domingo, 30 de agosto de 2009

El cielo, en Salamanca

["El Cielo de Salamanca"; imagen procedente de www.salamanca.es]
Una breve escapada a tierras charras me ha permitido gozar, aún más de lo que esperaba, de la bellísima y dorada ciudad de Salamanca (que muy merecidamente fue declarada patrimonio de la humanidad).
Su célebre Universidad, la más antigua de España (sus orígenes se remontan a 1218, cuando fue fundada como Estudio), alberga un tesoro pictórico que aúna magistralmente arte y astronomía (o astrología, pues fue realizada a finales del siglo XV) y que, como no podía ser de otra manera, me impresionó: "El Cielo de Salamanca", pintura mural que cubría la tercera parte de la bóveda de la antigua biblioteca universitaria, atribuida a Fernando Gallego. Actualmente se encuentra junto a la sala de exposiciones de la Universidad, accediéndose por el patio de las Escuelas Menores.
En esta hermosa pintura astrológica de finales del siglo XV están representados los signos zodiacales de Leo, Virgo, Libra, Escorpio y Sagitario, algunas constelaciones, el Sol sobre una cuádriga y el dios Mercurio sobre un carro tirado por dos águilas. Asimismo aparecen dos pares de cabezas que representan los cuatro vientos. Posiblemente, Fernando Gallego se inspiró en los grabados de las primeras ediciones incunables del Poeticon astronomicon de Higinio.
Hasta el 13 de septiembre se puede visitar además en la Sala de Exposiciones de la Universidad la muestra "Miradas al cielo. La Astronomía en la biblioteca de la Universidad de Salamanca", con valiosos ejemplares. La exposición incluye un apartado dedicado a los grandes astrónomos europeos (con obras de Ptolomeo, Copérnico, Tycho Brahe, Galileo, Kepler y Newton) y otro que constituye una selección del desarrollo de la Astronomía en Salamanca (con obras de Abraham Zacut, Pedro Ciruelo y otras no menos notables).
Margarita Becedas, directora de la Biblioteca General Histórica, nos dice: "En el Año Internacional de la Astronomía, la Universidad de Salamanca exhibe una pequeña selección de tesoros bibliográficos relacionados con una ciencia cuya andadura comenzó en el Estudio Salmantino en 1467, con la creación de la cátedra de Astrología. La cátedra, culminación de las enseñanzas en la ciudad del judío salmantino Abraham Zacut, tuvo una importancia considerable desde finales del siglo XV y durante todo el XVI".

jueves, 13 de agosto de 2009

Genialidad y desaparición de Ettore Majorana

[Ettore Majorana al comenzar sus estudios de ingeniería en 1923; imagen procedente de http://itis.volta.alessandria.it/episteme]


Desperté rápidamente al oír la bella sintonía de "Vidas contadas", preludio de una de esas apasionantes biografías que nos regala Gonzalo Ugidos en su "microespacio" de RNE 5, emisora que es una auténtica joya radiofónica ("A hombros de gigantes", "Entre probetas", "Ciencia al cubo", "Reserva natural" ...). En "Vidas contadas", se nos dice, "solo interesan los desconocidos gloriosos que urdieron sobre el cañamazo del tiempo una biografía excepcional" y que "ahora, en el mejor de los casos, son solo una nota a pie de página en los libros de Historia". Aquella mañana el glorioso desconocido era un físico teórico italiano de las primeras décadas del pasado siglo (tiempos revolucionarios y trascendetanles para la Física): Ettore Majorana (1906, Catania - 1938?). Inmediatamente quedé absorto con la biografía contada por Gonzalo Ugidos y, poco después, comencé a indagar sobre tan extraordinario físico, considerado por Enrico Fermi superior a ese grupo escogido de científicos de primera categoría que hacen grandes descubrimientos; para Fermi, Majorana era sencillamente genial. Y es que nuestro siciliano protagonista, aunque no publicó prolijamente, escribió artículos que son hoy muy admirados por los especialistas en los que da muestras de singular intuición y de su magnífica dotación para las matemáticas. Su ámbito de investigación principal, la Física Nuclear.

Después de estudiar en la Escuela de Ingenieros romana pasó en 1928 al Instituto de Física Teórica siguiendo los consejos de Emilio Segrè. Sus primeros trabajos son sobre espectroscopía atómica. Se integra allí al selecto grupo de jóvenes colaboradores de Fermi, los conocidos como "ragazzi di via Panisperna" (que hace referencia a la calle de Roma donde se ubicaba su centro de investigación), donde no pocas veces deslumbra y desconcierta a todos, volcándose en la resolución de problemas de Física Nuclear con un espíritu crítico encomiable (acaso alguna vez algo molesto, pero Majorana era también autocrítico y exigente con sus propios trabajos), por lo que era conocido con el apodo de "El Gran Inquisidor".

En 1933 es becado para trabajar en la Alemania nazi, conociendo en Leipzig a Werner Heisenberg, con quien traba amistad, y en la capital danesa a Niels Bohr. No desaprovecha el tiempo trabajando en una teoría sobre el núcleo atómico, sin embargo, a finales de año, Majorana se ve obligado a regresar a Italia debido a su precaria salud (sufría una gastritis aguda y posiblemente agotamiento psíquico). Finalmente, reconocidos sus excepcionales méritos, es nombrado profesor de Física Teórica en la Universidad de Nápoles (1937). Allí tan sólo impartió docencia por unos meses pues, en 1938, acontece la misteriosa desaparición del genial físico.




[Portada de la novela "La desaparición de Majorana", de Leonardo Sciascia; Tusquets, 2007]


Su novelesca desaparición, que ha dado pie a todo tipo de especulaciones, le da al personaje una dimensión legendaria que resulta muy atractiva, no solo para los amantes de la ciencia. En aquel 1938, en la Italia fascista que se preparaba para la guerra, Ettore Majorana desapareció durante el regreso en barco a Nápoles desde Palermo, adonde parece ser que se trasladó para visitar a su amigo Emilio Segré, quien, sin embargo, no se encontraba allí sino que, dada su condición de judío, había abandonado tierras italianas (desplazándose a California) y no tenía permitido el regreso por mandato del gobierno fascista de Mussolini.

Las dos hipótesis principales sobre el suceso (el cuerpo de Majorana no fue encontrado) son el suicidio (tengamos en cuenta la enorme presión que debían sufrir los físicos nucleares en aquel ambiente prebélico), apoyada por la carta dirigida a su familia antes de la misteriosa desaparición ("sólo tengo un deseo: no vistan de negro por mí"), y la fuga a Argentina, donde hay rastros de un Ettore Majorana que se habría dedicado a la ingeniería (parece ser, además, que había retirado del banco una importante suma de dinero antes del viaje de ida a Palermo, lo que reforzaría esta tesis). Otras hipótesis nos parecen menos probables; mencionemos tan solo la que afirma que pudo haber sido secuestrado y/o asesinado para evitar su posible participación, como cerebro preparado, para el diseño y construcción de una bomba atómica.
Más de setenta años después de los pioneros trabajos de Ettore Majorana, éstos siguen asombrando a los científicos que, al mismo tiempo, se preguntan hasta dónde podrían haber llegado las investigaciones teóricas del siciliano. Sea cual fuera el destino de Majorana la pérdida para la Física fue irreparable. Testimonio de estos trabajos son la llamada ecuación de onda relativista de Majorana y el conocido como fermión de Majorana (quien postuló la posibilidad de igualdad de partículas y antipartículas, a diferencia de Dirac, particularmente para el neutrino y el antineutrino).
Los artículos principales de Ettore Majorana son (fuente: "Enciclopedia Italiana"):
- Reazione pseudopolare fra atomi d ´idrogeno (1931).
- Sulla formazione dello ione molecolare di elio (1931).
- Teoria relativistica di particelle con momento intrinseco arbitrario (1932).
- Atomi orientati in campo magnetico variabile (1932).
- Sulla teoria dei nuclei (publicada también en alemán, 1933).
- Teoria simmetrica dell´elettrone e del positrone (1937).
En Youtube: "Ode a Ettore Majorana" (en italiano): (1) y (2)]




domingo, 9 de agosto de 2009

Sevilla, 1248


[Potencias de 2; imagen procedente de http://matematicas-maravillosas.blogspot.com]
Este fin de semana, mi tío Enrique, buen (y entrañable) conversador, me recordaba un dato histórico curioso que me había enseñado mi padre (apasionado de las matemáticas desde muy temprana edad) y que yo, lamentablemente, había olvidado.
Se trataba de la fecha de la conquista de Sevilla a los almohades por el rey Fernando III: 1248. Esta fecha no debía ser olvidada por un sevillano como quien escribe, máxime teniendo en cuenta que mi padre había advertido y me había comentado en alguna ocasión que los dígitos que componen tal año, 1248, son precisamente las cuatro primeras potencias de 2 (1 es 2 elevado a cero; 2 es 2 elevado a 1; 4 es 2 al cuadrado; y 8 es 2 al cubo). O bien, que la serie 1, 2, 4 y 8 son los cuatro primeros términos de una progresión geométrica de razón 2 (pues cada número es igual al anterior multiplicado por 2; así 2, el segundo dígito, es 1 por 2; 4 es 2 por 2; y 8 es 4 por 2). Conocido esto es bien fácil recordar, incluso para las más débiles memorias, tan señalada fecha de nuestra historia (¿cómo pude olvidarlo yo?).
Casualidades y curiosidades de la historia. Y de las matemáticas.