madrid, 2005). Negrín se había afiliado al partido socialista (PSOE) en 1929, llegando a ser diputado en Cortes, ministro y hasta (controvertido) presidente del gobierno republicano en plena guerra fratricida española (y hasta 1945, en el exilio). 

Era una época de crisis y cambios en la que difícilmente podía mantenerse uno al margen de la política y no pocos intelectuales, profesores o artistas se implicaron hasta la médula en la actividad política de muy diferente signo, como Juan Negrín (se podrían citar numerosos casos; como el dignísimo Julián Besteiro, catedrático de Lógica y socialista moderado, como el poeta Rafael Alberti, comunista, o, por el otro lado, Ramiro Ledesma, prometedor filósofo y buen conocedor de la matemática y de la física revolucionaria de su tiempo, quien dio un viraje radical en su vida intelectual para pasar a la acción política fundando las JONS, o como el historiador Santiago Montero Díaz, primero comunista y luego jonsista y amigo de Ledesma).

Sin duda Severo Ochoa, incansable y apasionado investigador, debió de sentirse decepcionado con la implicación de Negrín en la política, en detrimento de su liderazgo científico y acaso, en cierto modo, considerarle un traidor a la ciencia.



Nota:

Ochoa se encontraba en Heidelberg en 1930, en el nuevo laboratorio de Otto Meyerhof, el fisiólogo alemán de origen judío que investigaba la química de la contracción muscular. El científico asturiano se incorporó al laboratorio de Negrín en la capital de España a finales de ese año para proseguir sus investigaciones sobre la fisiología de las glándulas adrenales o suprarrenales, en particular el papel que estas desempeñan en la contracción muscular (tema de la tesis doctoral de Ochoa). María Jesús Santesmases en su biografía del investigador de Luarca (Severo Ochoa. De músculos a proteínas) afirma que con estos trabajos Ochoa asumía una buena parte de las enseñanzas de sus primeros maestros en el campo de la fisiología. Por un lado, las de Negrín y sus intereses por las glandulas suprarrenales y la adrenalina; por el otro, las de Meyerhof y sus colaboradores sobre la contracción muscular. Esta aportación de Ochoa, síntesis investigadora, iba en la línea de profundizar en el conocimiento del metabolismo y la bioenergética con la finalidad de una mejor comprensión de los complejos procesos fisiológicos.

lunes, 24 de marzo de 2014

Sexo genial




[ALESSANDRO VOLTA. Grabado de Giovita Garavaglia (1814)]

Leo en Volta y el desarrollo de la electricidad, del gran, y singular, Aldo Mieli, que el insigne científico de Como (Lombardía; Italia), inventor de la pila eléctrica y descubridor del gas metano (entonces conocido como "aire inflamable de los pantanos"), fue hombre de "naturaleza exuberante", llevando una vida muy activa, no sólo en lo científico, sino en otros aspectos como las actividades físicas al aire libre (remero, senderista y alpinista por sus aguas y tierras lombardas). Mas afirma Mieli que Alessandro Volta también fue aficionado a la actividad física más íntima. Parece ser que el científico italiano tuvo "múltiples y pasajeras aventuras amorosas". Ni me sorprende demasiado ni me escandaliza esto, claro está. Lo que me llama la atención sobremanera es lo que a continuación afirma Aldo Mieli respecto a la vida sexual de los grandes genios:

"Una vida sexual muy intensa, conforme a las tendencias personales, es, creo, una característica de los hombres geniales, que en ella encuentran un fortalecimiento y un estímulo de su actividad espiritual, y sólo en Newton, por razones constitucionales, encontramos un individuo genial, pero completamente frígido para las imperiosas necesidades de la carne".

(ALDO MIELI: Volta y el desarrollo de la electricidad; Espasa Calpe, Colección Austral; Buenos Aires, 1944).


Si el lector ha tenido la curiosidad de leer la biografía del historiador de la ciencia Aldo Mieli habrá comprendido perfectamente la esencia y significación de la aclaración "conforme a las tendencias personales" (relativo a la vida sexual).

viernes, 7 de marzo de 2014

Ciencia filantrópica (Balmis y la expedición de la vacuna)

Jenner es quien encuentra bajo el techo
de los pastores tan precioso hallazgo.
Él publicó gozoso al universo
la feliz nueva, y Carlos distribuye
a la tierra la dádiva del cielo.

Carlos manda; y al punto una gloriosa
expedición difunde en sus inmensos
dominios el salubre beneficio
de aquel grande y feliz descubrimiento
.


(Fragmento de la Oda a la vacuna, de Andrés Bello)


El inglés Edward Jenner es el padre de la vacunación, que tantas vidas ha salvado desde 1796. Jenner había observado que las ordeñadoras de vacas que resultaban infectadas con la viruela bovina se recuperaban fácilmente de la enfermedad, que en este caso presentaba un carácter benigno. Pero lo más interesante del asunto era que las personas que habían padecido la variante vacuna de la viruela no contraían la terrible viruela humana, que provocaba muchas muertes y dejaba secuelas en los supervivientes. El sagaz médico inglés se atrevió a inocular el fluido de las pústulas vacunas en personas (experimentó en primer lugar con un niño de ocho años) para inmunizarlas frente a la viruela. El éxito de Jenner fue uno de los mayores logros para la humanidad.

Muy poco tiempo después el rey Carlos IV de España ("Carlos distribuye a la tierra la dádiva del cielo", dice el poeta venezolano) ordena la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna, persuadido por su médico personal, el alicantino Francisco Javier Balmis. El filantrópico periplo se inició en 1803 en el puerto gallego de La Coruña y, dando la vuelta al mundo, duró más de dos años. El objetivo era aplicar la vacunación de Jenner en los territorios españoles de ultramar (en América y Filipinas) para inmunizar a la población contra la devastadora y temida viruela. La expedición médica tuvo que resolver un problema crucial: la conservación de los fluidos de la vacuna durante el largo viaje. Para ello se decidió que veintidós niños de un orfanato de La Coruña se incorporaran a la expedición para ser sucesivamente inoculados con la vacuna y así poder disponer de ella en perfecto estado para su aplicación a la arribada a tierras americanas. Esta cadena de inoculados portadores de la vacuna fue una idea brillante y eficaz.

La expedición tuvo que afrontar no pocas dificultades pero resultó un éxito y es considerada la primera gran expedición sanitaria de la historia. Claves de este triunfo pionero de la medicina preventiva fueron la tenacidad y la actitud metódica, propias de un buen científico, de Balmis; la valiosa colaboración de José Salvany, vicedirector de la expedición; y la eficiencia de las diferentes Juntas Centrales de Vacuna que se fueron organizando.

Dejo aquí Balmis, el ilustrado tenaz, vídeo sobre la vida y obra de aquel médico español que recorrió el mundo para salvar vidas gracias al método ideado por un modesto médico rural inglés:




Más sobre BALMIS y la EXPEDICIÓN DE LA VACUNA en El devenir de la ciencia: