miércoles, 28 de diciembre de 2011

El litro, con mayúscula

El litro es una unidad de capacidad o volumen, adoptada por la Oficina Internacional de Pesas y Medidas en 1879, que no es del Sistema Internacional de Unidades, donde el volumen se mide en metros cúbicos. Un litro equivale a un decímetro cúbico de volumen, o lo que es lo mismo, a un volumen de un cubo de 1 dm o 10 cm de lado. Por tanto, un litro no es otra cosa que la milésima parte de un metro cúbico (1 m3 = 1000 dm3 = 1000 litros =1 kilolitro). Su símbolo es l o L. ¿En qué quedamos? ¿Lo escribimos con mayúscula o con minúscula? En esto de las unidades hay que ser bastante estricto.


El caso es que sólo debe usarse el símbolo de la unidad en mayúscula cuando corresponde a la inicial del nombre de algún científico (K, de Lord Kelvin; W, de Watt; A, de Ampère; J de Joule; etc.). Cuando era estudiante, y en mis primeros años como profesor, siempre vi escrito el símbolo de litro en minúscula (l), pero observo que últimamente suele aparecer en los libros de texto en mayúscula (L). ¿Por qué? ¿Acaso existió algún científico llamado Litre? Pues sí, sí que hubo un importante científico francés apellidado Litre: Claude Émile Jean-Baptiste Litre (1716 - 1778). Mas sólo existió ... en la lúcida imaginación de Kenneth A. Woolner (1934 - 2008), de la universidad canadiense de Waterloo, quien se inventó el personaje en 1978 (bicentenario de la "muerte" del ficticio científico galo) publicando un artículo sobre el mismo en la revista Chem 13 News, una inocentada en toda regla que salió en abril (hoy, 28 de diciembre, día de los Santos Inocentes, la recordamos en "El devenir de la ciencia"). Tengamos en cuenta que en los países anglosajones y otros el día dedicado a gastar bromas es el primero de abril (conocido como "Poisson d´avril" en Quebec y por "April fools´day"  en el resto de Canadá). No le faltó ingenio a Woolner, pues el artículo es ciertamente brillante. La idea de Woolner fue insertar en la historia de la ciencia del siglo XVIII, en un contexto fielmente narrado, a su intruso, Litre, de manera que sólo lo referente a éste fuera inventado, todo lo demás serían datos históricos ciertos. Su pulida broma de abril incluía una laguna biográfica de quince años con la finalidad de que los lectores pudieran contribuir a completar la historia de Litre con sus imaginativas aportaciones. Alguien tuvo la ocurrencia de darle una hija a Litre, llamada Millie. Es decir, Millie Litre (mililitro).

Pierre de Maupertuis (1698 - 1759) habría sido el mentor científico del joven Litre, de gran talento matemático. Así, participaría en la expedición científica de 1736, dirigida por Maupertuis, a la Laponia sueca para tomar medidas precisas que pudieran determinar la forma de la Tierra (que según la teoría de Newton sería un esferoide achatado por los polos debido a la rotación terrestre). En Suecia Litre entablaría amistad con el astrónomo de Uppsala Anders Celsius (1701 - 1744). Dice Woolner en su artículo que "sin duda, la preocupación de Celsius por las mediciones precisas, y su elaboración de la escala centígrada,  tuvieron una decisiva influencia en la posterior decisión de Litre de dedicarse a la fabricación de instrumental científico". "Sus cilindros graduados y sus buretas (Litre las diseñó y a él se debe su nombre) eran codiciados por los químicos de toda Europa". Su obra principal fue "Études Volumétriques" (1763), traducida al inglés y al alemán. Todo es verdadero menos lo que hace referencia a Claude Émile Litre, claro.

Pero, ¿por qué Woolner se inventó el personaje? ¿Simplemente por gastar una broma? Resulta que en ciertas fuentes tipográficas l se confunde con el número 1 y, para evitarlo, sería conveniente designar al  litro por L. Y, puesto que sólo se puede usar el símbolo de una unidad en mayúscula cuando procede del nombre de un científico (como N, newton, la unidad de fuerza, de Isaac Newton), Woolner pensó que ya que no existía el tal Litre (ni nadie de nombre semejante que pudiera justificar la L como símbolo) "parecía razonable inventárselo".

Puesto que la causa es noble y el ingenio de su autor notable, quien escribe se suma a la original broma de Woolner y en mis clases utilizaré siempre el símbolo L, en mayúscula, para el litro (la Conferencia General de Pesas y Medidas estableció en 1948 la l, minúscula, como símbolo del litro; en 1979, en cambio, admitió tanto el uso de l como de L). Mas, no lo olvidéis, en el Sistema Internacional medimos el volumen en metros cúbicos.

[Nota: Esta anécdota está recogida en el delicioso libro Historia de la ciencia sin los trozos aburridos, recomendado en este blog, de Ian Crofton; Ariel, 2011]   

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jueves, 22 de diciembre de 2011

Feliz Navidad, amigos

Feliz Navidad, amigos de "El devenir de la ciencia", y mis mejores deseos para todos en el inminente 2012. Tranquilos, que no se acaba el mundo. Salud y paz de espíritu para todos, seguidores de este modesto blog de divulgación y de encuentro entre la ciencia y el resto de las expresiones culturales. Aprovechemos la crisis para hacer todo lo posible en cambiar un poco nuestro mundo, en el que hay tantas cosas que no nos gustan y que, ahora, hemos visto con total nitidez. La crisis nos brinda una oportunidad de cambio, que debe empezar por nosotros mismos, ¿vamos a desaprovecharla?





martes, 13 de diciembre de 2011

Otra mirada al Paleolítico

[Bisonte pintado en la cueva de Altamira (Santillana del Mar; Cantabria).
Imagen procedente de  http://www.mascosas.net.eu.org/]


Mucho me temo que estoy convirtiéndome en un tipo raro. Raras son mis aficiones, raros mis programas preferidos. Me gusta, cada vez más, ese oasis mágico que es la segunda cadena de TVE (esperemos que, con otras miras, no sea torpedeada). Y entre la rica variedad de programas culturales y divulgativos (casi siempre amenos, en contra de lo que podría pensarse a priori) me interesa especialmente La mitad invisible, dirigido por Blanca Flaquer y conducido con su singularísimo estilo por Juan Carlos Ortega, raro entre los raros (para nuestro disfrute). El pasado sábado en la tarde, en el susodicho espacio televisivo, se analizaba la mitad invisible, la menos conocida, de la cueva de Altamira (y de sus enigmáticos artífices), magnífico tesoro del arte rupestre.

¿Queréis cruzar el umbral que nos lleva?

(Para ver el programa pínchese aquí). 

domingo, 4 de diciembre de 2011

Escritor extraordinario


[Nicanor Parra, poeta y físico teórico, en Oxford, adonde llegó en 1949 con la intención de doctorarse en Cosmología (con corbata oscura y maletín); imagen procedente de

"El verbo ser es una alucinación del filósofo" (Nicanor Parra).



Todo es extraordinario en el recién galardonado con el Cervantes, el más importante premio literario hispano, el poeta chileno Nicanor Parra. Para empezar, tiene 97 años, nació en el lejano 1914. Hijo de un maestro y de una tejedora y modista de origen campesino, ambos con aficiones musicales que heredarían hijos y nietos. Es un revolucionario de la poesía, creador de la antipoesía, donde el humor, la ironía y el lenguaje coloquial sustituyen al modelo clásico. Y por si todo ello no fuera ya singular, el hacedor de antipoemas es también matemático y físico teórico. Esto, quizá, no sea tan raro, pues quien bien conoce la matemática y la física halla en ellas una belleza casi poética. 



En 1943 se traslada a Estados Unidos, becado para profundizar en el estudio de la Mecánica, regresando en 1946. Pasa a ser profesor de Mecánica Racional en la Universidad de Santiago de Chile. En 1949 marcha a Inglaterra con una beca del Consejo Británico con la finalidad de estudiar cosmología en Oxford. En 1996 concluye su dilatada labor docente, tras más de cincuenta años dedicado a enseñar la física desde su enfoque más matemático ("he perdido la voz haciendo clases", "y qué decís de esta nariz podrida por la cal de la tiza degradante").  Allá, en la Universidad de Santiago de Chile, fundó junto con el poeta Enrique Lihn el Instituto de Estudios Humanísticos de la Facultad de Ingeniería. Carmen Alemany en su biografía del físico y poeta chileno para el Centro Virtual Cervantes ("Nicanor Parra, el francotirador de la poesía") nos dice de él: "Esta ecléctica formación que, de manera natural, vincula el folclore popular y lecturas poéticas improvisadas con la racionalidad del espíritu científico marcará una obra peculiar, inédita, inconfundible y distinta".

[Nicanor Parra, profesor de Mecánica Racional (1964). Imagen procedente de:

Recomendamos escuchar el audio del programa "El ojo crítico" (RNE1) correspondiente al día 1 de diciembre, dedicado en buena parte a Nicanor Parra (pínchese aquí).  Y de la maravillosa web www.madrimasd.org, sección de "Poesía y ciencia" (curioso y fructífero maridaje), traemos estos dos poemas, o antipoemas, de Nicanor Parra. Se verá que el humor no falta, particularmente en el dedicado a Sigmund Freud (tan de actualidad por la película de David Cronenberg, Un método peligroso):
 

EL PRINCIPIO DE ARQUÍMEDES
Un rey en viaje cae a un pozo profundo
nadie tiene la menor idea de cómo salvarlo
hasta que un paje llamado Arquímedes
recomienda comunicar el abismo
con una laguna de la vecindad
y el rey subió con el nivel del agua.






SIGMUND FREUD


Pájaro con las plumas en la boca
Ya no se puede más con el psiquiatra:
Tolo lo relaciona con el sexo.

En las obras de Freud es donde vienen
Las afirmaciones más peregrinas.

Según este señor
Los objetos de forma triangular
- Plumas fuente, pistolas, arcabuces,
Lápices, cañerías, guaripolas-
Representan el sexo masculino;
Los objetos de forma circular
Representan el sexo femenino.

Pero el psiquiatra va más adelante:
No solamente conos y cilindros
Casi todos los cuerpos geométricos
Son para él instrumentos sexuales
A saber las Pirámides de Egipto.
......

Síntoma principal:
Todo lo relaciona con el acto
Ya no distingue la luna del sol
Todo lo relaciona con el acto
Los pistones son órganos sexuales
Los cilindros son órganos sexuales
Las tornamesas órganos sexuales
Las manivelas órganos sexuales,
Los altos hornos órganos sexuales
Tuercas y pernos órganos sexuales
Locomotoras órganos sexuales
Embarcaciones órganos sexuales.

El laberinto no tiene salida.

El Occidente es una gran pirámide
Que termina y empieza en un psiquiatra:
La pirámide está por derrumbarse.







Un cuento matemático para Ulises



Ayer sábado no pudimos pasar un buen rato con el singular humorista Juan Carlos Ortega, colaborador insustituible de "No es un día cualquiera" (RNE1), aquejado este de un dolor de muelas. Disfrutamos, sin embargo, escuchando uno de sus cuentos para Ulises (su pequeño hijo), uno de esos cuentos raros, escritos al estilo de los de antaño, que nos hacen sonreír y pensar. Llevaba el cuento por título El niño 1382, y empezaba así:

"Había una vez en un país muy lejano un niño de diez años que se llamaba 1382. Lo habéis oído bien, 1382 era su nombre. El pequeño 1382 triste estaba por tener un número como nombre ...".

Puede escucharse el cuento pinchando aquí

Nos viene como anillo al dedo este cuento para cerrar el Centenario de la Real Sociedad Matemática Española (1911 - 2011). Pero para seguir pasándolo bien con las matemáticas más allá de este centenario no deberíamos dejar de visitar la web de divulgación Divulgamat. Visita obligada que no nos defraudará.