En la última novela del recientemente galardonado Premio Nobel de Literatura, el escritor peruano Mario Vargas Llosa narra la tremenda experiencia vital del irlandés (que nació británico) Roger Casement, aventurero sensible a toda forma de abuso y de explotación sin escrúpulos, héroe y traidor, según para quien. Casement se atrevió a denunciar los horrores del colonialismo a comienzos del siglo XX, primero en el Congo Belga, el Congo de Leopoldo II, luego en la Amazonía y por último en tierras nada exóticas para él, en su propia patria, la verde y sufrida Irlanda.
Casement abandonó por completo sus iniciales ideas ingenuas sobre el papel de las potencias occidentales en las colonias al comprobar in situ aquellas atrocidades que el poderoso europeo cometía con el nativo, peor que una bestia, con tal de satisfacer su codicia, su hambre de poder y de riqueza, de dominio y de supremacía.
El sueño del celta (Alfaguara; Madrid, 2010) , la magistral novela de Vargas Llosa, es un recorrido por la vida, por la aventura existencial (la que va del afán de vivencias en lugares lejanos a la denuncia de la injusticia y la crueldad sobre los más débiles, de la ilusión por formar parte de la vanguardia del progreso civilizador y de los valores morales, cristianos, de occidente en territorios inhóspitos y salvajes a la decepción y el estupor por la barbarie del "civilizado" europeo) de un hombre con una sensibilidad y empatía que en aquellos remotos lugares eran la excepción, en unos territorios salvajes que no eran aptos, se decía, para los débiles.
[Roger Casement; imagen procedente de http://www.publico.es/]
Me detengo aquí en un episodio acaso menor (teniendo en cuenta todo lo que le sucedería después) de la vida de Roger Casement que, sin embargo, pudo haber tenido fatales consecuencias para nuestro protagonista (nuestro héroe) y, por ende, para el explotado nativo. Me refiero a sus repetidos padecimientos, como tantos otros en el África Central, de la terrible malaria: en 1884 (nuestro insigne Nobel, Ramón y Cajal, tambíén contrajo el paludismo unos diez años antes en Cuba, adonde fue destinado como médico militar), 1887 y, el peor de todos, en 1902, que puso en peligro su vida. Este último ataque de la "enfermedad de los pantanos" aconteció cuando Casement tenía todo preparado para emprender su viaje al Medio y Alto Congo con la noble finalidad de elaborar un informe, en calidad de cónsul británico, sobre la situación de los nativos en aquellos territorios, particularmente de las condiciones en que realizaban la extracción del caucho, materia prima vegetal de importantes aplicaciones para los occidentales, como, por ejemplo, la fabricación de neumáticos. Así pues la expedición por el Congo hubo de posponerse debido a las fiebres palúdicas del irlandés. Bien sabía Roger Casement, por experiencia propia, que este inoportuno y temible padecimiento de malaria podía arruinarle sus planes. Fiebres altas, escalofríos, diarreas, hemorragias y debilidad extrema era lo esperado. El remedio, reposo durante varias semanas, bebida de abundante líquido, dieta a base de caldos y, por supuesto, el viejo remedio febrífugo que no en pocas ocasiones parecía haber resultado milagroso, la quinina.
En la novela, Vargas Llosa narra que Roger Casement pasó tres semanas en un estado lamentable por las fiebres tercianas de la malaria, con momentos de delirio, que intentaba aliviar tomando quinina añadida a las infusiones que preparaba su cocinero congoleño.
Hoy día, un siglo después de los acontecimientos que sufrió el bueno de Roger Casement, no faltan lugares en el mundo donde es preciso denunciar el abuso de poder y la injusticia. Y, así mismo, la lucha contra la malaria en las zonas endémicas requiere de mayor preocupación e inversión para la prevención por parte de los países desarrollados. Igualmente es imprescindible no reducir, sino todo lo contrario, la dotación económica de los proyectos de investigación de vacunas eficaces. La llama de esperanza que encendió Roger Casement debe permanecer viva, muy viva. No hay excusas, al menos si no quiere perderse la dignidad. El sueño del celta es también nuestro sueño.
Nota histórica:
Precisamente en los años en los que padeció Roger Casement la malaria se produjeron cruciales avances en su estudio. Particularmente se logró averiguar el parásito causante de la enfermedad y el vector.
La antigua creencia era que el mal de los pantanos era provocado por los efluvios o miasmas que desprendían las aguas estancadas y no es hasta la segunda mitad del siglo XIX cuando el avance de la microscopía permitió señalar como agente causante a los microorganismos. Pero, ¿exactamente, qué producía la enfermedad?
Fue el médico militar francés Laveran (1845 - 1922) quien observó en 1880 unas estructuras parasitarias en la sangre de enfermos de malaria, considerándolas las causantes de la enfermedad. Sin embargo, fue muy difícil cultivar in vitro el parásito (se trata de protistas del género Plasmodium) y trabajar con él en el laboratorio, por lo que el descubrimiento de Laveran tardaría unos años en ser valorado por la comunidad científica internacional.
[Gametocitos de Plasmodium falciparum en una muestra de sangre humana; imagen procedente de http://www.k-state.edu/parasitology/]
Los colonos del Congo debían saber que el paludismo era transmitido por los mosquitos, pero a finales del XIX no estaba el asunto del todo claro. Es el médico militar inglés Ronald Ross (1857 - 1932) quien estudiando la malaria aviar demostró que los mosquitos actuaban como vectores.
[Ronald Ross; imagen procedente de http://nobelprize.org/]
Pero, ¿qué mosquitos en concreto transmitían el parásito? Fueron los italianos Grassi (1854 - 1925) y Bignami (1862 - 1919) los encargados de demostrar en 1898 que sólo eran los del género Anopheles. Grassi no sólo señala a los mosquitos Anopheles como transmisores o vectores de la malaria humana sino que tuvo el gran mérito de describir su ciclo biológico completo, aunque las investigaciones sobre todos los detalles del asunto se prolongarían hasta mediado el siglo pasado.
[Battista Grassi; imagen procedente de http://www.malariasite.com/]
[Mosquito del género Anopheles; imagen procedente de http://www.cdc.gov/parasites/
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