Os dejo aquí estos poemas de juventud de Antonio Rivero Taravillo, poeta e hijo de un enamorado de la física, para que los disfrutéis estos días próximos al solsticio de invierno. En ellos, "al final del horizonte", "casi en el olvido", está Plutón, que el autor estudió como planeta de pleno derecho, antes de ser catalogado como planeta enano de nuestro sistema solar. Una gozada:
MERCURIO
Te desdoblas como un Jano
en auroras y ponientes
ocultándote a las lentes
que te pretenden en vano.
Diminuto como un grano
al lado de Faetón,
soportas su gran calor
en cualquiera de tus fases,
no importa mucho que pases
más cerca o lejos del Sol.
VENUS
Estrella tú de la tarde,
estrella de la mañana,
redonda y clara manzana
asada, que quema y arde
haciendo de brillo alarde
aunque velada por nubes.
No sabemos si hay querubes
o demonios en tu suelo;
rotando estás en el cielo,
alto infierno al que te subes.
TIERRA
Con indudable ironía
la Madre Naturaleza
dispuso que en tu corteza
viviera una raza impía
a la que no importaría,
trastocando tu fortuna,
dejarte como la Luna:
baldío y árido yermo.
Para ese linaje enfermo
no hay esperanza ninguna.
MARTE
Donde acaba el anteojo
se me encara tu figura
de guerrero que en la altura
viste de bélico rojo.
Te escudriña, ansioso, el ojo
por notar tus espectrales
canales, que no son tales:
son la imagen confundida
de quien sueña con que hay vida
en tus cráteres y eriales.
JÚPITER
Oh tú, grande entre los grandes,
rostro de dios jaspeado,
a mis ojos ha llegado
la luz dorada que expandes.
De América eres los Andes,
de Asia el sagrado Himalaya,
ves desde tu alta atalaya
tu dominio, emperador.
Tu órbita es firme, señor,
tu pulso nunca desmaya.
SATURNO
Grueso balón achatado
siempre en continuo ajetreo,
girar te vio Galileo
de pulseras rodeado.
Toro trigueño enjoyado,
tus satélites novillos
—rojos, grises, amarillos—
pacen contigo en rebaño
mientras luces todo el año
tus refulgentes anillos.
URANO
Te tomaron por cometa
hace apenas dos centurias,
pero fueron sólo injurias,
pues eres recio planeta
que giras en la ruleta
de este casino solar.
Por ti resuelvo apostar,
mágico número siete,
y busco, loco, un cohete
que a ti me quiera llevar.
NEPTUNO
Verde color macilento
cubre tu esfera imprevista
que no se ve a simple vista,
reciente descubrimiento.
Para ver tu curso lento
fue necesario el acopio
de estudios, y el telescopio.
Tú circunvalas al Sol;
mientras, Nereida y Tritón
hacen contigo lo propio.
PLUTÓN
Al final del horizonte
resides casi en olvido,
cuerpo celeste aterido
sin otro que te remonte
si no es tu luna, Caronte.
Bajo un aire de metano
alienta tu cuerpo enano
aunque de muy prieta masa,
oh benjamín de la casa,
triste planeta lejano.
1 comentario:
Nunca había relacionado la poesía con la ciencia, ¡y hoy vi lo maravilloso que es! ¡Gracias por compartir estas obras maestras!
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